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Tres menores se van de sus hogares por día en la Ciudad
Según un informe más de mil chicos se fueron de sus casas en 2014. De ellos, el 70% lo hizo voluntariamente.
Por Esteban Schoj
(CABA) “No hay que poner el dedo acusador en los pibes. Ellos se exponen a la situación de peligro que supone la calle porque los adultos no estamos sabiendo cómo contenerlos, cómo acompañarlos, cómo escucharlos y cómo garantizar sus derechos. Esto interpela a los adultos. Por eso es necesario que generemos espacios para discutir por qué los pibes se van de la casa. Tenemos que entender que tienen derechos, que no se los puede obligar, no se les puede imponer, y hay que establecer mecanismos de diálogo para que cuando los chicos lleguen a la adolescencia sepan que pueden establecer ese canal de diálogo con la familia, porque la familia es el referente más válido.”
Presidenta del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires, Guadalupe Tagliaferri suena preocupada. Es que según un informe publicado por el organismo que conduce, tres menores se pierden por día sólo en la Capital. De acuerdo a esos datos, más de 1000 chicos y chicas porteños se fueron de sus hogares en 2014. De ellos, el 70% lo hizo voluntariamente. Y al 95% se los encuentra, aunque no siempre regresan al ámbito familiar.
Se trata de imágenes recurrentes en los medios de comunicación: sobre todo, en los últimos tiempos, las de niñas y adolescentes que desaparecen, la congoja de sus familias, aterradas por los ominosos fantasmas de casos como el de Ángeles Rawson, o esta semana, el de Chiara Páez, asesinadas. En la enorme mayoría de los casos, el desenlace afortunadamente es otro: la joven regresa. Pero también en muchos casos, lo que revela su huida es un fuerte conflicto familiar.
Tagliaferri explica cuáles son los patrones que pueden estar relacionados con la actitud de escape de los menores: “Cuando sienten que en el ámbito de su familia no pueden establecer los canales de comunicación, no pueden contar lo que les pasa, lo que les preocupa, la macana que se mandaron, etcétera. Al no poder encontrar referentes válidos en ese ámbito familiar, por falta de canales de diálogo y/o por casos de vulneración de derechos, los adolescentes buscan irse de sus casas. Es decir, no se escapan porque les parece divertido, sino porque en el ámbito familiar no tienen un espacio de contención y de respeto de sus derechos”.
Según el informe del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes porteño, el tiempo de extravío de los menores localizados oscila entre uno y dos días, y todavía siguen sin aparecer 30 niños, niñas y adolescentes perdidos en el transcurso del año.
Hay casos extremos en los que la huida del hogar se torna inevitable: “Son los casos en que los pibes son víctimas de maltrato, y lo más lógico y hasta sano es que se vayan. Lo ideal es que pueda haber prendido alertas antes, ya sea en la escuela, con la abuela, con un vecino”, agrega la funcionaria, y detalla el procedimiento que se lleva a cabo una vez que se da con el paradero del menor: “Una vez que se encontró al pibe, pedimos entrevistarnos con él, además de acompañarlo en todas las instancias judiciales. Pero siempre con el objetivo de escuchar al chico. Y si en ese momento nos plantea que no quiere volver a su casa porque tiene miedo o porque lo maltratan, lo ponemos bajo protección. Después iremos hablando con la familia o con la familia ampliada a fin de ver si se puede establecer este mecanismo de diálogo. Pero a veces no hay chances. Entonces, tratamos de buscar alguna figura cercana que funcione como contenedora. Pero lo importante es que los chicos tienen un derecho fundamental, que es el derecho a ser oídos y respetados en lo que dicen.”
En la misma línea se expresa la psiquiatra infantojuvenil Silvia Troiani (MN: 330537), quien considera que “en el caso de los menores que se van de sus casas, puede existir un patrón desde el punto de vista de la psiquiatría y la psicología que está relacionado con la estructura de la familia, con la actitud de los padres y de la figura de sostén. Este patrón se da más en adolescentes, porque son los que sienten que pueden irse de sus casas, porque tienen cierta autonomía. No así los niños, ya que son totalmente dependientes.”
“Por lo general, los que escapan están en situaciones de vulneración de derechos –agrega Troiani–, ya sea mediante maltratos o abusos”, y contrapone que “es raro que se vaya un chico si no sufrió una situación que ya no puede tolerar más”. Para contrarrestar este tipo de conductas, los profesionales intentan trabajar con las figuras de sostén desde la psiquiatría, para que se pueda contener mejor al niño. “El primer intento es poner al adulto en tratamiento. Pero si la acttud no cambia, se procura sacar al niño de ese hogar.”
Según la especialista, a veces es difícil evitar que el chico se vaya de su casa, porque en general no sabe que existen estamentos que lo amparan, como es el caso del Servicio Local de Promoción y Protección de los Derechos del Niño, que funciona en la provincia de Buenos Aires. “Ante una situación de violencia, el chico se encuentra en una disyuntiva muy grande, porque a veces el agresor es el padre, quien a su vez es querido por el niño. Eso lo pone en una situación de vulnerabilidad. Y si el chico se escapó de su casa, es porque no se llegó a tiempo a intervenir en esa casa.”
El Registro
El Registro Nacional de Menores y Extraviados fue creado en 2003. Funciona en el Programa Nacional de Prevención de la Sustracción y Tráfico de Niños y de los Delitos contra su Identidad, y cuenta con dos líneas gratuitas las 24 horas: la 142 y el 0800-122-2442.
Carlina
El 29 de abril pasado, Carlina, de 14 años, apareció sana y salva pasados dos días desde que su familia denunciara su desaparición. La adolescente debía encontrarse con su hermano para volver a casa, después de la escuela, pero tomó otro camino, a través del Parque Las Heras, donde se la había visto por última vez. Fue encontrada en el hall de un edificio de Palermo, junto a un joven de 26 años que vive en situación de calle, con quien pasó las dos noches en que se ausentó de su hogar. Pidió no volver a casa, debido a una aparente relación conflictiva con su madre adoptiva, y fue llevada a un Hogar de Menores.
Aylín
Ayer, y luego de 48 horas de intensa búsqueda, apareció sana y salva Aylín, la adolescente de 14 años que había sido vista por última vez el lunes al mediodía camino a su escuela, en el barrio porteño de San Telmo, y que cuyo rostro ocupó durante varias horas las pantallas de tevé. La joven fue encontrada por efectivos policiales que la derivaron al Centro de Atención Integración, donde fue entrevistada por profesionales que corroboraron su buen estado de salud y que también recibieron como respuesta de la chica los deseos de no regresar a su casa. No obstante, no se precisaron los motivos por de su negativa.
Fuente: Tiempo Argentino
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