Buenos Aires, 28/03/2024, edición Nº 4152
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El propietario de Cromañón manejaría un prostíbulo

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Rafael Levy, quien será juzgado en el segundo proceso por Cromañón, que comienza en febrero, sería el propietario de un bar donde se ejercía la prostitución. Varias ONG presentaron grabaciones y otras pruebas ante la jueza Servini de Cubría.

Mirá mami, acá todas las minas laburan y vos también tenés que laburar… y no me quedó otra.” Eso es trata de personas. La frase es sólo una de las que se ven en la investigación que la Fundación La Alameda hizo con una cámara oculta en el bar ubicado en Avenida Rivadavia 3007, propiedad de Rafael Levy, dueño del boliche Cromañón, donde hace siete años murieron 194 personas, y procesado por esa tragedia. El comercio, según los vecinos de Once, abrió en 2006 y se llamó Peko’s y Quatro Cat’s. Luego de una denuncia de la defensora del Pueblo, Alicia Pierini, que se apoyó en el primer material filmado por La Alameda, fue clausurado en 2008. Para entonces, ya funcionaba como prostíbulo, incluso, con camas adentro. Ese año, la causa penal fue archivada por el juzgado de María Romilda Servini de Cubría.
Dos años más tarde, volvió a abrir sus puertas y a reclutar clientes con coloridos cartelitos que adornaron cuanto teléfono público hubiera sobre la avenida “más larga del mundo”. Rezaban: “Café-Bar. Tragos-Música. Ambiente climatizado.” Lo que no ofrecía en el anuncio se hacía visible apenas el cliente entraba al local. El segundo video realizado por La Alameda muestra a una de las chicas, dueña de la frase que inicia este artículo y quien confirmó todas las denuncias.
“Cuesta 130 pesos la media hora y vamos a un hotel de acá a la vuelta que te sale 20 pesos o a otro más lejos que sale 40.” La primera referencia de la joven es el hotel Coral, en Jean Jaurès 38, que también sería propiedad de Levy y que los vecinos denuncian como un “conventillo de putas”. La segunda es el domicilio que Raúl Vengrover, socio de Levy, fijó en la causa que lo investiga por el incendio del boliche: el hotel Star, en Ecuador 12. El racimo de propiedades continúa en la manzana que desde el 30 de diciembre de 2004 tiene una de sus arterias cortadas y el dolor todavía instalado en los cimientos.
“No a la trata, no a la muerte joven evitable”, gritaba ayer Silvia Bignami, en la puerta del bar que fue clausurado en forma simbólica por La Alameda y las ONG Paso a la Memoria y Que no se repita, que lidera otro padre de la tragedia, José Iglesias, que dijo a Tiempo Argentino: “Nos gustaría que lo que hizo la ministra de Seguridad (Nilda Garré) en Constitución lo haga en Once, porque esto es una cueva de delitos; es imprescindible y lo venimos denunciando desde 2005.”
La denuncia y las correspondientes pruebas fueron presentadas ayer por la mañana en el despacho de Servini de Cubría, aunque, al cierre de esta edición, no se había ordenado ninguna acción que reoriente la causa.
En 2008, La Alameda denunció  que hasta cinco meses después del incendio en Cromañón, funcionó  en el subsuelo del hotel contiguo un taller y depósito textil clandestino, pese a la guardia policial presente en la calle Bartolomé Mitre al 3000, cortada al tránsito. El lugar, que se conectaba con el boliche, fue descubierto durante la segunda inspección ocular, el 4 de mayo de 2005, ante la atenta mirada del juez Julio Lucini, aunque los abogados que representan a las víctimas decidieron no hacer pública la información hasta tres años después.
El depósito pertenecía a la empresa textil Logical SA, representada por Eduardo Levy –hermano de Rafael– y se ingresaba por Jean Jaurès 51 (a la vuelta del boliche), a través del estacionamiento del hotel; allí da la puerta alternativa de Cromañón, que la noche del incendio estaba cerrada con alambre y candados.

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