Buenos Aires, 12/12/2024, edición Nº 4411
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Donar salva vidas y también hace feliz a quienes deciden ayudar

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Cada vez más gente dona órganos, sangre y médula ósea, entre otras cosas. Esta acción no solo salva vidas, sino que también hace feliz a quienes deciden ayudar, al haber podido salvar una vida.

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(CABA) Dar más años de vida a otras personas. O dar la posibilidad de que otros den lugar a más vidas. Es lo que hacen miles de personas en la Argentina que se suman cada año al movimiento de la “bio-solidaridad”: donan sangre, médula ósea, cordón umbilical, órganos, tejidos, óvulos y espermatozoides. Todos ayudan a salvar la vida de muchos enfermos o a que otros superen problemas de fertilidad y tengan descendencia.

Si bien las donaciones de sangre (por cada una se pueden salvar cuatro vidas) se hacen desde 1914, durante los últimos 10 años hubo un aumento significativo. En 2003 había 320 mil dadores de sangre en los hospitales públicos. Sólo el 3% de los dadores era voluntario y anónimo. El resto eran personas que acudieron para reponer sangre. En 2012 hubo 630 mil dadores. Esto representa un crecimiento del 98%. De este total, el 35% era voluntario y anónimo.

“Nuestro objetivo –explicó Andrés Leibovich, subsecretario de Políticas, Regulación y Fiscalización del Ministerio de Salud nacional– es reemplazar totalmente el modelo de reposición que lleva a que las familias tengan que salir a las apuradas a buscar sangre por el modelo de dadores voluntarios que vayan regularmente a donar. El cambio ya está en marcha: ahora estamos implementando el registro nacional de dadores en las provincias”.

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El registro de los que ofrecen su médula ósea ya superó los 65 mil inscriptos. Empezó a funcionar en 2003 bajo la órbita del Incucai, y anota a las personas que aceptan dar la médula, que es el tejido esponjoso ubicado en la parte central de los huesos, donde se fabrican las células sanguíneas (no confundir con la médula espinal). Gracias al registro, ya se practicaron 424 trasplantes con donantes no emparentados, según contó Adriana Onofri, directora técnica, durante una jornada organizada por la comisión asesora en terapias celulares y medicina regenerativa del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva en la Fundación Instituto Leloir. Los trasplantes fueron para personas con leucemias, linfomas, mielomas y anemia de Fanconi, entre otros trastornos.

También subió el número de parejas que tienen hijos y deciden donar la sangre del cordón umbilical al banco público y de referencia nacional del Hospital de Pediatría Juan Garrahan. La posibilidad de donar el cordón existe desde 2005 y sirve para pacientes con déficits inmunológicos severos, talasemia, leucemias agudas o crónicas, linfomas y otras enfermedades. Según informó la directora, Silvina Kuperman, hoy el banco público cuenta con 3.786 unidades de sangre de cordón umbilical criopreservadas, y ya se realizaron 16 trasplantes.

En cuanto a los donantes de órganos y tejidos, también hubo aumentos. En vida, sólo se puede donar parte del hígado y del pulmón, y un riñón.

Tras la muerte, se pueden donar los órganos –como el corazón y los pulmones– y los tejidos, como las córneas y la piel. El año pasado se logró un récord histórico: la tasa de 15,7 donantes por millón de habitantes. En 2003 era de 7,9 donantes por millón. Es decir, se duplicó la cantidad de donantes reales en una década. En 2012 se hicieron 1.460 trasplantes a partir de donantes fallecidos, y otros 309 trasplantes con donante vivo relacionado (283 renales y 26 hepáticos). “Más argentinos están tomando conciencia de que la donación es la posibilidad de prolongar la vida de otras personas a través de un sistema confiable y transparente de procuración y trasplante”, sostuvo Martín Torres, vicepresidente del Incucai. “Es un gesto de mayor solidaridad que se puede hacer”.

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Dar la posibilidad a otros de tener hijos es el fin de las donaciones de óvulos y espermatozoides. Según Sebastián Gogorza, presidente de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva, “hoy el 25% de los procedimientos de reproducción asistida de alta complejidad son a partir de donaciones de óvulos: crecieron porque muchas mujeres postergan la maternidad para después de los 35 años”. Hace 15 años, muchas de las donantes eran mujeres que también tenían problemas de fertilidad. Pero hoy son más las menores de 32 que sin sufrir trastornos se acercan a dar sus óvulos para ayudar a otras a tener hijos, según Sergio Pasqualini, director del instituto Halitus. En los casos del esperma, generalmente reciben una suma pequeña de dinero por viáticos.

Según la ley nacional de fertilización asistida, que se sancionó el 5 de junio, las donaciones de óvulos y esperma deben ser altruistas.

La “bio-solidaridad” está en marcha. “Se suele pensar que el cuerpo es ajeno a uno mismo y que puede sacarse algo. Pero lo cierto es que se dona vida y no un pedazo de mi cuerpo”, resaltó María Luisa Pfeiffer, investigadora en bioética y trasplantes del Conicet. “Este aumento de las donaciones indica que crece un entramado social basado en la generosidad, y que se va felizmente en contra de la mercantilización de los cuerpos. Donar genera felicidad”.

Fuente consultada: Clarín

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