Buenos Aires, 21/11/2024, edición Nº 4390
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Santiago del Moro: “nunca me apasionó ninguna bandera política”

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(CABA) “Yo no creo en nada de todo esto. Y esa fue una de mis mayores virtudes para que este medio no me llevara puesto”. Lo dice, categórico, Santiago del Moro. “Nada de todo esto” es, para el conductor, de 37 años, el fenómeno de Intratables, ese circo romano del prime time televisivo donde se debaten los temas más calientes de la agenda periodística bajo los códigos de una tribuna caliente futbolera y con un panel de expertos en el chicaneo propio de los programas de chimentos.

Desde 2013, el ciclo –que se emite de lunes a viernes por América y sumó este verano un Bonus Track dominical– se convirtió en un espacio de visita obligada para la clase política: candidatos, dirigentes, funcionarios, gremialistas. Variopinto es el staff de inquisidores (Silvia Fernández Barrio, María Julia Olivan, Paulo Vilouta, Diego Brancatelli, Liliana Franco, Débora Plager, Fernando Cerolini). Y ecléctica es la elección de los columnistas invitados a opinar sobre la polémica del día: de los periodistas Fanny Mandelbaum y Horacio Embón a la modelo Vitto Saravia y Agustina Kämpfer, expareja del vicepresidente Amado Boudou, the sky is the limit.

Juntos, y revueltos, encaran a los referentes de la política y la economía que asumen el riesgo de ser entrevistados (léase: cuestionados, increpados y provocados) al ritmo de los dictados del minuto a minuto. Con suerte y cintura dispar, unos y otros se animan (o resignan) a dar el salto de fe necesario para participar en el show periodístico que cambió, se verá si para siempre, los parámetros de un género que, desde el regreso de la democracia, parecía anclado en el formato pregunta/respuesta + dúo de conductores alternándose en el rol de entrevistador bueno/entrevistador malo + decorado oficinesco con potus de rigor.

Por allí ya pasaron los precandidatos presidenciales Sergio Massa, Daniel Scioli y Mauricio Macri. También Florencio Randazzo, ministro del Interior y Transporte; Facundo Moyano, diputado nacional del Frente Renovador con sangre sindicalista en las venas; el economista Martín Redrado, el senador Pino Solanas; el vicepresidente del Mercado Central, Alberto Samid; el gobernador cordobés José Manuel de la Sota y el presidente de la UCR bonaerense, Ricardo Alfonsín. Del secretario de Seguridad, Sergio Berni, a la diputada de UNEN y nieta recuperada Victoria Donda, pasando por la fundadora de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Graciela Fernández Meijide, y el líder piquetero Luis D’Elía, todos y todas entienden que vale la pena someterse a los tarascones del panel. Porque así pueden capitalizar no sólo el impacto del vivo sino también la réplica viral de sus tramos más picantes en las redes sociales.

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El año del debut de Intratables fue, para América, un hito. Porque, en 2013, el canal de los cubos multicolores no sólo fue el único que creció en audiencia, sino que también recuperó su tercer puesto, con un promedio anual general de 5 puntos (contra 4.3 del período anterior), según Ibope. En esos 12 meses, los líderes Telefé y El Trece bajaron de 11.2 a 8.5 y de 9.5 a 7.9, respectivamente. ¿Las cifras del show de la política conducido por Del Moro, medidas del 7 de enero de 2013 al 7 de enero de 2014? Entre su estreno con 3.8 y su despedida con 3.5, tuvo un piso de 1.2 (en Nochebuena), un pico de 8.7 (el 26 de abril, con la cobertura de la represión de la Policía Metropolitana a la protesta del personal de sanidad en el Hospital Borda) y detentó un rating promedio anual de 4.8. Ya en 2014, registró una performance de 4.6 (promedio general), con picos de 6.8 y un piso de 1.8 (nuevamente, en la previa navideña), correspondientes al período enero 2014/enero 2015.

Seguramente esa misma frase resuena en su cabeza cuando la alarma del celular, a las 5, le recuerda que es hora de ir a la radio. Allí, bajo el lema “Somos un programa buena onda”, Del Moro se permite compartir con los oyentes cientos de anécdotas de su infancia, entre mate y mate, como si las estuviera recordando con su grupo de amigos de crianza. “Mi viejo tenía una casa velatoria que funcionaba en la vivienda de mi abuela, y yo jugaba entre los cajones como parte de mi rutina. Un día, cuando murió mi bisabuela, todos mis afectos lloraban sobre el cajón y tomaban café. Ahí entendí el significado de la vida y de la muerte”.

