Buenos Aires, 28/03/2024, edición Nº 4152
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Sociedad

Adictos al celular: un tercio de las personas prefiere interactuar con su teléfono antes que pasar tiempo con sus seres queridos

El dato surge de un estudio realizado por psicólogos de Harvard junto a una empresa de celulares. Este comportamiento se acentúa en la “Generación Z”.

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(CABA) ¿Quién no duerme junto a su celular encendido, con la pantalla hacia arriba y no en modo silencioso? Eso ya no es un pecado tech. Pero la novedad ahora es que un tercio de las personas prefiere interactuar con su celular antes que pasar tiempo con sus seres queridos. Y no es algo exclusivo de los más jóvenes, aunque en ellos, la Generación Z, esta actitud predomina y es casi la bandera de su generación. Aún más que en los millennials. Así lo reveló el estudio de una de las marcas de celulares más importantes del mundo, que encontró “hallazgos alarmantes” en la forma de relacionarnos con los smartphones.

“Los resultados muestran que están poniendo sus celulares antes que las personas que les importan. Es uno de los hallazgos más alarmantes vinculados a las generaciones más jóvenes, que crecieron en un mundo digital“, destaca el estudio realizado por el equipo de Comportamiento Mente-Cerebro y la Ciencia de la Felicidad de la Universidad de Harvard, Estados Unidos, y Motorola.

Con foco en la cuestión generacional, señala que el 53% de los encuestados de la Generación Z “describe a su teléfono como su mejor amigo”.

Son los que nacieron en el siglo XXI, están hiperconectados como estado “natural“, se deprimen si se quedan sin datos o sienten claustrofobia si pasan mucho tiempo en un lugar sin WIFI. Otro dato: les interesa tener más amigos en las redes sociales que en la vida real.

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A su vez, y en todas las edades, si bien el 60% del total considera que es importante tener una vida separada de su dispositivo móvil, la mitad -el 49%- revisa su celular con más frecuencia de lo que le gustaría. En tanto, el 44% directamente se siente obligado a hacerlo.

Esta “verificación compulsiva” es mayor entre los jóvenes, en donde alcanza a casi 6 de cada 10 entre “millenials y Generación Z“. Es uno de los tres “comportamientos problemáticos” con los que los smartphones “afectan nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos”, analiza el informe.

Entre los otros dos está el “tiempo excesivo” que se le dedica al celular: un tercio (35%) está de acuerdo en que pasa “demasiado tiempo” usando su teléfono inteligente (44% en la Generación Z) y cree que estaría más feliz si le dedicara menos tiempo (34%).

El tercer “comportamiento problemático” es el de la “sobredependencia emocional“: el 65% “entra en pánico” cuando piensan que perdieron su teléfono (alrededor de tres cuartos entre los jóvenes), mientras que el 29% coincide en que no cuando no lo está usando está “pensando en usarlo o planear la próxima vez que pueda usarlo”.

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Para la mayoría de los usuarios de smartphones, sus comportamientos problemáticos son respuestas sin sentido y malos hábitos que necesitan ayuda para superar”, analizó Nancy Etcoff, autora del estudio y miembro del Departamento de Psiquiatría del Hospital General de Massachusetts.

El amplio patrón social descubierto en esta encuesta -en base a 4.418 usuarios de Estados Unidos, Brasil, Francia y la India entrevistados entre el 30 de noviembre y el 26 de diciembre de 2017- destaca “la necesidad de una comprensión y acción colectiva”. Y Roxana Morduchowicz, especialista en comunicación y culturas juveniles, ve estos mismos patrones en los adolescentes argentinos.

Efectivamente, el celular es la pantalla más importante en la vida de los que tienen hasta 18 años y la que más les dolería que desapareciera. En Argentina y en el mundo. La diferencia es que en nuestro país no todos tienen acceso a un smartphone, así que es su pantalla principal, no la única. Pero vamos camino a que lo sea, como en Europa y Estados Unidos”, dice la autora de Los chicos y las pantallas (2014).

