Buenos Aires, 20/11/2024, edición Nº 4389
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Cultura

Los Pompas, un elenco de vecinos que sigue contando la historia de su barrio

Surgieron tras la crisis de 2001, como una excusa para fortalecer los lazos comunitarios. Actuaron en parques, centros culturales y hasta en lo que fue un supermercado chino. Cumplen dos décadas en su propio espacio en el que además de actuar dictan talleres artísticos. Y todos los sábados a las 21 presentan “Lo que la peste nos dejó”, una obra sobre la epidemia de la fiebre amarilla.

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No cuesta nada encontrarlos cualquier sábado a la noche. Basta con preguntarle a cualquier vecino de Parque Patricios que sabrá dar indicaciones de la sede de “Los Pompas” o seguir la cola que serpentea sobre la vereda de avenida Brasil a metros de Jujuy, hasta la puerta en la que un cartel avisa: “Localidades agotadas”. Esa es la casa de los Pompapetriyasos, el nombre completo de ese elenco de vecinos que nació en 2002 de Pompeya y Parque Patricios, como un modo de integrar al barrio tras la crisis de 2001, y este año festeja sus 20 años con una obra tan emblemática como actual: “Lo que la peste nos dejó”.

El espectáculo no es nuevo. Es el caballito de batalla del elenco que pone cada sábado a unas 40 personas en escena. Empezó en el Parque de los Patricios, el espacio verde que es corazón del barrio, cuando descubrieron que algunos de los monumentos recordaban a las víctimas de la fiebre amarilla en la zona, allá por 1871.

Entre todos armaron una obra que buceaba en las raíces de ese barrio que supo albergar al cementerio donde enterraron a las víctimas de la peste, y también fue un basural donde se incineraba basura. Pero también el lugar donde muchos inmigrantes construyeron su hogar y donde hasta las baldosas de las veredas alientan al Club Atlético Huracán.

Lo hermoso y lo triste de Parque Patricios transitan la obra en la que la actriz más joven tiene tres años y los mayores superan los setenta. El final es una canción que cantan todos, incluso el público, en el que confiesan a puro ritmo que como aquel barrio: “Todos tenemos un fantasma”. Pero la fiesta sigue en la vereda y el local pegado a la entrada donde los mismos vecinos muestran sus dotes culinarias y ofrecen tartas, tortas, choripanes y sándwiches de bondiola.

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OTRAS OBRAS, UNA MISMA HISTORIA BARRIAL

El debut de la compañía barrial se dio con “Con familias como esta”, una comedia que intentaba narrar cómo la aparición de dinero deterioraba los vínculos en una familia.

Luego “La visita guiada” se realizaba en el Parque de los Patricios y recuperaba la historia del espacio verde a partir de sus monumentos.

Cuando las obras del subte H los obligaron a dejar el parque, virtualmente convertido en un obrador, los vecinos crearon “Extra, extra”, que indagaba en la propiedad del espacio público.  “Somos privados de lo público// y lo público es privado”, decía la canción principal.

Con la casa propia llegó la historia de las consecuencias de la fiebre amarilla en la zona sur de la ciudad.

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“La obra tiene más de diez años pero tras la pandemia de Covid 19 tiene más actualidad. Por eso hacemos una referencia a esta nueva epidemia pero no quisimos quedarnos en eso”, cuenta Mariana Berger, quien, además de ocuparse de hacer el trabajo de prensa, cumple varios papeles en la obra: es mosquito y luego el fantasma del pasado del barrio.

Ella confiesa que no actuaba, y llegó al grupo después de que la invitaron a ver una obra del elenco en el Parque Ameghino, mientras tomaba un café con su hija que tenía un año. A los pocos días, Mariana formaba parte del elenco, al que se integraron sus hijas durante un tiempo.

Un itinerario por plazas y centros culturales

Lógicamente a lo largo de dos décadas el elenco se haya renovado. Chicos y grandes cedieron paso a otros chicos y otros grandes que los veían actuar en espacios públicos o centros culturales. Quien les dio la bienvenida a todos y aún finaliza la obra convocando a los espectadores a convertirse en actores es Agustina Ruiz Barrera.