Relatos similares, contados sin alardes ni disimulos, refuerzan el carisma y desenfado que le permitieron lograr, en pocos años, lo que muchos no consiguen con años de trayectoria: la aprobación sostenida del cambiante público. Hoy, se confiesa agredecido por haber formado una familia con María (“es quien me baja a tierra cuando vuelvo cargado con la adrenalina de la tele. Sin ella, no hubiese podido llegar adonde llegué. La ventaja es que no pertenece al medio, sino sería muy esquizofrénico”) y enfatiza el estado de felicidad que vive desde que es padre de Catalina, de cuatro, y Amanda, de dos: “Ya nada es igual”.

A los 18 años viajó a Buenos Aires “para estudiar publicidad”. Recuerda que, si bien en su casa no lo presionaban, sí le sugerían que se formara en algo relacionado con las Ciencias Económicasporque, en una de esas, tendría un buen pasar en el futuro. Caí en Comercio Exterior, pensando que viajar estaría bueno”, evoca. Pero rápidamente percibió que no era lo suyo y que la piloteaba mejor con las materias en las que podía estirar el cuento… Abandonó la carrera cuando le faltaban 6 materias para recibirse y se decidió por la televisión, su gran objetivo. “Siempre me gustó”, es su única explicación. Tras conseguir una tarjeta de contacto en Much Music, el canal de videoclips que llevaba poco tiempo en el país, durante una semana fastidió tanto a una secretaria de la señal con su presencia que logró ser entrevistado por una productora y dar una prueba de cámara.

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En su primera misión como movilero le asignaron entrevistar a la cantante Alanis Morissette. Al poco tiempo, en 2001, debutó como conductor de un ranking musical, Countdown, que mutó en un freak show, según define en su libro, donde organizó concursos de eructos y gemidos adolescentes. En pleno éxodo post-corralito, el programa incluyó Escalera a la nada, una parodia del reality show Escalera a la fama: pibes de la calle, víctimas de acoso escolar y aspirantes sin talento desfilaban por el estudio, en una cruda alegoría al momento que atravesaba la Argentina.

Así, Del Moro fue ganando confianza y probando con otro tipo de programas hasta que, en 2008, América lo convocó para conducir Infama. Concebido como un parche de verano, se mantuvo seis años en el aire bajo su batuta. A fines de 2014 se despidió de Infama.

¿O fue un hasta luego, como se rumorea?

Infama me dio todo. Fue un programa muy chiquito que arrancó con poco tiempo de preparación y se quedó todos estos años. Para un conductor es muy difícil perdurar, porque la vorágine hace que el recambio sea constante, y hay pocas vacantes. En ese momento sentí que era mi oportunidad, y que quizás no habría otra. Es un programa que amo y defiendo, porque tocamos temas de actualidad, nos bancamos los altos números de la novela brasileña Avenida Brasil (NdE: Por Telefé, promedió los 16 puntos diarios y logró, en ocasiones, vencer al tanque de Marcelo Tinelli, ShowMatch, mientras que Infama le hizo frente manteniéndose en sus 5.5), pero no nos detuvimos. En principio, paré por el verano, pero hay una clásula en el contrato que me permite volver.

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Ahora que es uno de los conductores más populares de la nueva generación en la televisión, ¿qué opina de los próceres?

Mirtha (Legrand) está aggiornada. Nicolás Repetto es un excelente conductor, canchero, pero cuando vuelve parece que hace tele vieja. Lo mismo pasa con Julián Weich: es un gran conductor pero hace un programa que podría ser del ‘93, ‘98 o 2000. Y Marcelo Tinelli debería seguir haciendo lo que hace pero ir por más, porque es el número uno.