Pero Morduchowicz es menos apocalíptica que integrada: prefiere hablar de “transformaciones y ganancias” antes que de hallazgos alarmantes.

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“La Gerneración Z y los adolescentes más chicos, no se puede decir que sean generaciones menos sociables que los millennials -dice- aunque sus vidas transcurren en pantalla.” Y aclara que lo que en realidad se transformó es la sociabilidad juvenil.

Todas sus acciones pasan por el celular. Cambió la manera en que se relacionan con los demás. No son menos sociables. Son de las primeras generaciones que tienen una diversidad de medios sólo para comunicarse. Y es el principal uso que le dan a la tecnología.”

Por otra parte, quien busca responder interrogantes para que las familias puedan orientar a los chicos en el uso de la tecnología, marca un límite: “No todo es entender”.

“Hay momentos que hay que decir ‘no’. La base es que el chico tenga acceso a una diversidad de bienes culturales y tecnológicos. Si desde chico tiene acceso a un cine, a un teatro, a un club, a una plaza, al arte, su aprendizaje va a ser más rico, su capital cultural aún más sólido y habrá menos riesgo de ser dependiente de una sola tecnología: el celular”, enfatiza y también habla de por qué ese dispositivo es el mejor amigo de las nuevas generaciones. “Acá y en el mundo los mayoría de los chicos se contacta a través del celular con amigos de la vida real. Es un reforzador de vínculos que ya existen. Con los mismos chicos que ven.”

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Morduchowicz también concide con el estudio de Motorola en la necesidad de “encontrar un balance” en nuestra vida junto al celular.

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Si en Argentina las casas tienen más pantallas que otro consumo cultural y el consumo de esas pantallas es cada vez es más privado, de los adolescentes en su cuarto, no puede sorprender que la tecnología y el celular sea el bien privilegiado de los más jóvenes”, cierra la especialista.

En ese camino, Nora Koremblit de Vinacur, ex secretaria del Departamento de Niños y Adolescentes de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) plantea que esta preferencia por relacionarse con el celular antes que en el cara cara con los seres queridos “no es sólo cosa de los que pisan los 18 o tienen un poco más”.

“En los adolescentes es más evidente porque les resulta más fácil relacionarse a través de las redes que en el mundo real. Pero esto también se da por una identificación con los adultos, que los ven todo el tiempo con el celular. Pero -aclara la psicoanalista- no es algo para denostar, no es mejor ni peor, es lo que sucede y propio del avance dela tecnología.”

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¿Cuál es el límite entre el abuso y el uso “útil” del celular en el trabajo y en el tiempo libre? Para el estudio de Harvard y Motorola, hay 10 preguntas que contestan eso. La más clara: ¿Qué te sería más fácil abandonar por un mes? ¿El sexo o el teléfono?. La más incómoda: ¿Cuántas horas por día usás el celular?. La más sugestiva: ¿Dónde dejás el celular cuando comés con alguien?. La más obvia: ¿Cómo te sentís cuando llegás a un lugar donde los celulares no están permitidos? La más honesta: admitir que se miró el teléfono en un velatorio, mientras se estaba teniendo sexo o estando en la ducha. La más polémica: ¿Cuántas veces miraste el celular y no había ninguna notificación nueva desde la última vez que miraste?.

Una norma fácil de recordar pero difícil de implementar -dice Morduchowicz- es la del 3-6-9-12. “Hasta los 3 años, cero pantalla, para privilegiar las actividades motrices y el contacto con la realidad real antes que la virtual. Después de los 3, la televisión, acompañados de adultos. A los 6 años, la tablet y la compu, sin acceso a Internet y con los juegos ya bajados. A los 9 años, compu y tablet con acceso a Internet. La última, a los 12 años, es con el celular. Algo que se da con el fin de la primaria y el ingreso a la secundaria. los adolescentes ahí comienzan su vida con más autonomía y los padres quieren saber donde están.” NR

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