Buenos Aires, 20/04/2024, edición Nº 4175
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Mano de Piedra ya está en Buenos Aires

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En una entrevista realizada por Olé, Roberto Durán contó que miraba peleas de Monzón, que Maravilla Martínez no habría tenido chances en su época y que de no ser por un accidente de auto seguiría en acción a los 62 años.

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(CABA) Ese señor que se está devorando una suprema con ensalada y cuenta sus anécdotas en el Howard Johnson de Congreso es Roberto Durán. Con 62 años está lejos de parecer un abuelito. Con su figura de galanazo latino, su nombre de guerra es una marca única en todo el planeta. Mano de Piedra. Un boxeadorazo que para la mayoría de los expertos entra en cualquier top ten de todos los tiempos. ¿Por qué? Porque con cuerpo de peso ligero (61 kilos) se atrevió a pelearles a muchos grossos subiendo hasta 15 kilos y reinando en cuatro categorías.

El panameño está en Buenos Aires para participar de la exhibición del próximo sábado con la que Jorge Castro va a despedirse del boxeo en el Luna Park. ¿Lo veremos en el ring? “Voy a estar en la presentación, voy a subir a saludar y disfrutaré el espectáculo. Voy a pisar el ring para saludar, sin los guantes”, aclara. Durán se muere de ganas de participar, pero la familia se opone. ¿Podrá el Cholo torcerles el brazo a sus hijos y subir, al menos, para hacer un round?

-¿Qué estás haciendo hoy en Panamá?

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-Vivo de mis negocios, de mi restaurant (La Tasca de Durán). Cocinamos buenos platos y toco mi música. Además, soy embajador del deporte de Panamá, así que viajo por el mundo.

-¿Ves boxeo?

-No, no estoy muy entusiasmado con el boxeo actual. Si hay una pelea de boxeo, la ponemos en los televisores de mi restaurante y la gente me pregunta: “Mano de Piedra, ¿quién gana?”. Y yo miro un poco y les digo: “Este pega mejor o aquel deja un hueco”. Pero no hay nadie que me emocione.

-¿Cuál fue tu noche de gloria?

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-Tuve muchas noches históricas. Lo que uno primero quiere como boxeador es ganar el título. Y luego debe saber cómo mantenerlo. La primera gran noche fue cuando le saqué el título ligero a Ken Buchanan en 1972. Después hubo otras: la victoria ante Ray Leonard, el nocaut a Davey Moore, ganarle a Iran Barkley. Hasta lo fue perder por decisión con Marvin Hagler. En la época de Roberto Durán, detrás de Roberto Durán había buenos boxeadores, pero yo era el verdugo de todos.

-¿Tuviste algún fracaso?

-En la vida deportiva no. Tal vez mi fracaso fue confiar a un apoderado como Carlos Eleta, al que quise como un padre, y ver que luego no me había dejado un real (un peso).

-¿Hay algo de lo que te arrepentís en el ring?

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-Todo lo que he pedido, Dios me lo ha conseguido. Yo no le tenía miedo a nadie arriba del ring. Lo que hice, hecho está.

-¿Cómo recordás el “No más”, cuando abandonaste ante Leonard?

-Yo estaba muy mal preparado porque tras ganarle en Montreal estuve parrandeando y no me entrené. Pero nunca dije “No más”, ése es un invento del periodista Howard Cosell. Sólo me di vuelta porque se me acalambró el estómago. Pensé que me iba a dar la revancha, pero Leonard dijo que no pelearía más conmigo. Pasó el tiempo y como mi manager no había pagado algunos impuestos en Estados Unidos me querían meter preso. Ahí apareció la chance de la tercera con Leonard para pagar mis deudas.

-¿Qué era lo mejor que tenía Mano de Piedra?

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-Yo tenía inteligencia, fortaleza y pegada, las tres cualidades que hacen grande a un boxeador. Si tú eres inteligente puedes descifrar a cualquier boxeador. La fortaleza la precisas para recibir golpes; yo era fuerte de arriba y de abajo. Y tenía pegada para noquear a mis rivales. Hoy en día no hay nadie así. Hay boxeadores técnicos, como Floyd Mayweather, o puros fajadores.

-¿Hubo alguno que se haya parecido a Mano de Piedra?

-No, ninguno. Hubo un solo Mano de Piedra.

-¿Qué hubiese pasado con los boxeadores actuales en los 80?

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-Era otro mundo. No hubieran ido a ningún lado. En welter estaba Mano de Piedra. Estaban Leonard, Tommy Hearns, Pipino Cuevas, Hagler, que era un monstruo en peso mediano. Para ganarles a esos hombres se necesitaba boxear y pelear a la vez. Hoy Mayweather es el mejor porque es el más hábil. Aunque le falta.

-¿Cómo hubiese encajado Carlos Monzón en esa época dorada?

-Monzón era más grande de edad y yo iba a ver sus peleas cuando era chico en un lugar privado en Panamá. Era de una época anterior a la mía. Contra Hagler hubiera sido una gran pelea. Creo que Hagler le hubiera ganado porque era más arrollador.

-¿Con qué otro boxeador argentino tuviste relación?

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-En 1983 yo me vine a entrenar a Buenos Aires. Aquí quise hacer guantes en el gimnasio del Luna Park con Martillo Roldán y su entrenador no quiso porque ambos podíamos hacernos daño. Pero quedamos amigos. Después, cuando peleé contra Hagler lo invité a él, al doctor Roberto Paladino y a Rocky Flores, un boxeador amigo de Tito Lectoure que perdió una mano en un accidente de tránsito. Martillo, en la pelea, me gritaba: “Voy a tener que pelear contigo porque le estás ganando al negro”.

-¿Viste en los últimos tiempos a algún boxeador argentino?

-Sí, a Maravilla Martínez. El vino a visitarme en Panamá. Boxea bien pero debe mejorar su defensa. Baja los puños y tiene un solo libreto. Y quedó claro que no le sobra mandíbula. En mí época no habría tenido chances contra los mejores. Y no creo que hoy podría con Floyd Mayweather.

-Esos son buenos recuerdos en la Argentina. Pero acá también la pasaste bastante mal …

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-Sí, en el accidente de auto que tuve en el 2001 la pasé mal ( NdeR: vino a dar recitales y el auto que lo conducía chocó en la 9 de Julio). Fue el momento más complicado de mi vida. El médico me dijo que debía dejar de pelear porque me había quebrado ocho costillas y se me había oprimido un pulmón. Me tuve que retirar y se me fueron varios millones en peleas firmadas. Si no, hubiera seguido soplando como el viento. Yo nací para pelear, es lo único que sé hacer. Me pasaba lo mismo que ocurre ahora con Bernard Hopkins, quien con 48 años es campeón mundial mediopesado. Si no me lo hubiera dicho el médico, hoy a los 62 años seguiría dando guerra.

-¿Qué siente un boxeador retirado cuando vuelve a pisar el ring?

-Yo no siento nada en particular, ya estoy acostumbrado a los aplausos. Yo subo porque la gente me lo pide. Los ídolos los hace la gente, es el público el que te mantiene vivo.

-¿Qué te hizo diferente con otros grandes boxeadores para ser reconocido en todas partes?

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-Tiene que ver con el modo de vivir la vida. Yo no tengo problemas de sacarme fotos con todos, firmar autógrafos, ir a donde me invitan. Yo se lo expliqué a Leonard, cuando vino de visita a Panamá; que debía brindarse más a los fanáticos. Y lo comprendió. Uno siempre vive con la imagen que hace de uno el público.

Fuente consultada: Olé

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