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Un estudio analiza la cuestión de la popularidad en Twitter
Tomárselo con calma.
(CABA) A simple vista, Twitter es el mundo de las cifras. Uno sigue a N personas y a uno le siguen N personas. Ha publicado N número de mensajes en N días, meses o años. Cada mensaje ha recibido N cantidad de aplauso o se ha compartido N número de veces. La conclusión, pues, está cantada. Todo es un juego y quien tiene números más altos gana. Pero esta percepción, como se ha ido demostrando a lo largo de los años, es falsa. Las redes sociales no son cuestión de números porque los números pueden responder a compromisos o a caprichos o modas. Lo que sí son las redes sociales es cuestión de influencia. Y en ese terreno, el más lacónico usuario puede ser quien firme el comentario más determinante de todos en un momento dado. Y por esta regla de tres, la fórmula más fácil de parecer irrelevante es seguir la ley de los números y publicar mucho.
Según un estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), liderado por la catedrática Rosa M. Benito, las redes sociales son como las redes en la vida real, donde es importante estar bien rodeado y conectado. “Tener un mayor número de seguidores es mucho más importante que el ‘esfuerzo’ o actividad que desarrolle el usuario enviando muchos mensajes”, en palabras de Benito a la agencia SINC. La investigación, titulada Efficiency of human activity on information spreading on Twitter y publicada el pasado mes de octubre en la revista académica Social Networks, partía del gran interrogante por el que cobran los community managers de medio mundo: “¿Qué pueden hacer los usuarios de Twitter para incrementar su influencia?”. Y para responderla con rigor científico, analizaron miles de conversaciones en esa red social producidas en diferentes momentos entre 2011 y 2012 en países como España, Venezuela y Estados Unidos aplicado un modelo computacional ideado ad hoc con el fin de medir el esfuerzo empleado por los usuarios –producir tuits– y la difusión alcanzada.
Con los datos en mano, los investigadores españoles han certificado que Twitter es una red heterogénea. De media, el grueso de los tuiteros presenta poquísimos seguidores: unos 61. Por otra parte, existe un pequeño colectivo al que sigue muchísimos usuarios, incluso 40 y 50 millones de ellos. Esta polarización y la propia estructura ramificada de Twitter explica cómo funciona la influencia: en Twitter, explican los investigadores, se premia la posición que ocupas frente a tus méritos como tuitero. Es decir, enviar muchos mensajes que quizá acaben en el limbo virtual no es una estrategia eficaz ya que siempre va a existir una minoría muy influyente cuyos tuits se propagan de manera más rápida y tienen más repercusión.
“Si la red fuera homogénea, los usuarios tendrían aproximadamente el mismo número de conexiones y su posición en la red no sería importante; su influencia dependería directamente de su actividad”, afirma Benito. La equidad en Twitter, confirman los investigadores, es también una utopía. Cualquier cosa que postee Katy Perry, la usuaria con más seguidores según datos de Mashable del pasado marzo, seguirá teniendo más impacto que el chiste más reciente sobre el culo de Kim Kardashian, la web de Pedro Sánchez o el anuncio de lotería. Los números también pesan y, a veces, aplastan.
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