Buenos Aires, 19/03/2024, edición Nº 4143
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Tras 60 años en el mercado, el famoso alfajor Capitán del Espacio sigue rodeado de misterio

La marca es la única, en el rubro, que se convirtió en objeto de culto

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Se estima que en la Argentina se consumen entre 12 y 13 millones de alfajores por día. Algunos más gourmet, varios con larga trayectoria e incluso alguno que otro importado. Sin embargo, solo hay uno que logró convertirse en objeto de culto, bajo un halo de misterio generado por el secretismo de sus propios creadores. El Capitán del Espacio celebra su 60° aniversario y a lo largo de su historia hay algo que se mantiene: la pasión y la curiosidad que genera.

Ángel Líneo de Pascalis tenía 36 años y trabajaba en un frigorífico hasta que se enteró de una oportunidad para cambiar de rubro. Una fábrica de alfajores en Ezpeleta había quebrado y estaba en venta. ‘Angelito’ llamó a su amigo Arturo Amado, juntaron sus ahorros y la compraron en febrero de 1962.  No querían intentar producir más de lo que podían. Era una planta chica y no buscaban saturarla, así que la distribución del producto era acotada. Se quedaron solo un año en Ezpeleta y se mudaron a Bernal, donde estuvieron una década. Luego llegaron a Quilmes y su reconocida fábrica sobre la calle Gran Canaria, que aún maneja la producción.

Al poco tiempo de iniciada la aventura, Amado abandonó el proyecto y De Pascalis se lo puso al hombro. Antes de lanzar su alfajor probó una veintena de recetas hasta dar con las combinaciones justas. En los kioscos su producto era un éxito y su popularidad crecía a partir del boca a boca, ya que el empresario no quería utilizar ninguna herramienta típica del marketing, como la publicidad, carteles o incluso dar entrevistas. A su vez, su escaza producción, y casi toda destinada a la zona Sur del Gran Buenos Aires, provocaba que en CABA y zona Norte la gente recorriera kiosco por kiosco buscándolo sin éxito. Así se fueron formando mapas dónde ubicarlos, elaborados por los propios consumidores, y los grupos en redes sociales para pasar el dato. “Es el mejor alfajor del mundo”, aseguran sus fanáticos. Esta pasión llevó a que su logo protagonizara graffitis, tatuajes y también se convirtiera en torta, helado y cerveza.

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EL MITO DEL CAPITÁN

Su nombre, justamente, es uno de los grandes misterios. Algunos se lo atribuían a la canción “El anillo del capitán Beto” de Invisible o como un homenaje a Neil Armstrong, sin embargo las fechas no coinciden dado que son posteriores. En una de las pocas entrevistas que otorgó, De Pascalis afirmó: “Lo elegí porque en esa época se hablaba de que el hombre llegaría a la Luna“.

Varias personalidades también se declararon fanáticas de este alfajor de culto. Basta con ver la cara del Papa Francisco cuando le llevaron una caja al Vaticano. El año pasado, durante una de sus transmisiones en vivo, Sergio ‘Kun’ Agüero comentó: “De chiquito me mataba jugando a la pelota por un Capitán del Espacio“. “El capitán del espacio no está ‘sobrevalorado’. El capitán es un mito que se emancipo de la mercancía en sí, de la cosa tangible, del producto“, escribió Facundo Calabró, conocido como ‘El catador de alfajores’, en su cuenta personal de Twitter @alfajorperdido.

Aún hoy se mantiene el mito. La baja distribución en territorio porteño y otras zonas del Gran Buenos Aires todavía dificultan encontrarlo. Pasaron casi 60 años y el misterio no se despeja. De Pascalis falleció en 2012 a los 86 años y la fábrica se repartió entre sus herederos Nelly de Pascalis, Rubén Aranda y Liliana Elena. En tanto, la presidencia del directorio pasó a manos de Mario Díaz, esposo de Elena.

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NT

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