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Cuál es la historia detrás de Pelopincho, la marca más elegida por los argentinos
La empresa se volvió tan popular que se transformó en un genérico y esto la llevó a dominar este rubro

La marca Pelopincho es sinónimo de verano. Con el solo hecho de escuchar su nombre uno ya puede trasladarse mentalmente a la época de sol y vacaciones. Caló tan hondo en la cabeza de los consumidores que se transformó en un genérico y esto la llevó a dominar este rubro, a pesar de no ser la creadora del mismo. La marca lleva casi cinco décadas de operación y hoy continua como líder en ventas dentro de las compañías que fabrican piletas de lona.
La historia de la empresa está marcada por dos familias cuyas experiencias se cruzaron: los Goette y los Benvenutti. Ambos llegaron a competir dentro del segmento y cada uno tuvo un rol fundamental en la expansión de Pelopincho. Por un lado, Héctor Goette había fundado su taller de reparación de lonas, llamado El Zonda, en los 70. Se había criado en Crespo, un pueblo de Entre Ríos, y había ganado experiencia en el rubro desde pequeño ya que su padre se dedicaba a este negocio. En su emprendimiento, Goette se encargaba de confeccionar telas de lona verde que los camiones utilizaban para proteger la mercadería en la ruta.
Durante aquella época las piletas de lona no eran muy populares dado que la tela desteñía, por lo que esta pata ocupaba muy poco tiempo en el trabajo diario del joven entrerriano. Sin embargo, todo cambió en 1974 cuando los hermanos santafesinos Benvenutti descubrieron la tela vinílica. Esta era más económica, resistente y, lo más importante, no se desteñía. Así fue como los Benvenutti fundaron su propia compañía y la bautizaron Pelopincho. Este nombre estaba inspirado en la historieta Pelopincho y Cachirula creada por el uruguayo Fola y que se publicaba en la revista Billiken. Unos años después, Goette lanzó al mercado su marca de piletas de lona Tiburoncito, sin embargo no lograba equiparar las cifras de su competencia, que se volvió furor.
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CRISIS Y REMATE
Pelopincho crecía e invertía para aumentar su producción, pero sus números empezaron a tambalearse con las políticas económicas de la última dictadura militar. Finalmente la empresa quebró en 1982 y a mediados de los 90 se realizó el remate de la marca. Goette aprovechó el momento para comprarla y la relanzó en 1995 con una fábrica propia en Merlo, San Luis.
Bajo su mandato, la firma se potenció, en especial después de la crisis del 2001 con ventas que incluso rozaron las siete cifras. Asimismo, la marca empezó a exportar y realizó envíos a Chile, Colombia y los Estados Unidos. Eso llevó a que Sonne, fabricante de las piletas Pelopincho y Tiburoncito, desembolsara u$s 5 millones para incrementar su capacidad de producción de 300.000 unidades a 400.000 por año a partir de 2016.
No obstante, la recesión económica provocó una caída del 50% en las ventas lo cual derivó en 38 despidos en 2019. Luego, en pandemia, la demanda se recuperó, aunque con ciertas complicaciones en el abastecimiento. Según fuentes del segmento, el mercado argentino de piletas de lona mueve cerca de 300.000 unidades al año y Pelopincho se lleva más de un 90% del total.
NT

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