“Comenzamos en 2002 tras el paso de la Carpa Itinerante del Grupo de Teatro Comunitario Catalinas por el barrio. Ahí me propusieron dirigir un elenco de vecinos de Patricios y Pompeya que buscaba restablecer los lazos sociales tras la crisis. Yo tenía 23 años pero acepté el desafío”, cuenta Ruiz Barrea, actriz, docente y directora.

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Luego enumera los lugares por los que pasaron las funciones de los vecinos: centros culturales del barrio que les prestaban, el Parque de los Patricios, el Parque Ameghino, un supermercado chino abandonado que lograron alquilar y el espacio actual, una casona antigua en Brasil 2640.

“Cuando actuábamos en los parques, guardábamos la escenografía en un galpón prestado… Una vez la prendieron fuego para hacer un asado”, recuerda Ruiz Barrea. “Cuando alquilamos el supermercado chino, entramos y estaba abandonado tal cual lo dejaron cuando cerraron. Estaban las cajas registradoras y las góndolas con comida podrida”, agrega Berger.

La tranquilidad llegó para los vecinos en 2011 cuando lograron alquilar la casa de la avenida Brasil. Dedicaron varios años a hacerle reparaciones y llegaron a actuar en la vereda hasta que lograron construir El Teatro de Los Pompas en el que actúan cada sábado. Sin embargo, no es el único objetivo que tiene el espacio: “También damos talleres de  producción artística: teatro y música, movimiento, bandas musicales, realización de máscaras, fotografía, plástica y realización de audiovisuales”, e invita a buscar las propuestas en la página de la agrupación.

Aunque salta a la vista, ambas destacan el arraigo que “los Pompas” tienen en el barrio. Ruiz Barrea lo explica así: “En el elenco hay médicos del Hospital Muñiz, docentes del Instituto Bernasconi, y en esos espacios emblemáticos del barrio se hacen eco de la propuesta”.

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La pandemia: un desafío

Además de la necesidad de itinerar por varios lugares, el elenco de vecinos debió enfrentarse a otro gran desafío: la pandemia. Sin posibilidad de actuar, no tenían modo de juntar lo que necesitaban para pagar el alquiler del espacio que ocupan. “Recurrimos a las actividades por Zoom, talleres de máscaras, de actuación, funciones -cuenta Berger. Ruiz Barrea. También les propusimos a los vecinos que nos ayudasen con un pequeño aporte, que es el que ahora nos sigue sosteniendo cuando se atrasan los subsidios que tratamos de conseguir”.

“El espacio que tenemos nos dio la posibilidad de hacer un buffet y recaudar con él”, explica otro vecino/actor, Pablo Corradi, que llegó por invitación de Agustina, cuando era su alumno de teatro en el emblemático Andamio 90. “Además de actuar me encargo de producir el buffet y de que todo esté listo para ofrecer comida y bebida”, describe y argumenta que “hacer la obra tiene muchas capas y muchos roles”.

A su lado Juan Cruz Laplacette, quien también llegó por invitación de Agustina, después de actuar en otros elencos, define la variedad de funciones que desempeña, además de actuar: “En el centro cultural me encargo del mantenimiento, ayudo a los profesores, atiendo al público y me ocupo de que todo esté limpio. En la obra ayudo al operador de luces y me cuido de que estén todos los objetos que necesitamos en escena”. “Participo de Los Pompas desde 2008 y, poco a poco me fui apropiando de ellos y ellos se apropiaron de mí”, sintetiza, dando cuenta de una situación que les pasa a la mayoría de los vecinos del barrio.

Para el cierre, Corradi además se anima a reflexionar sobre el valor del teatro comunitario: “Es muy importante participar de este espacio porque es un lugar donde ademas de formarte actoralmente, revalorizás el teatro. Como actor, estás constantemente replanteándote el porqué y para quienes hacer teatro, en una ciudad que está repleta de teatros, pero con menos espectadores o en donde el teatro empieza a hacerse solamente para gente de teatro. Es fundamental romper con eso y buscar el rito teatral como lo era antes, una fiesta masiva donde se proporcionaba el encuentro. Esto es lo que te dan Los Pompas”,

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