Buenos Aires, 16/05/2025, edición Nº 4566
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Cultura

Centro Cultural Néstor Kirchner, el “Teatro Colón del siglo 21”

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En 2014 seria inaugurada una sala lírica en el edificio del ex Correo Central, ubicado en el centro porteño. Costará más de $ 1000 millones y tendrá capacidad para 2500 espectadores.

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(Ciudad de Buenos Aires) La fachada se mantiene intacta a la espera del final de obra que le devuelva el esplendor que supo tener.

Por dentro, todo es vigas, gigantescas grúas, polvo, mármoles restaurados y la imagen de una monumental sala de concierto que emerge apenas reconocible y que aspira a convertirse en un nuevo teatro Colón, por la emvergadura y calidad de su construcción.

Se trata del Centro Cultural del Bicentenario, que se construye en el edificio del ex Correo Central, sobre las avenidas Leandro N. Alem y Corrientes, rebautizado ahora con el nombre de Centro Cultural Néstor Carlos Kirchner, donde Cristina pretende inaugurar dentro de un año una nueva sala lírica que competirá con el emblemático Colón.

Con capacidad para unos 2500 espectadores, la sala será el lugar de gala que la jefa del Estado soñó cuando junto con Kirchner comenzaron las obras para restaurar el edificio.

En su totalidad, todo el centro cultural costará más de 1000 millones de pesos, según cifras oficiales.

“Sueño que sea el Colón del siglo XXI. Va a ser una maravilla arquitectónica y cultural para todos los argentinos”, lo describió la propia Cristina Kirchner en sus casi cuatro horas de discurso ante la Asamblea Legislativa el 1° de marzo pasado. El ministro de Planificación, Julio De Vido, es el encargado de la monumental obra.

Denominada la “Ballena Azul”, la sala lírica tendrá un órgano especialmente construido, de 3500 tubos, fabricado en Alemania por la firma Orgelbau Klaiss. El montaje y la afinación se harán dentro mismo de la sala para un órgano que tendrá un peso de 35 toneladas.

El diseño musical estuvo a cargo de dos organistas argentinos, Mario Videla y Diego Inoccenci, que trabajaron con la empresa alemana y los ingenieros Gustavo Basso y Rafael Sánchez Quintana, en el asesoramiento en acústica.

La sala de conciertos tiene la forma de una ballena, que hoy, con la asistencia de un guía, apenas si se puede reconocer: es una mole de hierro que se asienta sobre la enorme panza que servirá de sostén para el sector en el que se ubicarán las butacas. La sala quedará recubierta por completo con una estructura con lo que será un recinto cerrado de estilo ultramoderno dentro mismo de la sede del ex Correo.

La Ballena Azul es la estrella del Centro Cultural, pero no lo único que se proyecta en el antiguo edificio, que es restaurado desde 2006.

Ya está lista la inmensa terraza desde donde se ve buena parte del bajo porteño, y desde diciembre quedaron restaurados la cúpula vidriada y su antiguo reloj. LA NACION recorrió ese nuevo sector desde donde se une en una misma línea visual el centro cultural con la Casa Rosada. Allí mismo se montará, bajo los ventanales y en la terraza, un restaurante de acceso público.

En lo que se conoce como el área industrial, sobre la avenida Corrientes, estará la sala de conciertos.

En paralelo, en ese lugar se colocará la otra gran apuesta del edificio: el Museo de Arte Contemporáneo Chandelier, una estructura vidriada y colgante que será centro de exposiciones artísticas.

Según los cálculos del Gobierno, la inauguración de la Ballena Azul podría ser en 2014, para que la Presidenta la pueda lucir.

Presupuestado inicialmente en $ 925.799.107, el proyecto recibió sucesivas reasignaciones de partidas. Según la información oficial del Ministerio de Planificación, la obra terminará costando más de 1000 millones de pesos, aunque las fuentes consultadas en la cartera de De Vido no dieron detalles de los gastos de cada tramo de la obra en construcción.

Cristina Kirchner inauguró una parte del edificio el 24 de mayo de 2010, un día antes del comienzo de los festejos del Bicentenario. Allí presentó lo que se conoce como el ala Noble, el sector ya restaurado que supo albergar el viejo despacho de Eva Perón.

Una de las primeras medidas que se tomaron a partir de la restauración fue modificar la iluminación. Toda la cúpula vidriada se enciende con un sistema de lámparas leds que pueden formar cualquier tipo de bandera. Ya se usó, claro, con los colores celeste y blanco.

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