Buenos Aires, 19/04/2024, edición Nº 4174
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Espectáculos

Vuelve a abrir El Picadero

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Ya está casi listo. A dos meses de su inauguración oficial, te presentamos un recorrido por la renovada sala que abrirá el empresario Sebastián Blutrach, el arriesgado productor que decidió convertirse en empresario teatral

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Antes se llamaba Pasaje Rauch. Ahora es Enrique Santos Discépolo. Una callecita que une la avenida Corrientes con la intersección entre Lavalle y Callao. Allí uno se cruza con oficinistas que toman algo en un café paquete de la esquina y alternan el espacio público con gente que duerme en la calle. Contrastes que hasta ahora ningún político ha podido evitar. A mitad de cuadra, en ese bellísimo pasaje tan porteño, hay una obra en construcción. A su puerta aguarda uno de los jóvenes productores más prolíficos del teatro comercial, Sebastián Blutrach, con una sonrisa inmensa. Está feliz. Chocho queda mejor. Es que al abrir la puertita de esa obra descubre a su hijo: un emprendimiento que hoy se convirtió en su obsesión, su locura, su entusiasmo y sus temores. Así de impulsivo resolvió hacerse cargo de las instalaciones del viejo Teatro del Picadero (hoy es El Picadero).

Recordemos que en esta histórica sala, emblema del teatro independiente, se desarrolló TeatroAbierto, movimiento contra la dictadura militar. En la madrugada del 6 de agosto de 1981, una bomba la destruyó. Se salvó varias veces de ser demolida, se reinauguró con bombos y platillos en septiembre de 2011 y su funcionamiento duró sólo un mes y permaneció cerrado hasta ahora. Hace poco más de un año, el contador e inversionista Ernesto Lerner, dueño del edificio donde está este histórico teatro llamó a nuestro periodista Alejandro Cruz para contarle que tenía este espacio que, por ley, tuvo que reconstruir. En resumen, Sebastián Blutrach decidió comprarlo y hacerse cargo de su renacimiento. Un sueño, hoy realidad, que demandará unos 2 millones de pesos.

Su fachada de 1926 (antiguamente fue una fábrica de bujías) está intacta y tiene las puertas vidriadas de todo teatro comercial. Adentro, todo está en construcción acelerada. Su foyeur linda con un restaurante de esos que aspiran a dar una buena comida y un buen vinito a aquellos espectadores que tienen ganas de comentar la obra que vieron. Ya adentro, una escalera (o un ascensor) conduce a la sala que dará lugar a 280 espectadores. En su momento Lerner le pidió al escenógrafo Héctor Calmet que diseñe el teatro. Y quedó esa forma semicircular con gradas que permiten una buena visión desde cualquier ángulo (similar a las del Paseo La Plaza). Las obras escenotécnicas ahora están a cargo de Marcelo Cuervo, en colaboración con el arquitecto Gustavo Keller. A su vez, Blutrach cuenta con la colaboración de Alberto López Sierra, Romina Chepe y Marina Marchesotti, sus manos derechas.

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“Mi mayor deseo hoy es inaugurar a tiempo por la historia de este teatro que es un poco de todos, que gente como Tito Cossa, por ejemplo, sientan que hacemos buen teatro. Poder crear un lugar que me represente, que genere una línea de trabajo reconocible de calidad y poder hacer que sea sustentable en el tiempo. El Picadero no es otro teatro más, y llevarlo adelante es una responsabilidad mayor. Es un proyecto grande y espero estar a la altura de las circunstancias”, expresa Blutrach.

La inauguración formal y festiva será a mediados de mayo y, unos días después, se estrenará su primera obra (de esta nueva etapa): la comedia musical Forever Young, dirigida por Daniel Casablanca, con Omar Calicchio, Laura Silva, Melania Lenoir, Germán Tripel, Martín Ruiz, Ivanna Rossi y Gaby Goldman. A su vez, Blutrach adelantó que su sala albergará tres reestrenos de obras de Daniel Veronese: Los hijos se han dormido, El desarrollo de la civilización venidera, Teatro para pájaros y Un hombre que se ahoga. “También tendremos un unipersonal de Carlos Portaluppi dirigido por Guillermo Ghío y las trasnoches estarán a cargo de Concha del Río, el personaje magnífico que creó Noralíh Gago. Además, el show infantil de Magdalena Fleitas y Barrilete de colores, con Mariana Baggio”, cuenta Blutrach mientras muestra contento las butacas que le regaló Carlos Rottemberg, el señor de los teatros.

El nuevo empresario contó, a su vez, con el apoyo del ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi. Su ministerio resolvió colaborar con la inauguración y funcionamiento de El Picadero para realizar acciones de comunicación conjunta y espectáculos, que conformaran -en los próximos tres años- los primeros pasos para el posicionamiento del teatro. “Cuando entré a la obra, invitado por Sebastián, quedé realmente sorprendido. Esta vez no se trata de una lavada de cara de un espacio cerrado, sino de una real inauguración. Además, la obra que se está realizando significa la síntesis entre recuperar y cuidar la memoria y mirar hacia el futuro con nuevas tecnologías. Imposible no ayudar y apoyar el rescate de nuestra historia teatral”, agrega Lombardi en comunicación telefónica.

Faltan sólo dos meses para la inauguración a la que, seguramente, querrá ir todo el ámbito teatral. Un renacer, una fiesta…

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