Buenos Aires, 28/09/2024, edición Nº 4336
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Deportes

Liniers, el barrio donde respira el rugby

En algunos tramos del espectáculo, el público jugó su partido, con presión y calor; el trauma de los trapitos, un problema sin solución; nostalgia por la despedida de la localía.

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(CABA) Entre 2008 y 2015, la cancha de Vélez, que a fines de la década del 90 se había transformado en la casa del seleccionado, albergó sólo tres test matches. Ayer, el estadio José Amalfitani volvió a abrirle sus puertas a los Pumas, nada menos que en el partido más esperado del año y para coronar un 2016 en el que volvió a ser el escenario del rugby argentino por excelencia, luego de recibir también las siete presentaciones como locales de los Jaguares en el Super Rugby.

La gente respondió agotando las entradas a poco de haberse puesto a la venta, como hacía tres años no ocurría, colmando las tribunas y alentando cuando el equipo lo necesitó. Si bien Vélez no aporta el marco de espectacularidad que brindaba el estadio Único de La Plata, más moderno y estético, sí tiene el plus de unas tribunas pegadas al campo de juego y al aliento del público prácticamente en la nuca de los jugadores, algo que los propios All Blacks reconocieron antes del partido, en cuanto a que sería un elemento de presión más.

“Jugar en nuestra cancha, con nuestra gente nos da un plus de motivación”, había destacado el capitán Agustín Creevy en la previa. “Jugar con los All Blacks en la Argentina siempre es muy lindo. La cancha va a estar llena, es el último partido de local del año, y más por jugar contra ellos. Para nosotros todos los partidos son importantes, pero éste tiene un plus.”

Esa presión se sintió especialmente a partir de los 15 minutos del segundo tiempo, cuando los Pumas jugaron por extensión de 10 minutos cerca del in-goal rival, provocaron dos amonestaciones y un try. Aunque no alcanzó para dar vuelta el partido, fue el momento de mayor fervor. Al final, la gente reconoció el esfuerzo del segundo tiempo.

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El acceso fue difícil y el que fue en automóvil más aún, ya que debió haber tenido previstos $200 para los trapitos. El estadio se fue llenando de a poco y a 20 minutos del partido ya estaba colmada. Las puertas se habían abierto a las 16 y los que llegaron temprano pudieron amenizar la espera en el fan zone instalado detrás de la tribuna local, con foodtrucks (una hamburguesa, papas fritas y una coca a $120), música y juegos con premios en los stands de los sponsors con los que la gente se enganchaba. Luego del partido tocó una banda en vivo.

Entre los 32.527 espectadores se hicieron notar un par de centenar de neozelandeses, todos vestidos de negro, que alentaron con respeto y disfrutaron de la demostración de sus representantes. Para destacar también el comportamiento de los argentinos, haciendo silencio cada vez que Beauden Barrett ensayaba una patada a los palos.

Uno de los momentos más sentidos fue la entonación del himno argentino, ya que a la emoción que le imprimen los Pumas se le sumó una conmovedora interpretación de Nahuel Pennisi, el joven artista ciego que a puro talento con su guitarra y voz contagió a todo el estadio.

En el entretiempo se le rindió un homenaje a Ángel “Papuchi” Guastella, ex jugador y entrenador de los Pumas, pero sobre todo un maestro de rugby que falleció el jueves a los 85 años. Fue quien dirigió a aquellos Pumas del 85, los únicos que pudieron empatarle a los All Blacks, 21-21 en Ferro. Todo el estadio lo despidió con un aplauso.

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Fue la última presentación de los Pumas en la Argentina del año. Para la última fecha del Rugby Championship, dentro de seis días, cedieron la localía y enfrentarán a Australia en el estadio de Twickenham, Londres. El cierre de la temporada será en noviembre, con una gira de cuatro partidos en Japón (uno ante el local) y el Reino Unido (tres: ante Gales, Escocia e Inglaterra).

Luego del Mundial 2007, con el cambio de Comisión Directiva en la UAR, los Pumas comenzaron a jugar la mayoría de sus partidos en el interior para difundir el rugby por todo el país. Para el Rugby Championship, la sede elegida para recibir a los campeones del mundo, y único partido en el ámbito de Buenos Aires, el epicentro por excelencia del rugby argentino, había sido el estadio platense.

Para este año, y luego de que se frustrara la opción inicial de River (como ante el mismo rival en 2001), la UAR volvió a apostar a Vélez, como en el duelo ante Sudáfrica del año último que marcó la despedida de los Pumas antes de viajar al Mundial. El último partido de nivel en esa cancha había sido el test match con Francia de 2008, el día de los 31 puntos de Felipe Contepomi. En 2013, los Pumas recibieron allí a Inglaterra en un encuentro en que los dos equipos se presentaron sin sus principales figuras.

La de ayer fue la cuarta visita de los All Blacks a Vélez. Allí jugaron dos veces en 1991 (ganaron 28-14 y 36-6) y una en 2006 (25-19, el partido más ajustado de los últimos 15 años). Sede del primer éxito ante Inglaterra (15-13 en 1990) o la mayor goleada ante una potencia (la mencionada victoria ante Francia por 41-13), Vélez volvió a ser ayer la casa de los Pumas.

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S.C.

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