Salud
Advierten sobre los riesgos de mezclar bebidas energizantes con alcohol
Según toxicólogos y nuevos estudios, enmascaran los efectos de las bebidas alcohólicas y prolongan la resaca.
(CABA) La controversia las rodea desde hace mucho. Aunque se las promociona como una forma de sentirse más joven, más activo, más liviano, cada vez se reúnen más indicios de que las bebidas energizantes no son inocuas. Y si se las combina con alcohol, la experiencia de los toxicólogos y nuevos estudios indican que pueden resultar un cóctel riesgoso.
“Existe un cuerpo de evidencias considerable que no habla para nada a favor de estas bebidas. Están contraindicadas en menores de 18 (aunque no se lea en el envase) y en algunos países incluso están prohibidas”, explica Rodolfo Cutrera, profesor adjunto de la cátedra de Fisiología y Biofísica de la Facultad de Medicina de la UBA.
Hábito creciente entre los adolescentes y jóvenes, en las guardias hospitalarias se advierte claramente que recurren a ellas para tratar de evitar la depresión que aparece cuando se beben grandes cantidades de alcohol. Sin embargo, “no limitan los efectos, sino que solo los demoran”, explica Carlos Damín, presidente de Fundartox y jefe de Toxicología del Hospital Fernández.
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“La ingesta excesiva de alcohol tiene, entre otros, el correlato de la marcha zigzagueante y la imposibilidad de sustentarse en dos puntos, que hace necesario apoyarse en tres -describe el especialista. Casi se podría hacer una correlación entre la alcoholemia [nivel de alcohol en la sangre] y estos signos. Con las bebidas energizantes no se ve esta secuencia, pero cuando se llega a los 4 gramos de alcohol por litro de sangre, el cerebro se desconecta y se produce el coma alcohólico. Pareciera que está alterada la evolución del cuadro alcohólico, entonces los chicos toman y toman, y no se dan cuenta del grado de ebriedad al que se exponen. Se debe no solo a la cafeína, sino también a la taurina y otros ingredientes” presentes en los energizantes.
Según Damín, son pocos los pacientes que ingresan al hospital por consumir solamente alcohol: la mayoría lo hace por su combinación con bebidas energizantes, con psicofármacos o, algunos, con cocaína. “La frecuencia es altísima -comenta-. Toman bebidas de alta graduación, como el vodka, y cuando se dan cuenta, ya es más grave. Las toman con la idea de contrarrestar el alcohol, pero en realidad enmascaran sus efectos”, comenta.
Para Cutrera, hay más: “Si una persona joven toma varias latitas en una noche, como es usual, puede llegar a tener problemas cardíacos, desde taquicardia en adelante. Y si tiene alguna falla congénita, ni hablar. También se sugiere que influyen negativamente en el aprendizaje e inciden en los ritmos biológicos”, dice.
Trabajando en un modelo de ratones, Cutrera y su equipo identificaron una consecuencia particularmente insidiosa: las bebidas energizantes prolongan la “resaca“, ese combo de náuseas, mareos, visión borrosa, fuerte dolor de cabeza y fotofobia que sobreviene horas después de haber superado un umbral de alrededor de 0,2 gramos de alcohol por litro de sangre y cuando ya el nivel etílico es cero. Aunque los resultados no pueden extrapolarse directamente a los seres humanos, porque los ratones no toman alcohol, son un modelo consistente como para considerar los resultados.
“La resaca tiene una incidencia muy alta en la conducción de vehículos, el manejo de instrumental de precisión… -destaca el científico-. El ausentismo de los días lunes origina pérdidas millonarias en todo el mundo. ¿Es porque los fines de semana son agitados o puede atribuirse en alguna medida a la resaca?”, se pregunta.
En experimentos previos, Cutrera y su equipo habían constatado que horas después de una copiosa ingestión de alcohol se reduce la coordinación neuromuscular y se daña el metabolismo de las neuronas de la corteza cerebral durante 24 a 26 horas, algo que podría interferir, por ejemplo, en el manejo de vehículos o maquinaria.
Para estudiar este aspecto de la resaca que excede el simple malestar, los científicos les dieron una inyección peritoneal a ratones de laboratorio con una concentración elevada de alcohol equivalente a unos tres cuartos de botella de whisky y luego observaron cómo atravesaban un espacio de unos 30 cm por un hilo elevado atado por sus extremos a dos varillas verticales.
El animal primero quedaba “patas para arriba” en un cuadro similar al coma alcohólico. Luego se recuperaban, pero a las seis horas de la inyección -y cuando la concentración de alcohol en plasma era cero o cercana a cero- todavía tenían un desempeño muy malo: no podían usar todos sus miembros y se caían. El grupo de control, que solo había recibido una inyección de solución salina, atravesaba la distancia en un minuto.
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En otros experimentos vieron que los que padecían “resaca” mostraban signos inequívocos de algo similar a la ansiedad y que la respiración en las neuronas de la corteza cerebral se había reducido a la mitad.
“Ahora hicimos tests comportamentales -explica Cutrera-. Teníamos una sospecha de cuánto duraba la resaca y les agregamos la bebida energizante: en las distintas pruebas de coordinación motora y de niveles de ansiedad, vimos una prolongación de los efectos deletéreos del alcohol. Los animales se mostraban menos activos y más descoordinados”.
Actualmente, las bebidas energizantes ocupan una franja muy importante en las ventas de bebidas sin alcohol y se proyecta que sus ventas globales alcanzarán los US$60.000 millones para 2021.
Según indican en una reciente revisión del tema, Cutrera y su colega Silvia Carbone, ambos del Instituto de Fisiología y Biofísica Bernardo Houssay (Ifibio, del Conicet y la UBA), el comienzo del consumo se produce cada vez con mayor frecuencia a edades tempranas, que rondan los 10 años, lo que aumentó la preocupación por su toxicidad potencial.
“Esto representa un gran riesgo para la salud, ya que el organismo joven tiene limitaciones funcionales para metabolizar el alcohol”, escribieron los especialistas. La Academia Norteamericana de Pediatría y la Asociación Médica de los Estados Unidos apoyan las restricciones a la venta de bebidas energizantes a menores de edad. NR
Fuente consultada: La Nación
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