Buenos Aires, 14/12/2024, edición Nº 4413
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La Boca: el Darling Tennis Club podría perder un tercio del terreno para dejar paso a la construcción de torres

Avanza una ley para rezonificar un sector del centenario club por el que pasaron Del Potro y Delbonis. Malestar de socios y vecinos.

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(CABA) En menos de un año, el tradicional club de tenis Darling cumplirá 100 años en el barrio de La Boca. Ya hay preparativos para la conmemoración y mucha ansiedad entre los 750 socios por rendir homenaje al espacio, pero el clima no es tan festivo. Si prosperara una norma en la Legislatura porteña, que ya fue aprobada en primera lectura, la institución perdería un tercio del terreno que ocupa para dejar paso a la construcción de torres.

A pocos metros de la subida a la autopista Buenos Aires-La Plata, por la avenida Brasil se asoma un pulmón verde, un lugar en el que no sólo niños y adultos juegan al tenis, sino que también sirve como vía de escape para trabajadores que aprovechan el horario de almuerzo para tomar aire puro. Como lo hace Guillermo Marco desde hace unos siete años. Al menos tres veces por semana, el oficinista se toma su hora de descanso laboral para despejarse. “Corto la rutina. Es bárbaro”, dijo a La Nación. Al hombre le agrada el entorno ambiental del lugar.

Pero el Darling Tennis Club se encuentra hoy “en estado de alerta roja“, enfatizó su presidente, Daniel Calabrese. Dos meses atrás, la Legislatura porteña aprobó una iniciativa oficialista para firmar un convenio entre la Ciudad y la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE). Parte del predio donde funciona la institución pertenece al Estado nacional y el gobierno porteño impulsa su rezonificación para permitir que allí y en otro espacio contiguo se desarrolle un emprendimiento inmobiliario. “Catalinas Sur 2“, lo denominan.

El proyecto incluye dos parcelas que dependen de la AABE: la fracción A, situada entre las calles Brasil, Pedro de Mendoza, Gualeguay, Caboto, D’Espósito y las vías del ferrocarril, y la B, que abarca poco menos de 8500 m2, en los que se realizan algunas actividades del club.

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En 1977, este último polígono, también lindero a las vías, estaba abandonado y se había transformado en una zona peligrosa para los vecinos, especialmente para los habitantes del complejo Catalinas Sur. Entonces, el Darling acordó con la Administración General de Puertos poner en valor el espacio y abonar un canon mensual por su uso. “Pagamos 1200 dólares por mes”, detalló Calabrese. El terreno aloja tres canchas de tenis que funcionan como un centro de alto rendimiento (pasaron por ellas Juan Martín del Potro y Federico Delbonis, entre otros tenistas), un gimnasio, estacionamiento para 300 vehículos, un espacio verde y una cancha de fútbol.

Allá por abril de 1918, un grupo de personas -miembros de familias tradicionales de La Boca y aficionadas al tenis- fundó el club en el terreno que hoy ocupa el hospital Argerich. Nacía así una de las instituciones pioneras de este deporte en la Argentina. Sus construcciones inglesas, pintadas con el típico color verde, remitían a los orígenes de ese juego. De la expresión my darling tennis (mi querido tenis) surgió el nombre. Poco más de dos décadas después, la institución debió ceder el lugar para el centro de salud y mudó su sede a la actual de Brasil 50, contó Calabrese.

“Tiene que respetarse el artículo 18 de la ley de promoción de clubes de barrio [27.098]. Nosotros somos uno”, reclamó. El apartado se refiere al derecho de propiedad y dice que debe “asegurarse para aquellos clubes de barrio que tengan sus sedes construidas en terrenos fiscales”, resaltó el directivo.

Trámite parlamentario
El martes de la semana próxima se desarrollará en la Legislatura unales la ley sea aprobada en segunda lectura. En caso de que eso ocurra, la comisión directiva del Darling iniciaría una acción legal, adelantó el presidente. “Queremos que saquen de la ley el polígono B y ahí podríamos sentarnos a hablar”, sintetizó.

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En todo el predio del club, hay 320 árboles y el 20% de ellos está en el espacio que corre peligro. Los socios cuestionan que, con la construcción de torres, se perderían centenarias especies y que el entorno de la institución perdería mucho espacio verde y luz solar, características por las que muchas personas eligen hoy pasar algunas horas allí más allá de practicar el deporte en sí mismo. “Mi sensación es que sería el final del club”, opinó Benito Marques, que desde hace 40 años es socio del club.

Actualmente, unos 300 niños aprenden en la escuela de tenis y también se realizan actividades abiertas a la comunidad. “Somos una familia”, dijo Calabrese, que llegó a competir por el club cuando tenía 14 años y no quiso irse nunca más. Para María Josefa Salgado, el Darling es un lugar donde comparte tiempo con amigos y juega a las cartas.

Jonatan Baldiviezo, del Observatorio del Derecho a la Ciudad, criticó la iniciativa, que sigue el modelo aplicado para la zona del playón de Colegiales: “En este caso, es un proyecto que adelanta una mutilación de La Boca. Avanza el modelo de Puerto Madero sobre el barrio y se modifica la identidad cultural. Además, las nuevas torres -de entre 60 y 75 metros de altura- harán colapsar los servicios públicos”, explicó. “Mientras, sigue sin cumplirse una ley de 2005 sobre emergencia habitacional para La Boca“, recordó.

Vecinos de Catalinas Sur, por su parte, presentaron un proyecto en abril pasado para que un polígono más extendido, situado entre las calles Brasil, Pedro de Mendoza, Gualeguay, Caboto, D’Espósito, Pi y Margall, Necochea y Azopardo (que incluye al club Darling), sea considerado zona de urbanización parque y se conforme como una unidad ambiental, deportiva y cultural. “Si queremos una «ciudad verde» no tapemos con edificios pantalla que denigran el modo de vida, privando a los vecinos del aire y la luz”, decía el texto.

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Un predio que ya estuvo amenazado
Desde que el club de tenis Darling se instaló en su sede de Brasil 50, a principios de los años 40, ya en dos oportunidades los socios tuvieron que salir a defender el espacio ocupado por el club.

Primero, hubo una intención de extender la avenida Martín García hacia el puerto, por lo que debía cruzar el Darling: atravesaría el predio exactamente por la mitad. Años más tarde, surgió la posibilidad de que la autopista 25 de Mayo pasara por allí.

Fue la movilización de los socios la que desestimó ambas ideas. Ahora, enfrentan la tercera batalla y no descartan acudir a la Justicia.
En los próximos meses, se definirá si se habilita la construcción de torres en un sector del club de 8500 metros cuadrados, luego de que la Legislatura rezonifique el terreno. NR

Fuente consultada: La Nación

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