Buenos Aires, 21/11/2024, edición Nº 4390
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Opinion

Julio Blanck: “Al gobierno de Vidal le preocupa la perspectiva de una conmoción social”

El periodista y analista político explica las alertas que suenan en el Gran Buenos Aires en relación a los jefes municipales peronistas.

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Escribe Julio Blanck, periodista, analista político y Maestro de la FNPI. Conductor de Código Político los jueves a las 23 por TN

(PBA) La excusa fue supervisar la distribución de las “Bolsas Compañeras”, que por 300 pesos traen 25 alimentos envasados y unos 30 kilos de verduras. Allí, en el mercado concentrador de José C. Paz, conurbano profundo, coincidieron la gobernadora María Eugenia Vidal y un acompañante impensado poco tiempo atrás, el intendente Mario Ishii, peronista a tiempo completo y en una época kirchnerista furibundo.

Fue Ishii quien pidió la visita de la gobernadora, que se concretó ayer con foto reglamentaria incluída. Los que apuestan a que la Provincia atraviese sin estallidos esta etapa de ajuste y malaria, van a sacarse muchas fotos así. Se necesitan unos a otros. En política, esos matrimonios por conveniencia suelen ser muy sólidos mientras duran.

Muchos están preocupados por transitar en la mayor paz social posible estos meses, pero otros -desde una postura política rencorosa y revanchista- juegan a juntar fósforos mientras ayudan a acumular combustible social con una prédica agitadora. Detrás de su discurso doliente y enojado está el interés por zamarrear fuerte y pronto el escenario político que pisa el Gobierno.

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Alertas de este tipo empiezan a extenderse en zonas del Gran Buenos Aires. Es la contracara del esfuerzo de ayuda y pacificación que encaran el gobierno de Vidal y la enorme mayoría de los intendentes, incluyendo a unos 50 de los 55 jefes comunales peronistas.

La preocupación se disparó en el equipo de la gobernadora cuando tomaron conocimiento de declaraciones de Fernando Espinoza, titular del PJ bonaerense y ex intendente de La Matanza, quien se habría referido a la eventualidad de que “en quince días explota” el Gran Buenos Aires. Asociaron eso con la actitud de oposición dura que mantiene Verónica Magario, la sucesora de Espinoza en el municipio que cobija como puede a dos millones de personas.

Espinoza jura que se tomaron parcialmente declaraciones suyas, hechas en Radio Del Plata y editadas luego en versión televisiva por el canal de cable C5N, medios donde se critica a Macri desde el kirchnerismo más duro. Asegura el matancero que él sólo dijo que tras el impacto de las tarifas de luz y gas en las zonas más pobres del municipio, “en 15 días explotan las boletas de agua”, que también llegan con aumentos importantes. El equívoco estaba servido.

Caso curioso: los gobernantes de La Matanza reivindican la buena relación con el gobierno de Vidal y el contacto permanente con el ministro de Gobierno, Federico Salvai. “Les pasamos ideas para el trabajo social”, dicen.

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Quizás haya un exceso de prevención en la gobernadora y su mesa chica. Y también alguna idea errada acerca de la profundidad del acompañamiento de la mayoría de los intendentes peronistas, a partir de los acuerdos sobre distribución de fondos que ya empezaron a concretarse.

Los jefes municipales peronistas de mejor diálogo con el nuevo oficialismo aseguran que “abajo hay un tembladeral” por el impacto del aumento de tarifas, pero sostienen que “no vemos un clima de levantada social”. Y recuerdan, en defensa propia, que ellos trabajan en la contención de la gente porque “cuando hay marcha a Plaza de Mayo, primero pasan por la intendencia”.

Al gobierno de Vidal nada lo preocupa más que la perspectiva de una conmoción social, justo antes de la soñada etapa de recuperación económica y freno a la inflación que, si se hace caso al pronóstico optimista de la Casa Rosada, podría verse y tocarse en el último trimestre del año. En junio empezarán a cobrarse los aumentos salariales de las paritarias y a fin de mes llega el medio aguinaldo. Pero eso es para los que tienen trabajo, y trabajo en blanco. Hay un mundo de compatriotas fuera de eso, que hoy parece un privilegio.

Para esos sectores más vulnerables se incrementó la ayuda directa. Dicho en cristiano: el reparto de bolsas de comida, porque se nota un crecimiento importante de la demanda de alimentos. Además el gobierno bonaerense dispuso mejoras en las asignaciones por hijo, jubilaciones y pensiones, y presupuesto duplicado para comedores escolares. De hecho, la Provincia cubrió hace ya dos meses la deuda de 700 millones de pesos que les quedaron a los comedores escolares como herencia de la gestión de Daniel Scioli, con fondos que fueron decreciendo en el último año. Pero a ese sector social sumergido le esperan, en el mejor de los casos, unos cuantos meses más de realidad dura y angustiante.

