Situado frente a la plaza Dorrego, data de 1735; el Museo Penitenciario, que funcionaba allí, fue cerrado en 2012 y ahora sólo se abre para peñas.
Les habían colocado la pintura para protegerlos del vandalismo. Ahora, tras numerosas críticas, buscan que recuperen su esplendor.
Se resisten al proyecto del gobierno porteño que prevé subastar la mayor parte del complejo para hacer un polo judicial.