Buenos Aires, 29/03/2024, edición Nº 4153
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Cultura

Colección Tesoro, un compilado de trajes para contar la historia del teatro San Martín

Un libro reúne 60 vestuarios y los describe cada uno de sus realizadores. Fueron seleccionados entre 30 mil prendas.

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(CABA) En su última obra, con la cabeza gacha y mirándose el pecho, Alfredo Alcón dijo “no”. Era 2013 y una bata de tonos verdes, marrones y dorados lo cubría desde el cuello hasta los pies. “Hay algo que falta, algo que falta”, repetía. En la prueba de vestuario de Final de partida, Alcón estaba de acuerdo con las roturas en los hombros y en el ruedo, también con las borlas que caían de los puños, pero creía que el traje aún no representaba al rey acabado que había escrito décadas antes el dramaturgo Samuel Beckett. “La bata tiene que estar destruida pero algo de la elegancia perdida debe percibirse”, dijo. Junto a Aníbal Duarte, el jefe de sastrería del Complejo Teatral de Buenos Aires, en la intimidad del Teatro San Martín, tuvieron una idea: levantar el cuello, ponerle varillas internas, y así darle al personaje un aire aristocrático.

Es jueves al mediodía y Joaquín Furriel, compañero de Alcón en la obra, recuerda la escena. Es uno de los expositores en la presentación del libro “Colección Tesoro, vestuario del San Martín”, un compilado de los trajes más destacados para contar los últimos 50 años del teatro y homenajear a sus trabajadores. “Una prueba de vestuario es una fundación artesanal”, dice Furriel. “Es el momento -sigue- en que una idea cobra vida a través de una decisión estética”.

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A lo largo de 255 páginas, el libro pone el foco en los profesionales entrenados para estar detrás de escena. Cuenta que la bata de Alcón -su último traje, a los meses moriría- fue diseñada por Mirta Liñeiro, quien creció doblando cuellos de camisa, sentada al lado de su madre costurera, y hoy es una de las mejores en reconstruir ropa antigua para espectáculos. Cuenta que los bolsillos de esa bata están hechos con retazos de telones de teatros rosarinos, que Duarte encontró durante una gira por Santa Fe y atesoró esperando el momento para usarlos. “Cuenta y habla -dice la actriz Muriel Santa Ana, también presente- de la otra piel, esa que le permite a los actores ser descubiertos por el espectador sin decir una palabra”.

La investigación llevó meses. Todas las mañanas, de octubre de 2015 a enero de 2016, el periodista Carlos Pachecho fue al centro de vestuario del Complejo Teatral, en Chacarita, donde se almacenan 30 mil prendas. Con el asesoramiento de Duarte, fue recorriendo los nueve pasillos en los que hay ropa colgada a 17 grados para su conservación correcta. Periodista y sastre descolgaron, evaluaron y seleccionaron 60 vestuarios. Después los fotografiaron. Con las imágenes en la mano, Pacheco entrevistó a cada uno de los diseñadores e integrantes del equipo de sastrería. “Necesito que me cuentes la historia de este traje y tu esquema de trabajo”, les decía. Así supo que el vestuarista Claudio Segovia, para Yvonne, princesa de Borgoña (1972), rastreó durante un año cortinados antiguos en ferias y mercados de la Ciudad; que la diseñadora Daniela Taiana necesita pegar la foto de la cara del actor cuando boceta; y que Julio Suárez se define por la negativa: “no soy un vestuarista que intenta imponer sus ideas o que hace moda”.

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El libro “rescata una forma de hacer las cosas, una época en la que había tiempo”, agrega Santa Ana. No parece equivocada: una de las piezas que más valora Duarte es un tejido con hilo de plomada de albañil, teñido y sopleteado para dar aspecto metálico, que se usó para la puesta de Rey Lear en 2006. Lo presenta como uno de los últimos vestuarios que se hizo con tiempo. Hoy, dice, se trabaja con un mes de antelación, corriendo la mayoría de las veces detrás de las telas: algunas desaparecen del mercado, otras no llegan.

El taller del equipo de sastrería está en el séptimo piso del Teatro San Martín, pero hoy ahí ya no se produce en medio de tijeras, maniquíes, cintas y máquinas Singer. Por las refacciones en el edificio de avenida Corrientes 1530, se mudó al Teatro de la Ribera, en La Boca. Volverá al San Martín en marzo, cuando las refacciones hayan culminado y esté lanzada la temporada 2017. El regreso tampoco los pondrá al frente, seguirán a la sombra de las marquesinas y de las estrellas que todos quieren ver, trabajando en silencio en la arquitectura del movimiento, aunque ahora perpetuados en un libro, que los homenajea.

El libro:

El proyecto fue impulsado por la Fundación Amigos del Teatro San Martín a través de la ley de mecenazgo. El año pasado, la Fundación en conjunto con los ministerios de Cultura y Desarrollo Urbano de la Ciudad inauguraron el centro de vestuario de Chacarita. Previo a la apertura de ese espacio, las prendas se arrumbaban en contenedores, bolsas o eran tiradas a la basura. “El centro y el libro son maneras de preservar nuestro patrimonio, de defender el teatro“, dice la presidenta de la Fundación, Eva Thesleff de Soldati. Su objetivo ahora es reunir fondos para hacer una exposición pública con los trajes de la colección. NR

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