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En ese marco, al gobierno de Vidal le desvela la sola posibilidad de un supermercado saqueado o incidentes con organizaciones sociales o con vecinos inducidos a la acción. Ya se sabe como terminan esas cosas.
Antes de sumar a La Matanza a sus ya nutridas preocupaciones políticas, el gobierno de Vidal venía observando al puñado de intendentes que se mantienen fuertemente identificados con Cristina. Son, básicamente, Jorge Ferraresi (Avellaneda), Patricio Mussi (Berazategui), Walter Festa (Moreno) y Francisco Durañona (San Antonio de Areco).

El fin de semana pasado Ferraresi inauguró en Avellaneda un edificio donde funcionará el Centro Integral de los Derechos de los Niños que lleva el nombre y una imagen gigantesca de Cristina Fernández de Kirchner. Asistieron los jefes de La Cámpora, Andrés Larroque y Julián Alvarez. Y después hubo una mesa redonda a la que se sumaron el siempre activo Luis D’Elía, el dirigente Alejandro Garfagnini, de la Tupac Amaru que lidera la detenida y procesada Milagro Sala, y Juan Marino, jefe de la Tendencia Piquetera Revolucionaria.

Allí está el núcleo duro de la resistencia cristinista en la Provincia. El negocio político de este sector es que a Macri y a Vidal les vaya mal, o muy mal, antes de fin de año. Suponen que así aliviaría un poco la presión judicial creciente sobre su Jefa. Y podrían soñar con un retorno político en el que hoy es difícil creer.
En el peronismo marcan una diferencia entre estos grupos ultra y el espacio que Espinoza y Magario encabezan desde La Matanza, de carácter peronista más clásico. Dicen que algunas de sus posiciones altisonantes tienen que ver sobre todo con la necesidad de recuperar cierto margen de poder en la interna.

En tanto, sin perder perfil opositor pero más comprometidos con la gestión diaria en los municipios, la mayoría de los intendentes peronistas encara una etapa de colaboración mutua con el gobierno provincial.
Muchos de los jefes municipales más notorios como Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Gabriel Katopodis (San Martín), Alberto Descalzo (Ituzaingó), Alejandro Granados (Ezeiza) y Juan Zabaleta (Hurlingham), acompañaron a Vidal cuando fue al Congreso a instalar la discusión por la recuperación para la Provincia del multimillonario Fondo del Conurbano. También la matancera Magario se sumó a ese iniciativa.

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De su lado, el gobierno bonaerense ya repartió entre los municipios de la Provincia 2.000 millones de pesos para obras públicas locales y 1.000 millones para seguridad. Es la primera parte de un paquete total de 7.000 y 3.000 millones respectivamente. El flujo de fondos hace a los políticos más buenos.

El alerta social está en la preocupación de todos. Zabaleta, junto a Gustavo Menéndez (Merlo) y Francisco Echarren (Castelli), estuvo la semana anterior en la audiencia pública con el Papa, en El Vaticano. Los introdujo con las recomendaciones del caso Eduardo Valdés, ex embajador y amigo del Pontífice.
Hablaron de la pérdida de empleos y del aumento de la asistencia a los comedores. Zabaleta le dejó a Francisco un rosario hecho por curas artesanos de la localidad de William Morris. “Estén juntos y trabajen para los que menos tienen”, los arengó el Papa. De la relación con el gobierno de Macri no hubo mención. El horno no estaba para bollos.

Después vino la recepción del Papa a Hebe Bonafini, el desmarque del Vaticano respecto de las declaraciones incendiarias de la jefa de las Madres de Plaza de Mayo y el gesto papal de promover un partido de futbol por la paz a realizarse en el Estadio Unico de La Plata.

Fue el domingo durante la clausura del congreso mundial de Scholas Ocurrentes, una iniciativa de Francisco para promover la educación a través del arte y el deporte. Allí estuvieron el ministro bonaerense Salvai y también el subsecretario de Culto del gobierno nacional, Alfredo Abriani.

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Salvai se trajo en el vuelo de regreso un olivo bendecido por el Papa, de metro y medio de alto, que la gobernadora Vidal plantará en el estadio el día del partido. Y el subsecretario Abriani le llevó a Francisco copia del decreto que jerarquiza la tarea de Scholas Ocurrentes y le otorga 16 millones de pesos para el desarrollo de sus tareas.

Había sido ése un pedido puntual del Papa, que el Presidente se ocupó de cumplir. NR

Julio Blanck

Fuente: Clarín

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