Empresas
La Juvenil, una empresa que crece de generación en generación
La Juvenil, con ayuda de la paciencia, el tiempo y las nuevas generaciones a logrado posicionarse y expandirse a distintos puntos de Buenos Aires.

(CABA) La fábrica de pastas con su local al frente, que nació en 1959 sobre la Av. Federico Lacroze, fue creciendo hasta ser hoy una fábrica que abastece a 21 locales de venta al público, seis restaurantes propios y provee sus productos a empresas de catering y hoteles.
Su fundador es Gerardo Bermúdez, un inmigrante español que llegó a la Argentina con tan sólo 13 años y comenzó a trabajar en una fábrica de pastas hasta crear la suya propia: La Juvenil, que, actualmente, tiene 400 empleados y una facturación mensual de 15 millones de pesos.
Pero Bermúdez no estuvo solo. Al poco tiempo de emprender su negocio se fueron sumando sus ocho hermanos. Esto facilitó la expansión de la marca, dado que entre toda la familia pudieron ir abriendo nuevos locales de pastas artesanales. En 1965, al local de Av. Federico Lacroze se sumó el de Caballito, y así sucesivamente hasta superar las 20 tiendas.
“El fundador les fue enseñando a todos sus hermanos el oficio a medida que iban ingresando al negocio. A quien le interesaba abrir un local propio, ponía el dinero para hacerlo y lo abría. Así, se empezó a fomentar que cada hermano con su familia tuviera su propio local y, con el tiempo, su sociedad“, explica Gonzalo Bermúdez, sobrino del fundador, quien junto a su padre, Carlos, maneja los cuatro locales que están en Villa del Parque y Barrio Norte. Si bien cada hermano buscaba su independencia siempre lo hicieron bajo un mismo paragua, que era la marca familiar, afirma.
A pesar de que cada socio ya tenía un local con su fábrica incluida, las ganas de expandirse aún más, en parte por la cultura familiar que aspira siempre a crecer, y en parte porque una segunda generación comenzaba a querer participar del negocio, llevaron a la empresa a decidir construir una planta que permita centralizar la producción. Una vez más los socios se unieron para hacer de Pasta Factory una realidad.
En 1994 se puso en marcha esta fábrica que ocupa unos 2000 metros cuadrados del barrio de Villa Ortúzar y tiene una capacidad de producción de 50 toneladas de pastas y sus derivados por semana. Al principio, eran los hermanos los que la manejaban. Pero con el tiempo tomaron la decisión de profesionalizar el management de Pasta Factory dado que se hacía difícil dedicarse a la planta y continuar con los locales.
“La planta empezó a pulmón entre todos, pero, alrededor de los dos años, se decidió profesionalizarla de forma paulatina. Necesitábamos a alguien capacitado que pudiera dirigir el día a día. Hacía falta un manejo distinto al que se tenía en los locales. En la fábrica sí hay un organigrama, para el resto de la empresa no. Es un ambiente diferente al de los locales. La fábrica se organizó como una empresa tal como dicen los libros de management, y no como una empresa familiar“, indica Bermúdez.
La fábrica provee productos terminados, semielaborados y materias primas a los locales, aunque los abastece según la necesidad de cada tienda. “Algunos, como son las más tradicionales, siguen haciendo la producción ahí mismo“, agrega. Según el sobrino, en una primera instancia, la familia nunca imaginó que la fábrica llegaría a tener la capacidad de producción que tiene hoy, ni sus 200 empleados.
Tener una gran planta productora permitió a La Juvenil, por un lado, abrir más locales de venta al público, dado que ya no hacía falta montar una fábrica en cada tienda. Esto significaba una inversión menor en tiempo y dinero. Por otro lado, posibilitó unificar sabores, procesos de elaboración y presentación de los productos. “A pesar de que la receta siempre fue la misma para todos los locales, cada cocinero tiene su mano. El centralizar la producción en una misma fábrica permitió evitar estas posibles variaciones”, dice Bermúdez, quien representa a la segunda generación.
Pero eso no es todo. Tener una fábrica también impulsó la apertura de la cadena de restaurantes Mondo Spaghetti en 1999. El nuevo negocio de la empresa familiar es dirigido por esta segunda generación de los Bermúdez cuyo objetivo es llevar hasta la mesa de los comensales los productos cocinados de La Juvenil. Hoy lo hacen a través de seis locales en la Capital y Gran Buenos Aires.
La expansión del negocio de La Juvenil también apeló al modelo de franquicias, aunque éstas sólo se incorporaron en la provincia de Buenos Aires, donde tienen tres locales en Pilar, Canning y Lomas de Zamora.
El negocio está llegando a su tercera generación y el gen familiar sigue con ganas de crecer. Aspira a llegar al interior del país a través de las cadenas de supermercados, que desde hace tiempo vienen manifestando su interés de vender productos de La Juvenil.
El tiempo pasa, el negocio se expande y desde La Juvenil creen que “con tiempo se cocina mejor“.
Fuente: La Nación

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