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Ahora las redes contra los taxistas
Miles de usuarios compartieron un texto que critica el actuar de los taxistas que «jamás sintieron el más mínimo respeto por la gente que les da de comer”.

(CABA) La guerra que lanzaron los taxistas contra Uber hace unos días continúa creciendo, ya que aseguran que su implementación es no solo ilegal, sino que insegura para los pasajeros. Sin embargo, parece que miles de usuarios se están poniendo del lado de la aplicación. Así lo revela un texto que está circulando en redes y que ya fue compartido cerca de seis mil veces y recibió más de ocho mil “Me gusta”.
“Desde que estás arriba de ese auto pintado de negro y amarillo, jamás sentiste el más mínimo respeto por la gente que te da de comer”, comienza, para finalizar varios párrafos después con “ahora que apareció algo nuevo que te hace la competencia, en vez de hacer un mea culpa y cuidar de ahora en más al que te queda, te ponés a hacer quilombo, cortás las calles -cagándole la vida al que tiene auto o viaja en bondi, y por ende, no tiene nada que ver con tu problema-, y boicoteás al nuevo servicio que te hizo descubrir tus propias limitaciones”.
A continuación el texto completo que escribió el usuario Diego Bournot:
“Desde que estás arriba de ese auto pintado de negro y amarillo, jamás sentiste el más mínimo respeto por la gente que te da de comer.
Durante años te dedicaste a estafar a tus clientes instalándole a tu coche un piripipí para afanarle media docena de fichas a cada viaje, haciéndote un mango extra a costa de hipotecar tu moral.
Te estacionaste en terminales de trenes y micros para currar a los turistas extranjeros y del interior, llevándolos a pasear para sacarles el doble de guita de lo que sale el viaje para quien sabe adónde va y cómo llegar.
Compraste billetes truchos de cien pesos a cuarenta mangos, para pasárselos a esos mismos turistas y a ancianos que no se dan cuenta.
En días de lluvia, ya tenías un viaje asignado por radio o pactado de antemano, así que no pensabas levantar un cliente de calle. Pero no te molestabas en apagar la bandera, cagándote de risa de ese pobre infeliz sin paraguas que salía de debajo del toldo y se arrimaba al cordón de la vereda a hacerte señas, para ver cómo lo pasabas de largo mientras él se mojaba por culpa de tu hijoputez.
Cuando tenías ganas de cortar el laburo, en vez de apagar la bandera la dejabas encendida y tratabas de enganchar un cliente que te lleve para tu casa, sometiendo a quien te paraba a un escrutinio antes de dejarlo subir, y lo rebotabas si el viaje no te llevaba para tu barrio.
Cuando el viaje se pasaba de un número redondo por un par de monedas y el cliente te ofrecía pagarte el número redondo, no aceptabas porque no querías perder esas dos monedas, pero si eras vos quien debías dar el cambio, no tenías problema en caretearle al cliente que no tenías cambio, y le garcabas esas mismas dos monedas que vos no querías ceder.
Mil veces te pasaste a propósito del destino de un cliente o agarraste mal para tener que dar una vuelta de más y alargar el viaje, jugando con que el cliente, por no discutir, te iba a abonar el total, ya que vos no pensabas reconocer el error y descontarle ese adicional de la cifra final.
Cuando el cliente que te hacía señas en la vereda estaba con valijas o alguna cosa que ibas a tener que meter en el baúl lo dejaste de garpe, porque te daba paja bajar y abrirlo por un viaje que quizás no era largo.
Mil veces, en vez de cortar el laburo para ir a cargar gas o nafta, subiste el cliente igual, y luego lo hiciste perder tiempo esperando mientras vos cargabas en la estación de servicio, pero al final del recorrido, las fichas que cayeron por la espera se las cobraste también.
Cuando un cliente te hizo señas antes de que cruzaras el semáforo y la luz roja te detuvo, se te subió otra persona pero vos no le dijiste que ya te habían parado. Subiste al cliente y pasaste frente al tipo que te había parado antes mirando para otro lado.
Te cagaste en aquel de quien vivís de todas las formas posibles, y ahora que apareció algo nuevo que te hace la competencia y corrés el riesgo de perderlo, en vez de hacer un mea culpa y cuidar de ahora en más al que te queda, te ponés a hacer quilombo, cortás las calles -cagándole la vida al que tiene auto o viaja en bondi, y por ende, no tiene nada que ver con tu problema-, y boicoteás al nuevo servicio que te hizo descubrir tus propias limitaciones.
Digo yo, ¿qué tal si madurás y te das cuenta de que siempre fuiste un forro, y tenés exactamente lo que te merecés? Y ya que estamos, te aclaro que tuviste suerte, y siendo un forro la piloteaste bastante tiempo… #Uber #Taxis”. NR

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