Cultura
Muestra “Cartas de la Dictadura” en la Biblioteca Nacional
La muestra incluye 2700 misivas y dibujos de escritores como Juan Gelman y Francisco “Paco” Urondo.
(CABA) Cartas escritas por exiliados, detenidos y desaparecidos durante la última dictadura militar, en las que se revelan proyectos de vida, amores, padecimientos y también alegrías, se exhibirán a partir del jueves próximo en la Biblioteca Nacional, donde son permanente material de consulta por el valor histórico y documental que guardan.
La muestra denominada “Cartas de la Dictadura” incluye 2700 misivas y dibujos de escritores como Juan Gelman, Francisco “Paco” Urondo y su esposa, Alicia Raboy, o Ernesto Sábato, así como de Monseñor Jerónimo Podestá y Clelia Luro, del periodista Eduardo Anguita, y de presas detenidas en la cárcel de Devoto.
El trabajo de recuperación de esta correspondencia surgió por iniciativa de la periodista Laura Giussani, quien vivió en carne propia el exilio en Italia a partir de los 16 años, junto a sus padres, los periodistas Pablo Giussani y Julia Constenla.
“Cuando muere mi mamá empiezo a revolver cajas con cartas del exilio y me parecía un material fantástico porque son documentos históricos, muy importantes para los investigadores“, dijo a Giussani, curadora de la muestra, quien le presentó la inquietud al director de la Biblioteca, Horacio González.
“Lo más difícil era conseguir las cartas y lo hicimos a través de las redes sociales, desde 2012. Las mujeres fueron las primeras en responder a la iniciativa, porque los hombres tienen más pudor de que se lean sus cartas“, recordó.
Las presas políticas de Devoto, que ya habían publicado cartas en un libro que se llamó “Nosotras“, empezaron a donar los fondos documentales completos, lo que permite ver el proceso desde la detención hasta los momentos previos a la libertad.
“Lo que más le cuesta a la gente es abrir la caja con las cartas porque hay una especie de terror a enfrentarse a ese momento, pero una vez que se hace se descubre que es más conmovedor que terrorífico. Encontrás mucha dulzura, afecto y alegría a pesar de la situación“, aseguró.
Abrir esas cajas “sirve para sacar el tabú sobre esa época, porque la tenemos como una época de muerte, cosa que fue, pero también fue una época en la que vivimos, entonces se recupera la vida y sentís una cierta liberación al depositarlo en el colectivo“, consideró.
Giussani, que debió leer cada una de las cartas, evaluó que si bien algunas fueron muy desgarradoras, otras mostraban “la alegría en la cárcel, la fortaleza de los presos, esa garra para resistir cuando al mismo tiempo están sufriendo rupturas“.
Entre las cartas que más le impactaron, la curadora recordó el caso de Graciela Chein, quien tenía un bebé de un año y medio cuando fue detenida en la Capital Federal, y el marido decide quitarle la tenencia del hijo acusándola de subversiva, lo que derivó en una gran dificultad para poder reconstruir el vínculo, algo que le ocurrió a muchas mujeres.
“El nene iba a disgusto a verla a la cárcel, ya que solo puede hacerlo a través de un vidrio, entonces ella le envía cartas con cuentos, con juegos y dibujos para tener una presencia permanente a lo largo de los años que se extendió la detención, que fue de 1975 a 1983“, reseñó.
“Cuando estaba leyendo sus cartas de repente le escribo y le digo decime cómo terminó esta historia porque estoy sufriendo desde el 77, muy angustiada. Entonces me dice: me costó mucho pero en 2012, cuando Mariano tenía 30 años, me dijo mamá por primera vez. Te mando una foto desde Bariloche abrazada con él. En esa foto aparecen los dos sonrientes“, cuenta Giussani.
Otra de las cartas que forman parte de la muestra pertenecen al periodista y escritor Delfor Soto, que fue concejal del Partido Justicialista de La Matanza, y le escribe a sus hijas Laura Beatriz y María Eva.
“Yo no se que va a ocurrir conmigo. Por eso les escribo. Pienso que tal vez algunas de esas bandas demenciales que matan todos los días a mucha gente de manera impune, me localice y me pegue algunos tiros en la cabeza…Ustedes aún son muy pequeñas para entender esto, por eso, si me llegara a ocurrir algo, les dejo esta carta, con mucha ternura y amor…”
Soto fue secuestrado el 21 de agosto de 1976 y se lo vio por última vez en el Centro Clandestino de Detención “El Campito”, de Campo de Mayo.
Otra de las cartas, pero de tono distendido, pertenece a una mujer presa en Devoto, que le escribe a sus padres: “Yo también aprovecho este ratito porque ya terminamos de cenar y dentro de un rato vamos a representar una obra de teatro. Actuamos un montón de pibas y la obra es divertidísima porque es la historia de cuando Sancho Panza fue gobernador de un pueblo y administraba justicia…“.
Forman parte de esta muestra, “las cartas que Juan Gelman le escribe al periodista Juan Salinas -que donó las cartas- y entre otras cosas le pide que le cuente cómo era su hijo, Marcelo, compañero de militancia de Salinas, porque el escritor no pudo compartir sus últimos años de militancia“.
Gelman, miembro de Montoneros, permaneció en el exilio en Italia y luego en México, donde murió el 14 de enero del año pasado, y su hijo fue secuestrado junto a su esposa, por los militares.
Otras de las misivas pertenecen a monseñor Jerónimo Podestá y “dan cuenta de la tentativa de conmover al Vaticano para que interceda en contra de la dictadura en Argentina. Le escribió al mismo papa y fueron cartas impresionantes porque fueron testimonio de que hizo el intento“.
Las cartas revelan también, según Giussani, “mucha contención familiar” y puso como ejemplo el caso de Patricia Boresznstejn, sobrina de Tato Bores, que era militante del ERP y estuvo presa en Devoto, entre 1974 y 1980.
“Escribió un libro donde hay un reconocimiento muy simpático al padre porque dice que cuando era joven creía que su papá era conservador, de derecha y burgués, lo cual era cierto. Por todo eso creía que era una mala persona, pero después cuando estuvo en la cárcel los padres fueron muy solidarios no solo con ella, sino con todas la presas, a tal punto que su padre hablaba de ‘las compañeras’ “, relató.
A ese conjunto de cartas se sumaron las de exiliados en Israel, Venezuela y Suecia, lo cual conformó un arco ideológico muy variopinto: montoneros, peronistas, comunistas, ERP y anarquistas.
“La diáspora fue muy amplia, la sociedad entera sufrió la dictadura, y no fue un problema entre militares y militantes. El desgarro lo sufrió toda la sociedad, porque se fueron más de dos millones de personas, entonces quedaron más de dos millones de familiares acá, además de los presos y desaparecidos que hubo“, manifestó Giussani e invitó a quien tenga cartas que las done para su preservación.
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