Buenos Aires, 15/10/2024, edición Nº 4353
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Moria Casan: “puedo ir al récord Guinness”

Priscilla, la reina del desierto.

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(CABA) Como una paradoja del destino, Moria Casán, la vedette más imitada por los hombres, se pondrá ahora en la piel de un hombre -pero transexual- cuando mañana debute en Priscilla, la reina del desierto, en el teatro Lola Membrives. Allí hará el papel de Bernadette, que dejó Pepe Cibrián. “Es muy loco, yo creo que soy un ícono gay. Cuando vine a ver el espectáculo no anhelé estar arriba del escenario, porque no deseo lo que tienen los demás, pero me gustó mucho esta versión, está muy humanizado el personaje, y mis amigos me decían que era para mí. ¿Sabés la cantidad de hombres que trabajan imitándome hace años? Muchos me escriben que gracias a eso tienen su casa, su auto, su peluquería”, cuenta Moria en su camarín, donde se prepara para interpretar por última vez a la cantinera Shirley, el rol que, en reemplazo de Mirta Wons, también hizo en la obra.

Pese a que es un camarín pequeño, en comparación a los que tienen Cibrián, Alejandro Paker o Juan Gil Navarro -los otros dos protagonistas-, ella asegura que no quiere mudarse cuando pase al rol principal. Este lugar de un solo perchero, un espejo con una mesada pequeña, en la que están desplegados todos sus perfumes y maquillajes, ya tiene su energía y en él se siente cómoda.

Este papel me estaba esperando. La verdad es que yo no tendría que estar acá. Después de no renovar el contrato con la señora Carmen Barbieri para Brillantísima, estaba con la tele (Es jurado del Bailando por un sueño en ShowMatch), me propusieron hacer el papel de Shirley y acepté. Con mi entrada el espectáculo se popularizó y se vendieron más tickets, y eso llevó a que me convoquen a hacer Bernadette”, dice Moria con orgullo porque es la única mujer de todas las puestas que tiene la obra alrededor del mundo -entre otros países se vio en Italia, Inglaterra, Estados Unidos, Australia y Brasil, además de tener una versión cinematográfica- que fue autorizada por los productores ingleses para hacer este trabajo.

Hiciste de todo en tu carrera, pero venís del teatro de revistas; ¿Le tenés miedo al prejuicio del espectador?

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Cero, yo nunca tuve prejuicios en la actuación. Trabajo a corazón abierto y soy independiente a la opinión ajena, y así es como hace cincuenta años que transito en el mundo del espectáculo. He hecho todo: desde todas las revistas con los vivos y con todos los muertos hasta diez años de Brujas, que fue la gran bisagra en mi carrera; soy la mujer que más he trabajado en teatro. Creo que este papel me calza justo: yo también soy una gran transformista con mi vida, soy una “trans”. Transformé el hecho de ser una chica que estudiaba para abogada, y dejó la facultad de Derecho para meterse en un teatro de revistas. Transformé a una chica que iba a ser siempre una vedette para consagrarme como actriz en Brujas. Yo me tiro, acepto desafíos, no me encorseto en lo que sé que puedo dar. El verdadero artista debe tener primero la flexibilidad consigo mismo, y los de afuera son de palo. Si vos creés en lo que hacés, el público lo compra y te va a seguir siempre, todo depende de uno. Además, acá yo fui el vehículo de la popularización del espectáculo para que la gente no tenga el prurito de lo que es un musical ¿Qué tiene de vos el personaje?

Para mí el papel de Bernadette es casi orgánico, lo tengo internalizado. Es un personaje que tiene mucho de femenino y también un gran componente masculino. Es tal como soy yo en la vida real, que siempre digo que tengo un pene que uso de bufanda, con el que salgo a pelear a la vida. Soy medio trans porque nunca me sometí a los decretos ni paternos ni culturales, ni a los mandatos ajenos, y para eso siempre luché. Yo me tiro, pero ¡ojo! llevo más de 40 años de escenario: tengo musicalidad, texto, memoria. En diez días me aprendí el papel que a la gente le costó cinco meses, tengo esa facilidad. Después de hacer teatro de revista, que es como parir en contramano en la Lugones, aprendí todo. Ahí estás todo el tiempo descontextuada; aunque armada como un arbolito de navidad, si no tenés carisma, no tenés nada. Yo soy de las pocas carismáticas que tiene talento. En la revista era muy femenina, pero hacía cosas de hombres, como capocómica, como un travesti, como un transformista. Tenía que hacer reír y se supone que las mujeres regias no hacen reír, por eso siento que este papel lo tengo incorporado. Acá estoy protegida.

Remarcás mucho que no sos el reemplazo de Pepe Cibrian, ¿por qué?

Yo no reemplazo, no copio, y no imito a nadie. Este papel será otro. Ahora la piel de Bernadette la voy a encarnar yo, es otra propuesta. Además, marco un hito en la historia de la obra: soy la única mujer que hará este personaje, así que hasta puedo ir al récord Guinness. Por eso no es un reemplazo, un reemplazo es cuando lo hacés y el artista vuelve, acá tuve la suerte de ser elegida por los ingleses para este papel. Y eso que casi no tuve ensayos generales, sólo dos. La directora prefirió que no los hiciera, porque yo ya tenía al papel. Cuando estaba haciendo el rol de Shirley me quedaba mirando para ver los lugares, los movimientos y los tiempos de Bernadette, porque son 15 cambios de ropa.

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Durante la nota, Moria deja ver dos grandes tics. El primero y más notable, ponerse perfume en las manos varias veces. El segundo, jugar con una tarjeta plástica. Una “Sube” de las que se usa para pagar en el transporte público. “No tenía idea de qué era esto ni qué decía. No sé cómo llegó a mí, no usó colectivos. Siempre tengo una tarjeta para ayudar a delinearme los ojos, pero son siempre de crédito”, señala sorprendida entre risas, y aclara rápidamente que siempre se maquilla ella misma. Llamativamente, lo único que está pegado en el espejo de su camarín, que ocupa hace un mes, es la oración del “Credo Trans” -un rezo común entre los transexuales-, que se le cayó de su biblioteca junto a una estampita de la virgen de Guadalupe: “No soy devota, pero sé que es una virgen milagrosa”, explica. Además, agrega que unos días antes fue invitada a una fiesta electrónica, en la que se enteró de que era una celebración gay, y que fue allí donde le ofrecieron el papel. “Fueron señales, yo no creo en las casualidades”, argumenta convencida Moria.

Siempre revolucionás tus lugares de trabajo. Acá ya hubo rumores de pelea con los protagonistas.

Soy una mujer intensa, y a donde voy provoco, pero soy cero conflicto. Pepe (Cibrián) se había enojado un poco con la producción, porque no le dijeron que yo venía, y ahí se generó un conflicto. Pero eso de que estábamos peleados no fue así. Los protagonistas están felices con que me haya sumado a la obra. Soy una profesional y no me engancho ni con lo bueno ni con lo malo, no vengo a hacer amigos ni enemigos: vengo a laburar y a dar lo mejor de mí. Mi llegada provocó un soplo de oxígeno renovador y, gracias a mí, la obra que se iba a bajar continúa y 85 familias mantienen su trabajo.

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