Buenos Aires, 11/12/2024, edición Nº 4410
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El tránsito, a toda hora, de camiones colapsa las avenidas

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(CABA) Camiones en zonas no autorizadas. Pocos agentes viales para multar a los “pesos pesados”. Los años pasan y la circulación de este tipo de vehículos colapsa en los accesos al centro, por ejemplo. Unos 50.000 camiones se movilizan a diario por la ciudad. Algunos de ellos utilizan las calles sólo para atravesar el área metropolitana y seguir camino hacia otro destino. Los restantes recorren los barrios y generan, a su paso, la reacción de los vecinos.

La ley 2362 -que data de 2007, cuando reemplazó la habilitación que existía con anterioridad especifica cuál es la red de tránsito pesado para vehículos de más de 12 toneladas. Si bien establece cuáles son los caminos troncales, permite que ese tipo de vehículos circule por otras calles, pero sólo para salir o arribar a destino. Las desviaciones vienen generando quejas en la zona de la Costanera Sur, San Telmo, La Boca, Mataderos y Barracas. Flores es otro punto conflictivo.

“Una obra que atacaría, sobre todo, el tránsito de camiones pasantes es la construcción de la autopista ribereña”, dijo Guillermo Krantzer, director general de Tránsito y Transporte de la ciudad.

El funcionario destacó que hoy por el eje Huergo-Madero transitan más camiones pasantes -sólo atraviesan la Capital- que vehículos que permanecen en el centro. Si bien existe acuerdo entre los gobiernos nacional y porteño para avanzar con la postergada ribereña y se definió la traza recientemente, todavía no se llamó a licitación.

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Andrés Fingeret, director del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITPD, según sus siglas en inglés) para la Argentina y experto en movilidad urbana, resaltó que “es necesaria una política más integral” para abordar esta problemática, más allá del proyecto de la autopista ribereña.

En principio, para reordenar parte del tránsito pesado que circula por la zona sur porteña, a fines de este año se inaugurará en Villa Soldati el primer Centro de Concentración Logística (CCL), que concentrará el trabajo de más de 900 camiones -un 10% de los vehículos de más de 12 toneladas presentes en la ciudad- y los quitará del circuito barrial (ver aparte).

Circular por la avenida San Pedrito y su continuación Nazca, en el barrio de Flores, suele convertirse en una travesía osada. Colectivos, vehículos particulares y camiones de gran porte se disputan un lugar en la acera. Pueden transcurrir más de 15 minutos para recorrer sólo algunas de cuadras. Los bocinazos se hacen escuchar. Pero no se puede hacer nada. La red de tránsito pesado se extiende en esa zona desde Lafuente hasta Beiró.

Puerto Madero es otra zona afectada. “Durante un tiempo se cumplió la ley de tránsito pesado, pero otra vez están circulando camiones por la Costanera Sur que ingresan desde Elvira Rawson de Dellepiane para esquivar Huergo y salen por el puente hacia la avenida Córdoba”, se quejó Vanesa, vecina de ese barrio.

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Mirta disfruta aún más de su “querido” barrio de La Boca cuando los feriados los camioneros no trabajan. “No hay ruido”, dijo a La Nación, en medio de un diálogo interrumpido por el traqueteo de cargados rodados que circulaban por Benito Pérez Galdós.

“Los camiones se dispersan por todas partes. Cuando descienden del puente Avellaneda, deberían girar en Pinzón, que los lleva hasta Pedro de Mendoza, pero algunos se tiran como un tobogán hacia Brown, por donde no deben ir”, denunció Alfredo Alberti, de la Asociación de Vecinos La Boca, que desde hace décadas batalla por mejoras para el barrio.

Muy cerca, en Barracas, también se escuchan reclamos. Una incesante hilera de camiones suele circular por la avenida Iriarte, entre Vélez Sarsfield y Vieytes. La ley no autoriza ese trayecto como arteria troncal, y en ciertas esquinas, como en Iriarte y Santa María Del Buen Aire, una señalización hace explícita la prohibición para el paso de ese tipo de rodados.

Hace cinco años que la calle Santa María está cerrada. “Todo empezó por una obra de la empresa estatal AySA [Agua y Saneamientos Argentinos SA] mal hecha. La situación empeoró con el paso de los camiones y la vibración que producen en los inmuebles. Se agrietó nuestra casa y tuvimos que mudarnos porque hay peligro de derrumbe”, contó Gustavo Ribera, propietario de la descascarada propiedad de la esquina. El drama no se limita a su familia. Otras 20 viviendas cercanas están afectadas

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