Barrios
Monserrat: en cada cuadra, una lucha
Para que lo antiguo y lo nuevo no se excluyan, para que convivan. Y para que nada termine, como algunos tramos de adoquines y veredas, en ruinas.
No cuesta casi nada viajar en el tiempo. Cómo va a costar si allá arriba, sobre la torre izquierda de la Basílica Nuestra Señora del Rosario, en Monserrat, se ven las marcas de cañonazos de combates de la segunda invasión inglesa, en 1807.
Primero, uno podrá imaginar los estruendos, estremecerse. Recordar lecciones de la infancia. A la maestra que narra la defensa porteña con aceite caliente.
Después, podrá buscar documentos. Leer: “El comandante en jefe -John Whitelocke- parece haber estado en la más perfecta ignorancia tanto acerca de la naturaleza del país que debía atravesar, como sobre el monto y el carácter de la resistencia que debía esperar. Con el propósito, suponemos, de evitar un encuentro molesto desembarca a treinta millas del lugar donde debía operar, prosigue su marcha a través de un recorrido lleno de pantanos, cortado por riachuelos y, finalmente, con un ejército jadeante y exhausto se asienta frente a una plaza fortificada enteramente, en la cual según el tenor de su despacho ‘llovían sobre él metrallas desde todas las esquinas y desde los techos de todas las casas, mosquetazos, granadas de mano, ladrillazos y piedras’”. Un fragmento de una nota basada en partes oficiales que publicó The Times, de Londres, en aquella época.
Pero si uno es de los que cree que la historia debe ser un trampolín y no un sofá, seguro buscará otras huellas.
En esta zona, quedan, variadas. Son huellas más sencillas, como la fachada tipo colonial de la casa del virrey Liniers, humilde y valiosísima. Y más recientes y monumentales, como el Mausoleo de Manuel Belgrano o el edificio Otto Wulff, ex casa de “la vieja virreina” Rafaela de Vera Mujica y López Pintado, luego convertida en un ícono del modernismo de aires alemanes.
Pero, además, en cada cuadra, hay al menos una lucha. No sólo de las que se ven como rastros de la Reconquista, en las balas en la iglesia o en el monolito que dice que en Venezuela, entre Bolívar y Defensa -ahora zona de obras-, se peleó en 1807 su batalla más cruenta.
Está también esa lucha por preservar testimonios de épocas diversas entre los modernos negocios de diseño y los restoranes gourmet, las cuadras postergadas, los hoteles y los turistas. Para que lo antiguo y lo nuevo no se excluyan, para que convivan. Y para que nada termine, como algunos tramos de adoquines y veredas, en ruinas.
Posible recorrido:
1) Modernismo alemán y tradición local. El edifiico Otto Wulff fue construido por el danés Morten Rönnow en 1912/4. Lo hizo por encargo de los empresarios Wulff y Nicolás Mihanovich, cónsul del ex Imperio Austrohúngaro. En ese predio había estado “la casa de la vieja virreina” (Rafaela de Vera Mujica y López Pintado, en 1800) y la sede del antecesor del Banco de la Ciudad.
La construción es ejemplo de la versión alemana del Art Nouveau . Pero sus 8 figuras humanas (atlantes), de 5 metros, representan oficios –y al arquitecto– con rasgos autóctonos, para algunos expertos. Y a ellas se suma fauna local. Las cúpulas, casi yuxtapuestas, son de cuento. Una leyenda dice que buscaban homenajear a Francisco José I, la más alta, con el sol, y a la emperatriz Isabel de Possenhofen, la que tenía una luna que se perdió. Hoy, en el local de la planta baja, funciona una cadena de cafeterías. En Belgrano 601 (y Perú).
2) Templo de la historia. Los dominicos llegaron al lugar en 1606 pero la construcción de la iglesia, de estilo neorrenacentista, comenzó en 1751. Junto con el convento de Santo Domingo (1805), la actual Basílica Nuestra Señora del Rosario fue escenario clave en las invasiones inglesas. En 1807, se atrincheraron británicos y se libró el Combate de Santo Domingo. De hecho, en la torre de la derecha (la de la izquierda fue realizada después) quedaron marcados los cañonazos. En el frente, se impone en Mausoleo de Manuel Belgrano (1903). Adentro, donde reina el barroco, guarda banderas de fuerzas militares inglesas y una talla de la virgen del Rosario del siglo XVI, entre otras perlas. En Belgrano 442. Un dato: el folleto que ofrecen en la entrada destaca más de 20 espacios y obras. Hay que ir con tiempo.
3) A Manuel Belgrano. El creador de la bandera murió el 20 de junio de 1820 pobre y casi olvidado. El único de ocho diarios que publicó esa noticia fue El Despertador Teofilantrópico, de los franciscanos. Y se cuenta que usaron mármol de una cómoda suya para identificar su lápida en el Convento de Santo Domingo. En 1903, se inauguró su mausoleo en el atrio del convento, realizado por el italiano Ettore Ximenes. Mide nueve metros, su base es de mármol de Carrara y tiene alegorías del valor, el honor y las ideas, rodeadas de ángeles. En Belgrano 442, antes de entrar a la iglesia.
4) Las chicas de Divito. Exhuberantes, con sus curvas sinuosas y sus cinturitas de avispa, se convirtieron en celebridades en la década de 1950, cuando Guillermo Divito (1914-69) empezó a dibujarlas en su revista Rico Tipo. En 2014, se inauguraron estas obras pop, realizadas por Brian Bruhn y Raúl Picolotto, en el Paseo de la Historieta porteño. Son unas de las más lindas de toda la serie, cuya estrella internacional es Mafalda. En Belgrano y Balcarce.
5) Estilo colonial. Lo que queda de la casa del virrey Liniers es de fines del siglo XVIII. Y lo que mejor se conservó fueron la fachada, austera, con muros gruesos, y herrajes. De todas formas, los techos bajos, las ventanas de vidrios partidos, las tejas, las lajas, el pequeño espacio destinado al barcito y restorán La Cocina del Virrey, las vigas de la pequeña sala de exhibición y el patio son un pasaje directo a aquella época. Pero deja con ganas de más.
Según el Ente de Turismo porteño, en el lugar, se trataron los términos de la capitulación del general inglés William Beresford, luego de la fallida invasión de 1806. En 1874 funcionó la editorial de Angel Estrada, con cuya ex mansión, que tenía entrada por la calle Bolívar, se comunica. hoy es sede de un espacio cultural a cargo del Gobierno de la Ciudad. En Venezuela 469.
En una excavación arqueológica realizada en 2012, descubrieron restos de dos construcciones previas y objetos que datan del siglo XVII, entre ellos, monedas de Potosí y un amuleto de origen africano.
FUENTE: CLARÍN
S.C.
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