Buenos Aires, 19/03/2024, edición Nº 4143
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Cultura

Sebastián Pandolfelli: “La realidad argentina es un delirio”

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En una entrevista exclusiva con Parabuenosaires, Sebastián Pandolfelli, uno de los exponentes de la nueva camada de escritores argentinos, junto a autores como Leonardo Oyola y Selva Almada, habló sobre el panorama literario actual y de su maestro el escritor argentino Alberto Laiseca.

 

Sebastian-Pandolfelli

Escribe Alan Ojeda

(CABA) De la casa del Mostro -así lo llaman sus alumnos a Alberto Laiseca-, ha salido una camada de incontables escritores que hoy en día están renovando el panorama literario argentino. Sebastián Pandolfelli es uno de ellos. Autor del éxito Choripan Social (Editorial Wu-Wei), la nouvelles Rocanrol (Editoria Funesiana) y Esa Básica Unidad  (Editorial Eloisa Cartonera) y dueño de un humor delirante y corrosivo, sus obras son una lectura necesaria para tener una nueva visión de nuestra “realidad delirante”. Recientemente también publicó en la antología Ficciones Súbitas (Ediciones De Aquí a la Vuelta), en la que los autores tenían como consigna escribir la necrológica de un personaje famoso que aún no hubiera muerto. En el caso de Sebastian Pandolfelli fue el Jefe de Gobierno, Mauricio Macri.

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-Choripán Social fue un éxito en librerías. ¿Cuantas ediciones se imprimieron ya?

La primera edición es del 2012 de Editorial Wu Wei y está difícil de conseguir en las librerías porque se agotó. Eran 500 ejemplares, tampoco es tanto. Pero para ser una tirada de una editorial independiente, chica y desconocida, de la primera novela de un desconocido, agotar esa tirada es un gol de media cancha. Así que está por salir una segunda edición por Wu Wei y estamos muy contentos. Si alguno la quiere conseguir ya, debe quedar un saldo en alguna librería de esas de cadena y si no, esperen que en un par de meses sale la nueva edición. Choripán Social también se publicó en 2013 por Editorial Tambo Quemado en Santiago de Chile. De esa edición todavía hay unos cuantos ejemplares distribuidos así que el que quiere uno, lo encarga y se lo mandan. Me gustaría editarlo en algunos países de latinoamérica y en España. Es una novela muy argentina pero a la vez universal, creo que es una buena manera de mostrar la “Argentinidad al palo”.

Con Rocanrol que salió por Editorial Funesiana en 2008 y se reeditó en 2012 pasó algo similar, se agotó al toque, pero eran unas tiradas mucho más chicas. Son libros hechos a mano. Ahora ese texto se puede conseguir gratis online desde la página de Funesiana y si encargás el libro, Funes te lo arma y lo mandan a tu casa.

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Ahora edité por Eloísa Cartonera una librito nuevo Esa Básica Unidad, son dos cuentos que transcurren en una Unidad Básica en Lanús y hay algunos personajes que vienen de Choripán Social.

-¿Por qué decidiste agarrar al peronismo como material de sátira para la novela?

Yo nací y me crié en Villa Diamante, en Lanús Oeste, donde hay una Unidad Básica cada dos cuadras. Lo viví muy de cerca. En la novela no hago precisamente una sátira del peronismo, el tono de Choripán Social sería más una parodia de ese gran movimiento de masas. La sátira está más centrada en los discursos políticos que pongo en boca de algunos personajes. En la corrupción que aparece por detrás. Y en la forma en que se construye la novela. Satirizo la “forma” de la novela, y satirizo la idiosincrasia argentina, parodiando al peronismo. Sería imposible contar la historia argentina de los últimos años sin contar el peronismo. Imaginar este país sin peronismo es como imaginar el mundo sin Coca-Cola o sin los Simpsons. Mi novela es una parodia satírica. Una versión de la argentina pasada por el “realismo delirante”. Y ya lo dijo Antonio Cafiero: “El peronismo da para todo”, por eso lo usé casi como columna vertebral de la novela. Mi libro nuevo, Esa Básica Unidad sí es más una sátira sobre el funcionamiento de las Unidades Básicas en Lanús. También tengo un cuento en la antología de relatos de zombies El libro de los Muertos Vivos donde unos locos intentan revivir a Manolo Quindimil y se llena el barrio de zombies peronistas. Y Otro cuento en el libro Ficciones súbitas que salió hace poco, donde relato las últimas horas de vida del Jefe de Gobierno… La convocatoria para Ficciones Súbitas era que tenía que escribir la necrológica falsa de algún famoso que esté vivo y no quise matar a algún ser querido o admirado, entonces me resultó más fácil desde el otro lado. Y al personaje que elegí lo quiere muy poca gente, jejejej. Yo sabía que  el golpe de efecto iba a funcionar. Ya leí ese texto en vivo varias veces y el público se caga de risa. Como autor voy cruzando sátira y parodia todo el tiempo, tamizadas por el realismo delirante. La única verdad es la realidad. Y nuestra realidad es un delirio.

 

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-¿Qué otros escritores contemporáneos recomendás leer?

Para mí los más importantes son Laiseca, Aira y Fogwill. Serían como los Borges, Cortázar y Arlt para los de mi generación. Y entre mis congéneres hay muchos muy buenos. En primer lugar los discípulos de Laiseca: Selva Almada, Leonardo Oyola, Leandro Avalos Blacha, Juan Guinot, Ale Zina, Gabriela Cabezón, Natalia Rodríguez, Guillermo Naveira, Odiseo Sobico, Julián López… También la poesía de Francisco Garamona, Rodolfo Edwards, Desiderio, Durand, Jonás Gomez, Fabián Casas, los textos de Cucurto. Leo mucho y todo mezclado, sobre todo contemporáneos. Ahora estoy leyendo Con el bombo y la palabra, un ensayo de Edwards que es buenísimo y a la vez voy mechando con los cuentos de Felisberto Hernández y la novela nueva de Enzo Maqueira que se llama Electrónica.

