Buenos Aires, 13/12/2024, edición Nº 4412
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Salud

Científicos confirman que no hay pruebas que afirmen que el cigarrillo electrónico ayuda a dejar de fumar

El Ministerio de Salud de la Nación recuerda que la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) prohibió la comercialización de ese producto en el país en el año 2011.

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(CABA) No hay evidencias científicas que prueben que el cigarrillo electrónico ayude a dejar de fumar. La mayoría de las empresas tabacaleras son las que fabrican el mayor número de marcas de los cigarrillos electrónicos. El Ministerio de Salud de la Nación recuerda que la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) prohibió la comercialización de ese producto en el país en el año 2011.

Es difícil encuadrar al cigarrillo electrónico. A nivel internacional no hay consenso sobre el tratamiento que merece este producto que está prohibido en la Argentina, pero cada vez penetra más en el mercado local, de la mano de la venta por Internet y de los viajes al exterior.

Es un aparato que permite inhalar vapor saborizado y en algunos casos con nicotina. La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), el organismo que regula la producción y comercialización de productos vinculados con la salud humana, prohíbe su fabricación y venta en la Argentina. Países como Inglaterra lo admiten y hay estados en los que es tomado como un producto del tabaco y en otros como un remedio para dejar de fumar.

La ley nacional de control de tabaco incluye al cigarrillo electrónico y establece la prohibición de usarlo en “lugares de trabajo cerrados”, por lo que el Ministerio de Salud consideró que “los estudios de televisión se enmarcan dentro de esta restricción”.

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Los expertos especulan que pudiera producir menor toxicidad que el cigarro convencional, pero no hay estudios que lo demuestren. No se conocen los efectos a largo plazo del uso del cigarro electrónico. Sí se sabe que produce menos sustancias carcinogenéticas que el cigarro convencional. A altas temperaturas el propilenglicol se descompone y puede producir óxido de propileno, probable carcinogenético. El glicerol produce acroleína, aunque en menor proporción que el pitillo tradicional. Propilenglicol y glicerol producen carcinógenos como formaldehido y acetaldehído. También se han hallado trazas de carcinógenos propios del tabaco clásico, como nitrosaminas, metales, compuestos fenólicos y orgánicos volátiles. Los niveles de níquel detectados son mayores que los hallados en el tabaco clásico.

Un equipo de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard (Boston, Estados Unidos) analizó 51 tipos de cigarrillos electrónicos y líquidos de sabores.

El coautor del estudio de la Universidad de Harvard, David Christiani, profesor de genética ambiental de ese centro académico, declaró que “además de contener niveles variados de nicotina, una sustancia adictiva, los cigarrillos electrónicos también contienen otros compuestos cancerígenos, como el formaldehído, y como muestra nuestro estudio, sustancias saborizantes que pueden provocar daño pulmonar”.

“El primer mensaje que hay que dar es que no sirve para dejar de fumar. Por el contrario, hay estudios que muestran que los jóvenes empiezan a fumar con más frecuencia cuando prueban el cigarrillo electrónico y de que muchos tienen nicotina, y eso aumenta la frecuencia cardíaca y la presión, y por ende generan más riesgo de sufrir infartos y ataques cerebrales. No es un chupetín, sino un producto peligroso”, señaló el coordinador del Programa Nacional de Control de Tabaco, Jonatan Konfino.

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El principal inconveniente del cigarrillo electrónico es que no se conocen sus efectos a largo plazo. Sí se conoce el efecto del tabaco convencional: cáncer, cardiopatía isquémica, Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), bronquitis crónica, enfisema, etcétera. Algunos expertos consideran que los efectos a largo plazo no pueden ser peores que los ya conocidos y causados por el tabaco tradicional.

Se han detectado elevaciones de nicotina en la sangre en no vapeadores (fumadores) expuestos al cigarro electrónico. También se ha demostrado la presencia de sustancias volátiles de 2,5 micrones de diámetro que pueden depositarse en el pulmón de fumadores pasivos de cigarrillos electrónicos.

A mediados de 2008, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se pronunció por primera vez sobre el tema, desalentando su uso. A su vez, dos años más tarde presentó un informe que señala que no está probada su inocuidad ni que ayude a dejar de fumar. Y subrayó que el vapor en el pulmón podría generar daños a la salud.

S.C.

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