Política
El cacerolazo fue contra la oposición; o debió haberlo sido
Pese a que no acusó recibo, el cacerolazo del 8N, que reveló un claro descontento con el gobierno, fue contra la oposición. O mejor dicho, contra la incapcidad de asumir su rol político y salir de la burbuja en la que está encerrada.
Escribe: Juan Pablo Presti
(Ciudad de Buenos Aires) Ese 46% del poder publico no kirchnerista (que entre 2009 y 2011 logró sin pena ni gloria ser mayoría en el Congreso) es el único destinatario del reclamo de los caceroleros, ya que es la fuerza política -el conjunto de fuerzas- que debiera ofrecer una propuesta capaz de promover lo que aparentemente pide esa porción del pueblo que no votó a Cristina, y que buscó en la masiva marcha del 8N hacer notar su visión y proyecto de país.
La presidenta podrá tomar nota de alguno de los reclamos de quienes no la votaron: sería un acto de grandeza y solidaridad para con esa masa sin conducción política que la insulta, y a la que, sin ponerse colorados, se le mezclan políticos opositores que se dicen dirigentes.
El PRO, el FAP, el peronismo disidente o la UCR, que muy comodamente protestaron junto a los indignados el jueves, deberían presentar un plan electoral y de gobierno alternativo, que seduzca a aquellos que demandan un cambio, en lugar de pretender, sin vergüenza, tomar con ellos las cacerolas o agitar banderitas de argentina.
Ya todos sabemos lo que es el kirchnerismo, lo que nos gusta de su estilo de gobierno y los aspectos que reprobamos.
Pero, ¿La salida es criticarlo? ¿Pedirle que cambie? ¿Por qué habría de cambiar un proyecto de poder exitoso, que gana las elecciones? ¿Sólo porque se lo piden quienes las pierden?
Está claro que la oposición -con presencia en el Congreso y en las legislaturas, con intendencias y gobernaciones- es la única responsable de que no haya alternativa para quienes no apoyan el modelo K.
Los caceroleros, ante esa ausencia representativa, al sentir la impotencia de no tener a quien encomendar, por la vía institucional, democrática y con las reglas de la republica, el liderazgo de un cambio respecto de la situación actual, no pueden si no encolerizarse, y salir a las calles con decidida furia.
Nada tiene de extraño que un gobierno al que alguien no votó implemente políticas con las que ese alguien no estará de acuerdo nunca.
Lo extraño es que a quienes deberían tomar la iniciativa y hacer posibles y viables esas políticas distintas a las actuales, se los ve más preocupados por la suerte del Frente piara la Victoria que por la de sus propios partidos; le temen a una reforma que habilite una re-ré, al tiempo que aseguran que, por este camino, los K perderán las elecciones en 2013 y 2015 ¿Acaso les molesta que los K pierdan? ¿No es ése su mayor propósito? ¿Por qué prefieren que el gobierno cambie?
Amigos anti K, tomen nota: “Es la oposición, estúpidos”.
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