Barrios
Flores: el barrio porteño donde nació y vivió el nuevo Papa
“Tiene una relación muy especial con esta parroquia, todos los años en Semana Santa daba misa acá y lo esperábamos para este 23 de marzo”, dijo el cura Gabriel, párroco de la Iglesia San José de Flores, el barrio porteño donde nació y pasó su adolescencia Jorge Bergoglio. Pero ahora deberán esperar. El Nuevo Papa tendrá que estar presente en Roma para esa fecha por Semana Santa.
(Ciudad de Buenos Aires) El cura Gabriel, de 46 años, asegura que en los confesionarios de la parroquia a su cargo fue donde “Bergoglio, a los 17 años, tuvo una revelación divina para ingresar al sacerdocio y por eso tiene una relación muy especial con esta parroquia”.
“Muchas de las personas pobres que vienen a alimentarse en el comedor de la parroquia le han escrito cartas, y Bergoglio se las contesta de puño y letra”, señaló el cura Gabriel. Es “sencillo y humilde”, dijo el párroco.
“Era una persona muy serena, muy tranquila, muy directa y un gran intelectual”, repasó el religioso quien confesó que cuando el nuevo Papa fue seminarista “era un fumador empedernido”.
El barrio de Flores, marcado por su actividad comercial con epicentro en una extensa avenida que cruza la capital, tiene además una zona humilde donde se sitúa el estadio de San Lorenzo, el club de sus amores, que paradójicamente fue fundado por un cura.
Incluso, el estadio del azulgrana, o “el Santo”, como también le llaman, está, precisamente, en Flores.
Pero Bergoglio, tímido y estudioso, le dejó poco espacio al juego del fútbol en el barrio, una marca indeleble de casi todos los niños argentinos, según sus amigos de la infancia.
“Cuando Jorge era chico jugaba a la pelota (al fútbol) con nosotros en la plaza Herminia Brumana, acá en Flores, pero después cuando entró al noviciado estaba siempre estudiando: pasaba por allí los sábados, nos veía jugando, nos saludaba y se iba”, dijo Osvaldo Dapueto, de 68 años, uno de sus amigos en la niñez, cuyo padre odotónlogo atendía a toda la familia del hoy Papa.
Idéntica descripción hizo Rafael Musolino, de 76 años, quien vivía en la misma casa que Bergoglio, en la calle Membrillar 531 de Flores, un inmueble compartido por varias familias, como era habitual en Buenos Aires en las primeras décadas del siglo pasado, aunque su casa solo conserva un patio interior de la construcción original.
“Era muy estudioso, cuando entró al seminario solo pasaba para saludar, pero no jugaba”, dijo Musolino casado con Martha Laera, de 71 años, quienes eran amigos inseparables en la infancia de Bergoglio.
Francisco será un “Papa de barrio”. Al menos así lo llaman ya en Flores, donde también destacan la “humildad” del nuevo pontífice.
“Está casa está bendecida. Tengo una emoción… pensar que nació y vivió aquí”, dijo Marta Romano, dueña desde hace 35 años de la casa en la que nació quien desde hoy conduce la Iglesia católica.
Marta y su esposo, Arturo, abren las puertas de su hogar, una casa de unos 80 metros cuadrados, sencilla, de gente trabajadora, ahora reformada y de dos plantas, pero de un solo piso en tiempos en que Bergoglio era un niño.
Atrás, un patio, que supo tener una parrilla, un limonero y un árbol de pomelo, y que fue testigo de los juegos infantiles del que hoy ha dejado de ser arzobispo de Buenos Aires para convertirse en Papa.
Mario Bergoglio, padre de Jorge, trabajó como empleado ferroviario y luego como operario de una fábrica textil. Su madre, Regina, fue ama de casa. Bergoglio tuvo tres hermanos, que ya no viven en Flores.
“No se llega a Papa siendo revoltoso. Pero es un Papa de barrio, el Papa de Flores”, dijo orgulloso Osvaldo Dapueto, quien siguió en contacto con Bergoglio y a quien describe como “un hombre de una lucidez extraordinaria y de una capacidad increíble, con un altísimo vuelo intelectual”.
A la vuelta de la esquina, Marta, quien también lo conoció desde la infancia, coincide en recordar que el pequeño Jorge “no era de estar tanto en la calle jugando”, como los otros chicos del barrio, “sino más bien más estudioso”.
Rafael, esposo de Marta, describe al nuevo Papa de un modo simple pero, que en pocas palabras, dice mucho: “Es una buena persona”.
Justo en frente, apenas cruzando la calle, está la iglesia Santa Francisca Javiera Cabrini, una pequeña parroquia que hoy se revolucionó con el “habemus papam”.
Adentro, la gente cantó. Aparecieron carteles con los colores papales, con el nombre de Francisco y fotos de Bergoglio en una de las tantas misas que se suele celebrar allí.
“Vino a mi fiesta de quince años. Es un ser maravilloso. Humilde. Un Papa maravilloso”, dijo una vecina del barrio que pidió no ser nombrada.
Para este domingo próximo en la agenda del hasta hoy cardenal primado de Argentina había marcado un compromiso que ya no cumplirá: iba a celebrar misa para las Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia en el colegio que, a una cuadra de su casa natal, hizo el jardín de infantes y tomó la primera comunión.
“Cuando murió la hermana Dolores, que era la maestra que lo había preparado para la primera comunión, estuvo toda la noche arrodillado en oración en la capilla, al lado de ella. ¡Es un santo este hombre!”, aseguró la hermana Marta, que no puede ocultar su alegría.
“Por los patios de esta escuela anduvo correteando de chiquito. Acá hizo el jardín (de infantes) y también tomó la primera comunión en esta parroquia”, dijo la hermana Isabel, de 78 años, de la Iglesia de la Misericordia.
Como el padre Gabriel, también las monjas de la Iglesia de la Misericordia esperaban a Bergoglio para los próximos días. “El mes pasado estuvo con nosotras tomando el té con leche y lo esperábamos el próximo 17 para que presidiera la reunión de la arquidiócesis, cuando nos reunimos todas las hermanas, pero ahora es el Papa y no va a poder venir”, dijo la hermana Isabel, entre resignada y alegre.
Las hermanas de la comunidad cuentan que Bergoglio suele tomarse el colectivo desde el centro de la ciudad para ir a visitarlas y, si se toma un té con ellas, luego hasta lava él mismo la taza.
“Es sencillo. Siempre viene en colectivo. El siempre fue así, una persona muy sencilla”, atestigua la hermana Teresa, que ya se prepara para contarle mañana a los niños del colegio que el nuevo Papa jugó y rezó donde ellos lo hacen todos los días.
Fuente: EFE y AFP
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