Buenos Aires, 25/04/2024, edición Nº 4180
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Los problemas del dinero y la pareja

¿Ahorrar o no ahorrar?

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(CABA) Uno quiere ahorrar, el otro prefiere cambiar el auto. A la hora de invertir, también están en desacuerdo: ella sueña con tener el techo propio, mientras que él prefiere vivir sin llegar ajustado a fin de mes y alquilar un departamento. Son felices. Se tienen el uno al otro. Se aman, sí, no lo ponemos en duda. Pero, la plata se está convirtiendo en fuente de discusiones. No es llamativo: dos de cada tres parejas no terminan juntas su vida. Y las estadísticas, en la Argentina y a nivel mundial, coinciden en que la principal razón de ruptura son los problemas económicos o desacuerdos financieros, seguida por la infidelidad. ¿Por qué discuten los que se aman cuando de la economía doméstica se trata? Las tres razones clave son:

*Por falta de dinero: Cuando no se llega a pagar las cuentas, los nervios están a flor de piel. Y basta una chispa para encender una hoguera.

*Por diferencias de criterio: Cuando la plata alcanza (o sobra), las discusiones por diferencias de criterio están contenidas. Pero ante cualquier inconveniente empiezan a saltar los desacuerdos: “¿Por qué pagamos una prepaga tan cara?, “no se justifica tener a la señora que nos ayuda en casa tantos días”, “debemos cambiar a los chicos a un colegio más económico”.

*Por aportes desiguales: Cuando uno gasta más del fondo común, se lo percibe como una injusticia. O puede que la discusión se genere por la cualidad superflua de algunos gustos que se permite el otro. Sin embargo, pocos advierten que se suele erogar lo mismo… pero diferente.

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Entonces, para conocerse en relación con ese tercero en discordia que es el dinero, aconsejo:

*Ser comunicativos: En tren de llegar a acuerdos y a una convivencia financiera feliz, es saludable que nadie se guarde nada. Para entender cómo moviliza emotivamente el dinero al otro, primero deben escucharse.

*Poder de adaptación: Los tiempos cambian y las situaciones financieras también. No debemos ser rígidos, sino aprender a vivir el momento. Hay oportunidades para gastar e invertir, así como épocas en las cuales lo más recomendable es ser espartanos y consumir lo justo y necesario.

*Todos para uno: Por más que uno tenga más ingresos, la administración de los fondos es una actividad compartida. Tampoco importa quién tenga más conocimientos financieros: ambos deben tomar la decisión. De nada sirve luego el “te dije que no era un buen momento”. Juntos deben acordar las erogaciones de dinero en el tiempo.

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Cómo invertir de a dos

Las parejas deben mirar el ahorro y la inversión a largo plazo. ¿Por qué? La respuesta es muy simple: las familias tienen gastos muy importantes que se incrementan con el tiempo. La llegada de un hijo implica asumir más gastos para mudarnos a una casa más grande, nuestros padres crecen y debemos ayudarlos financieramente o quizás debamos enfrentar un mal momento laboral. Los gastos crecientes hacen que muchos no puedan ahorrar e invertir algo significativo en el corto plazo; y, cuando sobra un pesito, en general se gasta. Así, a los matrimonios que piensan en las finanzas con una mirada a corto plazo les resultará muy complicado incrementar su capital. El gran objetivo, entonces, debe ser crecer patrimonialmente, de a poco pero a pasos firmes, en lugar de ir incrementando el gasto o consumiendo todo el dinero que van juntando. La clave es el tiempo: en la medida que todos los años, meses y días de nuestra vida hagamos algo para incrementar nuestro capital, vamos a crecer patrimonialmente y vivir más tranquilos.

Quién administra mejor

Las estadísticas indican que, en el mundo, las mujeres son responsables del 70 por ciento de las compras. Pero eso no significa que sean más gastadoras: la mayoría de las veces es porque los hombres prefieren que ellas se encarguen de las compras diarias. En el balance, hombres y mujeres gastan en gustos propios por igual. Ahora, cuando se trata de invertir, los roles cambian: el hombre toma más riesgos por impulso y siente que una inversión puede reportarle beneficios millonarios; la mujer, en cambio, emplea su lado más objetivo y desconfía de todo aquello que escape de su comprensión. Ella, conservadora. Él, inversor adrenalínico. Conclusión: ellas son mejores inversoras y, a largo plazo, obtienen mejores resultados.

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¿Y si la pareja no funciona? Si el divorcio es inminente, en general, la persona que termina la relación planifica la ruptura con anticipación. Cuando hay disparidad en los bienes propios –porque hay desigualdad en lo que cada uno tenía antes de casarse o porque uno de los dos recibe una herencia o donación–, el que menos tiene debe estimular el ahorro y la compra de bienes en común durante el matrimonio. De lo contrario, si se divorcian, sufrirá una grave pérdida en su calidad de vida porque, como sabemos, no le corresponderá más que la mitad de los bienes gananciales y nada de los bienes propios del otro. Para no quedar en la ruina ante un divorcio, recomiendo:

* Tener control de las finanzas personales, así como de los movimientos de las cuentas bancarias: si no sabés lo que el otro tiene, puede engañarte con mucha facilidad. Y nunca se puede separar lo que no se sabe que hay.

* No firmar ningún papel con el que no se esté de acuerdo y que pueda implicar la pérdida de derechos económicos.

* Proteger los objetos que desaparecen con mucha facilidad en un divorcio: obras de arte, dinero en efectivo, joyas o relojes. La mejor manera: asegurarlas.

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En la pareja, todo sube y baja: quien manda y tiene mejor trabajo un tiempo, puede perderlo y pasar a ser, de un día para otro, un mantenido. Ese es el mensaje principal de mi nuevo libro Amor… sos la inversión de mi vida. Cómo tomar las mejores decisiones para que tu pareja y tu economía crezcan juntas. Porque la pareja perfecta son dos bolsillos de un mismo pantalón: siempre distintos, siempre juntos.

La salud financiera del amor

Muchos llegan a casarse o convivir sin conocer el perfil financiero de su pareja. Por regla general, cuando uno está noviando, el manejo del dinero es un tema tabú. Sin embargo, conviene preguntar(se): ¿Mantiene a sus padres o a sus hermanos? ¿Tiene alguna deuda y está en condiciones de honrarla? ¿Está involucrado en algún negocio o inversión que, en caso de que no resulte, pueda impactar en el bolsillo común? ¿Tenemos los mismos objetivos de crecimiento económico a futuro?

Fuente consultada: apertura.com

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