Buenos Aires, 19/03/2024, edición Nº 4143
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Revelan que el 87% de las galletitas, cereales y postres para chicos son de baja calidad nutricional

Según un estudio contienen cantidades excesivas de azúcares y sodio. También encontraron que muchos productos ofrecen mensajes confusos.

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(CABA) La obesidad avanza a gran velocidad y en Argentina el aumento se está dando en forma alarmante también entre los niños. Nuestro país tiene la segunda tasa más alta de sobrepeso en niños menores de 5 años de la región, con un 10% de niños con exceso de peso. Por eso hay cierta urgencia para adoptar medidas para intentar detener la epidemia de obesidad, que alcanza a gran parte del mundo.

Con estos datos presentes, la Federación Interamericana del Corazón Argentina (FIC), la Fundación para el Desarrollo de Políticas Sustentables (FUNDEPS) y la Universidad Católica de Santa Fe, realizaron un estudio para analizar el rotulado y las estrategias de marketing de tres grupos de alimentos que son muy consumidos entre los chicos: galletitas dulces, cereales y postres. Entre mayo de 2016 y mayo de 2017 se analizaron 301 productos de esas tres categorías. El trabajo incluyó a todos los productos de estas categorías que se encontraron una sucursal de una cadena de supermercados.

Para evaluarlo, los investigadores tomaron como referencia del perfil de nutrientes propuesto por la Organización Panamericana de la Salud, que analiza la calidad nutricional de los alimentos tomando tres parámetros: niveles de sodio, azúcares libres y grasas –saturadas y trans-. Y concluyeron que el 87% de los cereales de desayuno, los postres y las galletitas dulces contienen una cantidad de excesiva de uno o más nutrientes críticos como sodio, azúcares libres o grasas.

También encontraron que muchos productos ofrecen mensajes confusos: 4 de cada 10 productos presentaban mensajes de nutrición, por ejemplo, “fuente de vitaminas y minerales”, “50% de calcio diario recomendado” o “reducido en calorías”. Estos mensajes son incorporados como un valor positivo del producto, y puede llevar a que los consumidores los identifiquen como saludables.

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Hoy la discusión por promover un etiquetado frontal, que es el que creemos que se debería impulsar, y que esté formulado de forma tal que lo pueda entender un niño. Que sea información que pueda entender alguien que no sepa de nutrición, que la información no requiera interpretación. Todas las estrategias de prevención de enfermedades crónicas no transmisibles deben tener esta perspectiva”, explicó a Clarín Lorena Allemandi, directora del área de alimentación saludable de la FIC.

El trabajo también evaluó las técnicas de marketing utilizadas para atraer a los niños, más allá de los mensajes de nutrición que contenían. El 32% de los productos utilizaba personajes en sus envases. El 9% contenía regalos. El 6% traía envases coleccionables. Y un 5% contenían juegos.

“Argentina necesita un sistema de etiquetado frontal claro, que se regule este tipo de mensajes cuando el mensaje no cumple con estándares de salud pública y que se regule el publicidad”, añade Allemandi.

Hasta el momento, Argentina ha logrado avanzar con dos leyes, la de reducción de sodio y la eliminación de las grasas trans. “Tenemos una historia en haber logrado cambios con el sodio y las grasas trans a partir de acuerdos que primero hizo con la industria para reducirlos en los alimentos, y luego esos acuerdos avanzaron en sus respectivas leyes. Son pocos los países el mundo que han podido hacer ese recorrido”, explica el doctor Alberto Cormillot, especialista en nutrición. Para el médico, uno de los problemas es que para avanzar en una ley de etiquetado, primero es necesario establecer el corte para cada uno de los componentes críticos. “Debemos definir qué es alto, y eso es algo que también se debe consensuar, como hizo Chile. La política de alimentación de un país tiene que ser tan seria como la política monetaria”, agregó.

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La obesidad en Argentina está creciendo, tanto en adultos como en niños y adolescentes. En adultos, sobrepeso y obesidad, está casi en un 60%. Y en niños Argentina ocupa uno de los lugares más importantes de la región. Estamos hablando de un problema importante”, explica a Clarín el doctor Sebastián Laspiur, consultor en enfermedades no transmisibles de la OPS en Argentina. “Este no es un problema sólo de conciencia individual, la culpa no la tiene el obeso o la familia en forma completa, si no que hay un ambiente obesogénico, que tiende a aumentar la obesidad”, advierte el especialista.

Entre los factores que más inciden en ese ambiente obesogénico, identifica “la publicidad de alimentos ultraprocesados con altas cantidades de sodio, grasas y azúcares, que además tienen bajo poder de saciedad y que en muchos casos son casi adictivos. Estos alimentos están desplazando a los alimentos verdaderos, como carnes, legumbres, frutas y verduras. Todo esto hace que el patrón alimentario haya cambiado en los últimos 20 años, con una fuerte aceleración en estos últimos años”, dice Laspiur. NR


Fuente consultada: Clarín

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