-¿Cuáles son tus libros imprescindibles?

Esa lista cambia todo el tiempo. Bueno: El jardín de las máquinas parlantes de Laiseca,  La conjura de los necios de Kennedy Toole, El guardián en el centeno de Salinger, Niebla de Unamuno, “Muchacha Punk” de Fogwill, No habrá más penas ni olvido de Soriano, El camino del tabaco de Erskine Caldwell, Historia argentina de Fresán, El señor de las moscas de Golding. No podría definirme por uno o dos libros y tampoco te voy a nombrar los clásicos que se supone que hay que leer, para eso están los escritores serios, los intelectualosos o la Ñ.

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-Junto con Selva Almada sos uno de los alumnos más antiguos de Alberto Laiseca. ¿Cuales son fueron las cosas más importantes que aprendiste y te enseñó?

Soy alumno de Lai hace 11 años, y él es un Maestro Zen. Te enseña a esperar. Y a trabajar. Y trabajar. Y escribir. Y esperar. Es del tipo Sr. Miyagui: “pinta la cerca”, “Pulir, encerar”. Con el tiempo entendés de qué se trata. Hay que leer más, escribir más y vivir más.

-¿Cómo ves el panorama literario argentino actual?

Está buenísimo. Se está escribiendo mucho. De todo. Hay un montón de editoriales nuevas y se funden algunas y aparecen nuevas. Hay para todos los gustos. También se fusionaron las grandes así que el megapolio va a fabricar libros como hamburguesas, fast food, fast lit, es todo la misma mierda. Pero está bueno que siguen y siguen apareciendo editoriales nuevas, como hongos después de la lluvia, y ésas le van a hacer el aguante a los autores que no quieren o no pueden publicar en las grandes. Yo prefiero las independientes. Con Independientes me refiero a que no dependen de una multinacional, que son chicas y que tienen un editor detrás armando un catálogo con determinada línea. A mí no me venden en Coto, pero sé dónde está mi libro y mi editor es un editor, un tipo que lee y apuesta y pone la plata. No es un mercenario que te cobra por publicar, ni un contador o un marketinero recibido en la UCA que vende libros como podría vender telefonitos celulares. Recomiendo la lectura de un libro genial que muestra el panorama literario y editorial que se viene gestando hace unos años. “La edición sin editores” de André Schiffrin.

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-¿Cómo te posicionás entre la cuestión realismo vs literatura fantástica?

Ya lo dije, parafraseando al Pocho: “La única verdad es la realidad”. Pero la Realidad argentina es un delirio. Me gusta la literatura que me entretiene, que me cuenta una historia y si de paso me deja pensando, mejor. Así que no me importa si es realista o es ciencia ficción.

 

-La realidad política y social en la Argentina está cada vez mas efervescente ¿Cual crees que es el deber ser el rol del escritor en todo eso?

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Observar. Observar y escribir sobre lo que ve. Dejar registro. Ya sea crónica, cuento, novela, ficción, lo que venga. Eso ya es bastante. Igual depende de lo que quiera cada uno. A un tipo que escribe autoayuda no lo vas a poner a opinar como intelectual, sin embargo hay un montón de esos falsos profetas hablando al pedo cual filósofos mediáticos.  Todo lo que uno hace es en sí una cuestión política. Cada uno debe ocupar el rol que se le canta y buscar legitimación y está en los demás legitimarlo o no. El infierno son los otros. Yo soy un tipo que cuenta historias y te entretiene un rato y te hago cagar de risa y capaz te dejo pensando un poco, pero no soy un intelectual. ¡Vade Retro!

También como músico me pasa que trato de componer canciones con el material que tomo de lo que me rodea. Los temas de mi banda “Los Barriletes Cósmicos” tienen mucho de sátira sobre la realidad argentina.

El rol del artista es el de observar y tomar lo que le sirve y construir una obra con su visión particular y mostrarla a los demás. Detrás de eso siempre hay una intención, una postura política.

 

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-Laiseca siempre se refiere a vos como su “Lugarteniente”. Fuiste el encargado de pasar a word los manuscritos de algunas de sus novelas, entre ellas la novela sobre Vietnam que siempre dijo que le debía a su juventud. 

Con el tiempo el Maestro se convirtió en mi amigo. Lai está grande y yo lo ayudo con algunas cuestiones de la vida cotidiana. Tiene un grupo de discípulos que lo rodea y que le aguanta los trapos: Selva, Rusi Millán, Guille Naveira y Naty Rodríguez siempre están ahí. Al pié del cañón cuando los rusos están llegando. Con los pibes estamos haciendo un documental que se llama “El Mostro” sobre la vida de Laiseca, ya está bastante avanzado, lo dirige Rusi.

Y La puerta del viento finalmente es una nouvelle.  A Lai le llevó muchos años bajar al papel esa historia, que es bastante autobiográfica. Un mambo personal que tiene con Vietnam. Es corta pero es muy potente. Ahora está escribiendo Camilo Aldao una novela sobre su pueblo que es un flash.

 

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-¿Tenés algún consejo para los  más jóvenes que recién se están lanzando a escribir y publicar?

Trabajar. Escribir. Esperar. Y trabajar. Y trabajar. Y escribir. Y esperar. “Pinta la cerca”, “Pulir, encerar”. Con el tiempo entendés de qué se trata. Hay que leer más, escribir más y vivir más.

 

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