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Desde La Plata a estrella porno
Comenzó su carrera en las pasarelas locales y pasó a la televisión, pero se transformó en una figura internacional gracias a sus roles en películas de alto voltaje erótico.

(PBA) Dionisio Heiderscheid fue uno de los modelos argentinos más prometedores durante los primeros años del nuevo milenio. A donde iba, su figura, su charme, encandilaba. que se convirtiera en una figura de la televisión, pero de golpe desapareció, casi sin dejar de rastros.
La puerta de La Dolfina Café se abre e ingresa. Tiene el toque intacto: todos se dan vuelta para mirarlo y él, acostumbrado a la atención, sonríe con cierta modestia. Oriundo de La Plata, Dionisio tuvo una gran relación con la actividad física desde los ocho años, cuando comenzó a entrenar y competir en gimnasia deportiva. Y ese amor por el esfuerzo lo mantiene, ya que para mantener su cuerpo de Adonis, milimétricamente tallado, entrena de cuatro a seis veces por semana, desde Crossfit a boxeo.
Sus inicios fueron en la pasarela, como modelo de las agencias de Pancho Dotto y Ricardo Piñeiro, cuando apenas tenía 20 años. A los 23 sintió la necesidad de un cambio y comenzó a estudiar comedia musical en la escuela de Julio Bocca, al mismo tiempo que era notero de FashionTV y de Tendencia.
Hasta allí, su currículum puede parecer el de muchos personajes de la farándula, pero su carrera dio un giro inusual cuando dejó todo y se marchó hacia Estados Unidos para incursionar en la multimillonaria industria de la películas XXX, donde se convirtió en una estrella.
-¿Cómo pasaste de la TV argentina al cine para adultos?
-Cada tanto, la gente que hace scouting para el cine para adultos, me mandaban mensajes como a muchos modelos de todo el mundo. Al principio era un no rotundo, yo hacía moda y TV. No tenía nada que ver con mi proyecto de vida pero algo en mi decía: “¿Cómo será?, ¿será una industria profesional?, Si uno se aboca de lleno ¿puede realizarse como artista?” Porque también es un arte. Al tiempo me ofrecieron un contrato, varias reuniones vía skype; la verdad es que dude un montón. Pensaba: “puede ser genial -y a la vez- ¿qué estoy haciendo?”. Cuando firmé mi contrato dejé bien claro lo que sí y lo que no. Todo aclarado desde antes, cosa de que no haya problema después.
-¿Consumías este tipo de producto antes de tu historia?
-Como todos. Sí, sí, consumía. Así que me decidí y hablé con mi madre, con mis hermanas, con mi actual pareja Martín, que hoy llevamos 10 años juntos. Les dije: “Tengo la necesidad de hacer esta experiencia”. Quería patear el tablero. Necesitaba atravesar una vivencia así de una manera consciente y sin nada oculto, de una manera segura. Tampoco les estaba preguntando, solo contándoles lo que ya había decidido que iba a hacer.
-¿Qué te inclinó a tomar la decisión?
-Yo estaba haciendo moda y hay un prejuicio que todos lo tenemos. Cuando uno se expone desde un lado sexual tan directo, algunas marcas y sponsors no te van a querer. Pero me rendía más jugarme esa ficha y ver qué pasaba. Yo iba buscando un trabajo y no solamente con la idea de pasarla bien: necesitaba patear el tablero y encontrarme en una industria que me respalde profesionalmente.
Dionisio aseguró ser “más casero que el dulce de leche”, y que la familia juega un rol fundamental en su vida. Por eso, su vida transcurre entre Argentina y Estados Unidos. Aquí comparte su hogar junto a Martín, su pareja -de quien está “enamoradísimo”-, y sus tres gatos.
-¿Cómo fue la reacción de tu mamá cuando se lo dijiste?
-Primero se quedó helada. Pero mi vieja es un sol, es lo mejor que me pasó en la vida, después de una charla me dijo “ponela bien”. ¡Graciela es la ídola de las amigas, ahora! Tuvimos una tragedia fuerte cuando yo tenía 11 años, mi papá murió en un accidente y después de eso creo que a cualquier madre le pasa que, mientras vea a su hijo feliz, el resto es anecdótico. Por hacer lo que hice no iba a dejar de ser quien soy. Al contrario, lo reafirmé.
-Llegaste con temores ante una industria millonaria, pero desconocida, ¿cómo fue ese encuentro?
-Para mi sorpresa encontré una industria súper profesional, excelente gente. Armé mi contrato, tuve la posibilidad de elegir las condiciones de cómo iba a hacerlo, desde qué lugar quería mostrarme. Fue una ventaja que tuve con respecto a la media de las personas que ingresan a trabajar en el cine para adultos.
-¿Cómo fue la primera vez que te viste desnudo frente a las cámaras?
– Muchos nervios, claro. Por suerte tenía algo de experiencia de estar delante de una cámara o en la pasarela. Hay muchos chicos y chicas que piensan que ingresar a esta industria es solo pasarla bien y no es así, es un trabajo de 8 horas, en el que tenés una rutina, un cronograma, hay mucha gente en el set. Esa primera escena fue arriba de la barra de un restaurante, había 10 personas. Entonces el mito de que “en esto la paso bien” hay que derribarlo, porque no es fácil. También hay una gran expectativa de lo que va a pasar con vos, esto también es una gran presión del momento.
-¿Cuánto hay de actuación y cuánto de realidad?
-Entendí que la sexualidad es una emoción. Como cuando alguien filma una película y llora cuando dice te amo en una escena romántica, acá también te lleva a encontrarte con una parte actoral donde necesitás transmitirle a la cámara que la estás pasando bien, aunque haya veces que no sea así.
-Llegaste a convertirte en una súper estrella del cine porno, ¿por qué te retiraste?
-Sí, exacto. Es muy loco y duró lo que tuvo que durar. Estuve seis años y hace cuatro que me retiré. La industria porno creció un montón y bajó mucho la calidad, porque hoy cualquier productor con un cámara HD, un cuarto de hotel y un buen website puede generar un estudio, y eso hace que en algún punto se pierda calidad. La gente puede conseguir este tipo de material gratis por Internet, no se venden más DVD, dejaron de existir las grandes producciones. Desaparecieron los viajes a distintos lugares que yo tuve la suerte de tener, y también bajaron cachés. “Está perfecto, pero hasta acá llegó mi amor”, dije.
-¿Tenés idea de cuánta gente llegó a ver tus películas en Internet?
-Mucha, muchísima. Más de medio millón de personas, amén de que hace cuatro años que me retiré de la industria, cada vez miran más. Con el acceso de las redes se sigue replicando, y está todo bien. Yo sigo cobrando por eso.
En la actualidad, Dionisio se convirtió en un experto en diseño de joyería, a través de su marca, Oh my DIO, que comercializa por Internet.
-En el mundo de la moda, grandes diseñadores llaman a personajes curiosos como vos para insertarlos en la industria, ¿te pasó?
-Sí, me pasó. De hecho, a fines de noviembre tengo que viajar a a Los Ángeles para hacer una campaña que ya firmé para todo 2017.
S.C.

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