Jueves 5 de febrero. Arranca Intratables con un informe titulado: Nisman: Stiuso en la mira. Tres minutos después, empieza el debate. La periodista Mónica Gutiérrez se expresa sobre la muerte del fiscal del Caso AMIA: “Siento una profunda sensación de conmoción. Además, pertenezco a una generación que ha conocido la violencia política. Tengo un compañerito (NdE: Señala a su colega Carlos Campolongo, sentado en uno de los atriles) con el que compartimos pantalla en momentos tremendos. Tengo edad suficiente para recordar muchas etapas de violencia política”. Arremete el panelista Camilo García: “¿Pudiste trabajar en la época de la dictadura?”. Campolongo lo increpa: “¡No tiene nada que ver eso. Está diciendo algo más profundo!”. Gutiérrez sigue hablando y García insiste, hasta que la conductora de América Noticias estalla: “No empieces a chicanear, no desvíes el tema”. Recién allí, suena la campana. Hasta entonces, Del Moro ¿moderó? la discusión con la mano izquierda en el bolsillo y se limitó a pedir que se bajara el tono de la discusión agitando sus tarjetas. “Vengo del formato del videoclip y me acostumbré a ese ritmo, pero sé que a veces, según el tema, hay que bajar los decibeles”.

El 19 de enero pasado, la Argentina amaneció con la noticia de la muerte del fiscal Alberto Nisman en vísperas de su presentación ante el Congreso con motivo de su denuncia contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y funcionarios, por encubrimiento de la pista iraní en el atentado contra la mutual judía en 1994. Ese día, Intratables alcanzó un pico de 6 puntos, que se estabilizó en un acumulado final de 5.1. Si se compara esa medición con la performance de la señal de noticias TN (pico 11.7 el martes 20, con un acumulado final de 8), puede comprenderse, quizás, por qué Intratables es un fenómeno televisivo digno de análisis.

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¿Cómo vivió la noticia de la muerte del fiscal del Caso AMIA, Alberto Nisman?

Ese día terminé de hacer Intratables Bonus Track y me fui a mi casa. Entrada la madrugada leí algo en Twitter, pero no me lo tomé muy en serio. Cuando me levanté a las 5 para ir a la radio, prendí la tele y la noticia ya era tapa de todos los diarios nacionales e internacionales. ¡Fue un shock para todos! Porque, junto con esa tragedia, se revivió la tragedia de la AMIA, de esa gente que hace 20 años pide Justicia. Es un tema tan delicado y cala tan hondo…

¿Qué otros temas de la actualidad le producen un impacto emocional?

Al estar permanentemente informado sentís que todos los días te pegan un cachetazo. Pero lo que más me llega son los casos de las chicas abusadas por familiares, más desde que soy padre. A veces reparás en todo lo que nos falta avanzar como sociedad, porque siguen pasando cosas atroces respecto de la violencia de género. Estoy cansado de recorrer las rutas y ver lo que vemos todos con la trata de mujeres. Es como cuando vas a comprar algo en un lugar de cosas robadas y sabés que está mal. Son cosas de la injusticia con las que no podés hacer nada.

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¿Y la crisis económica, inflación incluida?

La sufrimos todos, los que están más abajo y los que están más arriba. Tenemos un país muy rico y tendríamos que estar genial.

Parece que ni siquiera los chicos pueden estar al margen de la coyuntura…

Siempre cuento que cuando mi hija Cata me pide que me quede un rato más en casa, le respondo: “No, mi vida, tengo que trabajar para que vos puedas ir a la escuela y tener una prepaga por si te enfermás”. Tiene cuatro años ¡y ya sabe perfectamente lo que es una prepaga!

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¿Y qué le genera la figura del papa Francisco?

Me shockeó de entrada. ¡No lo podía creer! Recuerdo que estaba en mi casa, saliendo para el canal y, me llamaron urgente para la cobertura, porque tenía que ver con la historia del mundo. Y más allá de que seas católico o no, hay que reconocer que cambió el rumbo de la Iglesia. ¡El Papa va a empezar a casar gente divorciada! Es un Papa rockero y está dispuesto a patear el tablero.

Intratables comenzó siendo un programa de debate sobre el espectáculo que mutó en un show político, donde todos se sacan chispas. ¿Lo vio venir, lo tomó por sorpresa, lo planeó?

Fue un programa pensado para el verano y no estaba proyectado que se extendiera. El equipo era bueno desde el principio y, como conozco muy bien el mundo de la farándula, ya sabía hasta dónde podía ir. Pero me abrió las puertas de otro mundo, desconocido para mí, como es la política. Desde entonces, me informo y trato de mejorar cada día. Pero te aseguro que le hubiese puesto la misma garra si me hubiese tocado conducir un programa de deportes, porque mi objetivo es llevar adelante un proyecto rodéandome de especialistas que hagan su trabajo. El mérito es que llevamos a la televisión lo que pasa en la mesa de un bar o en la oficina. La idea es hacerlo fácil, simple y desacartonado, no ir ni al nicho político ni al económico pero sí abrir el juego y hacer de esos temas algo más popular, tratados de la manera en que los habla la gente en su casa. Por eso, sin ser especialista, te enganchás.

