Buenos Aires, 04/12/2024, edición Nº 4403
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Huertas urbanas: la resistencia vegetariana en la ciudad

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La creación de huertas en lugares urbanos se ha vuelto algo cada vez más común. La experiencia de cultivar el propio alimento y sin ningún tipo de agroquímico va ganando terreno. Esta moda se ha desarrollado también en ciudades como Detroit, como una alternativa para afrontar también la crisis económica y aprovechar el espacio.

huerta

(CABA) Las motivaciones de las personas que eligen tener una huerta en su balcón, patio o terraza son infinitas. Están los que ya no quieren comer tomates sin gusto a nada; o los que le tomaron el gustito a la cocina gourmet y aprendieron que el secreto de un gran plato, antes que la receta, es la materia prima. Hay personas que quieren garantizar su verdura orgánica y comer sin pesticidas ni agroquímicos. Y están aquellos que además tienen un compromiso ético con el planeta y aportan su granito de arena cultivando de manera sustentable. Lo concreto es que con las minihuertas personales, aquella costumbre antigua de ir al “fondo” a traer verduras para la ensalada, está volviendo a ser algo habitual. No será el “fondo”, será la maceta en vez de la tierra misma, pero hierbas aromáticas, verduras y frutas crecen en las grandes ciudades paliando la convivencia con tanto cemento. “Cuando sentís que podés comer lo que cultivás se te acomodan las prioridades de una forma nueva: no te da fiaca regar, te acordás de las plantas cuando estás fuera de casa, intercambiás recetas con amigos, empezás a comer otras partes de verduras que no solías comer“, dicen Santiago Remondino, Milagros Guedes y Manuela Menéndez, dueños de Flor de Huerta, un emprendimiento que incluye el armado y mantenimiento de huertas y también talleres de compost (con unas composteras que ellos mismos diseñaron).

Todos los consultados coinciden en que armar una minihuerta es sencillo y accesible. El ingeniero agrónomo Juan Acita, especialista en diseño del paisaje y huertas en terrazas y jardines (quien dicta cursos sobre estos temas en la Facultad de Agronomía), aporta: “Hace falta un sitio con un mínimo de cuatro a seis horas de sol, 2 metros cuadrados de superficie o 10 a 15 macetas, semillas y plantines, agua para riego próximo al lugar y muchas ganas“. Por supuesto, se requiere de conocimientos que se pueden adquirir fácilmente, pero lo concreto es que se trata de arremangarse y meter las manos en la tierra. Y por sobre todo, en respetar los ciclos de la naturaleza, que también de eso se trata.

Meter la mano en la tierra, literalmente, puede ser una buena actividad para liberar el estrés y recuperar el contacto con la naturaleza. Federico Moschettoni es cocinero y dueño de Huertas del Gorro (uno de los emprendimientos más reconocidos y proveedor de varios cocineros como Juliana López May o Darío Gualtieri). Asegura que tener la propia huerta es una buena manera de cultivar la paciencia. “Es increíble la ansiedad con la que vivimos, hay gente que apenas pongo la planta ya me pregunta cuándo cosechan. “Faltan 60 días”, les digo, y se les transforma la cara. Esperar es un mensaje oculto que la huerta nos enseña, como también estar atento a cómo va evolucionando cada planta; a ser prolijo, cuidar la limpieza. Es un cable a tierra total. El planeta es una maceta y estamos tirando cualquier cosa, no reciclamos nada, es alarmante.

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La reflexión sobre el cuidado del planeta es común. Valeria Churba y Justine Massey estudiaron Ciencias Ambientales y hoy son dueñas de Jardín gourmet, la empresa que formaron para acercar espacios verdes y productivos sin importar el espacio del que se disponga. “El planeta está pasando por un momento difícil en el que resulta imprescindible la acción y el compromiso. Tomar conciencia y actuar frente a la problemática ambiental depende de valorar todo lo que la naturaleza nos brinda. Un primer paso accesible es tener una huerta en casa. Ver crecer y cosechar de forma orgánica las propias verduras y hierbas implica una gran satisfacción y aprendizaje para quien la tiene y un gran aporte al cuidado del planeta. Los que arman su huerta se emocionan, logran un involucramiento en el cuidado y en la producción de comidas que esta buenísimo. Desde ya, capacitamos a los clientes para que no se frustren durante el mantenimiento y puedan conocer los ciclos de las plantas“, dicen Valeria y Justine.

En Flor de Huerta concluyen: “Es una cuota de naturaleza garantizada: te enseña que los ciclos naturales tienen otros ritmos, te enseña acerca de la renovación y transformación de todos los elementos que la forman. Es una actividad terapéutica desde varios puntos, ya sea desde el trabajo manual, con las manos en la tierra y al aire libre, hasta el acto reflexivo de relacionarse con elementos dinámicos. Ejercitás la paciencia y la observación, la contemplación, la atención.

Moschettoni lo dice clarito: “Mi objetivo son los niños. Enseñarles a que puedan hacer la huerta, que puedan conectarse, que formen parte. ¡Es tan importante y ellos son esponjas, aprenden tan rápido! Es una enseñanza invalorable. También estoy trabajando con unos médicos para ver si podemos hacer huertas en hospitales. Porque es energético, metés la mano en la tierra y te conectás. Yo hago huertas en cualquier lado, en una canoa, en una heladera vieja. Le ganamos un año o dos a algo que se iba a tirar. No hay recipiente que se te resista, es imaginación pura. En cualquier cosa que retenga tierra, podés tener tu huerta“.

El INTA también pensó en los niños y en su sitio se puede disfrutar de una historieta y de actividades prácticas para chicos y docentes. En este link se puede bajar el pdf que es atractivo en todo sentido: .
Por supuesto, no podían faltar las aplicaciones celulares para saber más sobre huertas. Con información básica, las mejores rankeadas son IHuerting y Huerto en casa (ambas en español).

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Pro Huerta es un programa del INTA y del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación con más de 20 años de trabajo en territorio. Con presencia en todo el país, el programa cuenta hoy cerca de 624 mil huertas, 130 mil granjas y 3,4 millones de personas involucradas. Se trata de un programa enmarcado en la seguridad alimentaria, la capacitación progresiva, la participación solidaria y el acompañamiento a través de la intervención activa del voluntariado y de redes de organizaciones de la sociedad civil; tal como se lee en los documentos del sitio de Pro Huerta. El ingeniero agrónomo Guillermo Aguirre, de INTA Córdoba, realizó un trabajo llamado “La Huerta en la Azotea” (Se puede descargar el pdf en ), donde explica todos los pasos para hacer una huerta en casa. “Con este programa se reparten semillas gratis a todo aquél que lo solicite, en todo el país. Por supuesto la prioridad la tienen los sectores más vulnerables. También ofrecemos capacitación y seguimiento para que esas huertas se desarrollen de manera correcta.

La Organización de las Naciones Unidas declaró al año 2014 como “Año Internacional de la Agricultura Familiar” con el objetivo de aumentar la visibilidad de la agricultura familiar y la agricultura a pequeña escala al centrar la atención mundial sobre su importante papel en la lucha por la erradicación del hambre y la pobreza; la seguridad alimentaria y la nutrición, para mejorar los medios de vida, la gestión de los recursos naturales, la protección del medio ambiente y lograr el desarrollo sostenible, en particular en zonas rurales. La meta del 2014 es reposicionar la agricultura familiar en el centro de las políticas agrícolas, ambientales y sociales en las agendas nacionales, identificando lagunas y oportunidades para promover un cambio hacia un desarrollo más equitativo y equilibrado.

Fuente consultada: Tiempo Argentino

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