Buenos Aires, 22/12/2024, edición Nº 4421
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Crecen los incendios domésticos en la Ciudad por fallas eléctricas

Aumentaron de 26% en 2014 a 41% en 2015, según la Superintendencia Federal de Bomberos.

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(CABA) El 15 de agosto, José Luis Naz se despertó sobresaltado por una pesadilla espantosa. Pero no se trató solamente de un mal sueño. La causa de su tormento era real: su departamento, ubicado en la avenida Jujuy al 200, en el barrio porteño de Balvanera, se estaba incendiando. Y pese a que Naz se pudo salvar escapando por una ventana, en el piso 13, el fuego devoró casi todo lo que tenía antes de que las cuatro dotaciones de bomberos que trabajaron en el lugar lograron controlar las llamas. Los peritajes determinaron que el fuego se originó por el recalentamiento de una “zapatilla” que tenía enchufados varios electrodomésticos.

Casos como éste, lejos de ser extraordinarios, son cada vez más frecuentes, según demuestran las últimas estadísticas elaboradas por la Superintendencia Federal de Bomberos.

Del total de incendios ocurridos en los hogares porteños durante 2015, la proporción atribuida a fallas en la instalación eléctrica domiciliaria casi se duplicó con respecto al año anterior: del 26% aumentó al 41%. Y uno de los mayores peligros son, dicen los especialistas, las “zapatillas”.

Cuando una instalación eléctrica irregular es sobreexigida por la incorporación de electrodomésticos de alto consumo energético aumentan las probabilidades de incendio debido a recalentamientos, explicaron especialistas.

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La Asociación Electrotécnica Argentina (AEA) calcula que en los últimos 20 años, debido al uso creciente de electrodomésticos, el consumo de energía eléctrica en los hogares se incrementó, en promedio, seis veces. Pero mientras tanto las instalaciones, en general, no fueron actualizadas. “Sólo se les hacen parches”, alertó Patricia Yerfino, de la Asociación para la Promoción de la Seguridad Eléctrica (APSE).

“El aumento en la compra de electrodomésticos provocó una sobrecarga de las instalaciones eléctricas hogareñas, que en muchos casos fallan debido a su precariedad”, alertó el subcomisario Marcelo Ochoa, de la Superintendencia Federal de Bomberos, y aclaró que la mayoría de los casos “son por fallas humanas”, no de los equipos.

Contratar personal no idóneo para instalar equipos y efectuar arreglos, usar materiales de baja calidad, contar con un cableado no acorde con la carga eléctrica que deberá soportar, emplear “zapatillas” sin interruptores térmicos y conectar electrodomésticos de alto consumo energético a enchufes “triples” son algunos de los errores que pueden provocar incendios.

Las fallas más comunes se deben al empleo de materiales “no aptos”, que no soportan la carga de tensión. Por ejemplo, para evitar tragedias como la vivida por Naz en su departamento, las populares “zapatillas” deben contar con un “interruptor térmico” incorporado, que corte la corriente en caso de sobrecarga, para ser seguras.

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“No vendo ni loco zapatillas sin interruptor térmico: son un peligro”, advierte Nicolás, vendedor en Electricidad Arev, distribuidor mayorista de materiales eléctricos, que atiende en Pueyrredón 1130, en el barrio de Balvanera.

Sin embargo, en una recorrida por distintas ferreterías céntricas, se comprobó que son muchas las que venden zapatillas sin esa protección. Mientras una con interruptor térmico (de tres tomas y un cable de 1,5 metros) cuesta unos $ 230, otra que no lo tiene vale $ 146. Pero en la zona de Once los manteros las venden a $ 40.

Sólo para contingencias

Ochoa explicó que las “zapatillas” deben utilizarse sólo para “contingencias”, pero nunca de modo permanente: “Se les puede enchufar una cortadora de pasto para hacer un trabajo breve. Pero es un error incorporar la zapatilla a la instalación permanente”. Por ejemplo, para tener conectada la heladera.

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“Entre 2011 y 2015 se produjo un boom de consumo de electrodomésticos”, indicó Rodrigo Álvarez, director de la consultora Analytica. Agregó que durante el gobierno nacional anterior se fomentó el consumo con líneas de financiamiento atractivas, y que por las bajísimas tarifas de los servicios la venta de electrodomésticos rhubo un alza significativa.

Según datos de la Dirección de Industria y Comercio de Tierra del Fuego, en 2015 la producción de equipos de aire acondicionado aumentó un 20%; la de hornos de microondas, 19% y la de lavarropas 35%, entre otros electrodomésticos.

Los artefactos que más energía consumen son el aire acondicionado, el horno eléctrico, el lavarropas, la heladera, el horno de microondas, la plancha y los dispensers de agua, según coinciden los especialistas.

Si por ser demasiado fino el cableado se recalienta, las llaves termomagnéticas cortarán la corriente. Pero algunas personas pierden la paciencia cuando las llaves “saltan” seguido y las “refuerzan” con un mayor amperaje, con lo cual dejarán de saltar pero no se evitarán los recalentamientos, que podrían derivar en un incendio. “La solución consiste en reemplazar el cableado y colocar uno acorde a la carga que debe soportar”, explicó José Eduardo Alfonso, electricista matriculado.

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Aunque no hay datos estadísticos sobre el grado de irregularidad de las instalaciones eléctricas residenciales, “la experiencia, producto de haber visitado durante años los hogares durante operativos, dice que la precariedad es alta”, sostuvo Ochoa. Lo cierto es que en el interior de los inmuebles la seguridad eléctrica es responsabilidad exclusiva de cada persona.

Junto con la compra de un equipo de aire acondicionado, las casas de electrodomésticos más conocidas ofrecen un “servicio de instalación”. Hernán Avanzini, vendedor de Frávega en la sucursal de la avenida Pueyrredón al 400, en el barrio de Once, explica que la instalación de un equipo de 3000 frigorías (el más popular) cuesta $ 2600 y la efectúa personal matriculado. Pero algunos compradores prescinden del servicio que se les ofrece y buscan por su cuenta un instalador, a veces idóneo y otras veces, no.

“Cuando alguien tiene un problema eléctrico en su departamento es frecuente que llame al encargado de su edificio, que sin ninguna capacitación específica, efectúa una refacción provisional del desperfecto, emplea material sin certificar y modifica el sistema, al que se le agrega más carga”, alerta Yerfino.

En otros casos, es el propio usuario el que se encarga de ejecutar los trabajos. “Compro yo, lo hago yo… ¡Y listo!”, ironiza Ochoa, y agrega que “así es el ADN argentino”.

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S.C.

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