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¿Cómo son los políticos detrás del decorado?

¡Los políticos son una raza aparte! Están pendientes de cuestiones que exceden al discurso, como el minuto a minuto. Son las nuevas vedettes. Pero no pelean por su presencia en un boliche, ¡pelean por un voto! Hay una nueva política, que tiene que ver con los medios. Creo que las próximas elecciones se van a ganar desde un estudio de televisión.

¿El cambio de foco implicó algún ajuste en la línea editorial que le baja el canal?

Trabajo cómodo. Nunca me han bajado línea. Y agradezco a las autoridades del canal por la libertad. De otra manera, no hubiese podido hacerlo.

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¿Sigue creyendo que Marcelo Tinelli es “el gran jefe de prensa de los políticos”?

Sí, porque me pareció increíble lo que hizo con Martín Insaurralde. Fijate que pasó de ser un don nadie a un primera línea, y en tiempo récord.

En época de campaña, ¿qué le generan las​ gigantografías de los políticos en la ruta?

Cuando veo esas cosas pienso en la plata que se gasta. Aunque, claro, si no los conocen, no los pueden votar. Pero también creo que, más allá de una foto, si la gente no ve que hay un proyecto concreto, difícilmente los tenga en cuenta.

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¿Qué opina de ‘la grieta’?

Yo me siento en el centro, abajo, viendo cómo se tiran bombas de un lado y del otro. Creo que la mayoría de los argentinos estamos en esa grieta: nada es tan blanco ni tan negro. ¡Hay que medir un poco el fanatismo!

¿Algún partido político lo convocó?

Sí, me llamaron, pero nunca me apasionó ninguna bandera política. Soy respetuoso y trato de hacer mi político para armar: de cada uno intento rescatar lo mejor.

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A mediados de enero se lo vio, inusualmente, enojado, cuando la legisladora María José​ Lubertino dijo que “América banca a (Sergio) Massa” y lo acusó, de modo indirecto, de hacer campaña por el líder del Frente Renovador. ¿Por qué esa chicana lo sacó de sus casillas?

No tengo nada personal con Lubertino, pero no puedo permitir que alguien se meta con mi laburo cuando, además, el canal nos da mucha libertad para trabajar. Intratables no es un programa oficialista ni anti-gobierno, ¿se entiende? Fue por eso que inmediatamente le dije que tenía cinco minutos para decir lo que quisiera. Al 80 % de la gente que va a mi programa no la conozco, por lo tanto no sé qué van a decir. Pero justamente por eso no puedo permitir que me chicaneen. Las grandes ideas se sacan de los debates.

¿Se imagina replicar en el país los debates políticos televisivos como se celebran en los Estados Unidos?

Me encantaría, pero los políticos argentinos tienen mucho asesor al lado.

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¿Cree que las mujeres de los candidatos influyen en la campaña?

¡Tre-men-da-men-te! Cada vez más, los políticos se muestran con su familia en la playa, en un restaurante, en una actividad al aire libre, suben a Twitter una foto compartiendo un asado. Antes, al político le bastaba con ser político. Las cosas cambiaron y la gente quiere ver cómo son.

¿Ya pensó a quién le va a dar su voto?

No, no me identifico del todo con ninguno de los candidatos.

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¿Se anima a caracterizar a los precandidatos que más suenan?

Daniel Scioli es la serenidad absoluta para afuera y no sé cómo hace para mantenerse equilibrado puertas adentro. Sergio Massa es un buen estratega, mueve las fichas aguardando el momento del gran batacazo: imagino que debe dormir pensando en el día que le cuelguen la banda presidencial. Mauricio Macri puede ser la gran sorpresa pero, a diferencia de los otros dos candidatos, no lo desvela ocupar ese cargo.

Si en una de esas escapadas que hace a Tres Algarrobos le avisan que Cristina está del otro lado de la tranquera, ¿la invitaría a almorzar?

¡Querría que ella me invitara a la Quinta de Olivos a comer! Y, de paso, le diría que me muero de ganas por hacerle una nota. ¡Espero su llamado!

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