Buenos Aires, 29/03/2024, edición Nº 4153
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Pirotecnia: ¿Cómo afecta la salud de nuestras mascotas?

Una fiesta sin cohetes.

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(CABA) Si bien a muchas personas les causa gracia o alegría, resulta muy difícil entender cómo un niño o un adulto puede disfrutar viendo a una mascota, aterrada por los ruidos ensordecedores. Es un buen momento para enseñarle a los más pequeños el significado de la responsabilidad que implica compartir la vida con una mascota que es “su amigo”. Que entiendan, tanto los niños como los adultos, que esos ruidos tan fuertes les causan mucho daño y sufrimiento a los animales.

Acaso resulta gracioso el ruido que hacen estos artefactos al estallar, pudiendo quemar a las personas, aturdiendo, atemorizando y desconcertando a las mascotas. Es importante recordar que la tenencia de un animal, sea o no de raza, significa una gran responsabilidad. No es un juguete y quien ama a sus mascotas seguramente no querrá hacerles daño.

No deben ser objeto de risas ni bromas pesadas. Ellos sufren y tienen sensibilidad como cualquier otro ser vivo.

En general perros y gatos reaccionan de alguna forma al estimulo tan potente que les produce una explosión. Es muy raro que permanezcan indiferentes. Habitualmente reaccionan con temor ante una tormenta y las luces de los rayos. Pero con la pirotecnia el daño puede ser mayor. Por eso es conveniente prepararlos y preparar la casa, para tratar de evitar que sufran lo menos posible durante los días de fiesta, que para los animales, sobre todo perros y gatos que son los que conviven con el ser humano, significa una situación inusual y para nada agradable.

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Los ruidos estrepitosos que genera la pirotecnia afecta a la mascota por el sufrimiento que padece ,y por el riesgo que corre de lastimarse a sí mismo al tratar de escapar o esconderse y hasta extraviarse.

Para este miedo, no existe una predisposición determinada por la raza, la edad o el sexo de la mascota, simplemente es una respuesta de temor intensa al ruido. El animal trata de huir o esconderse, pide protección al dueño, tiembla, pone la cola entre las patas, se agita, a veces gruñe o ladra desde lejos y los ojos parecen agrandarse.

Normalmente cuando el perro escucha por primera vez este tipo de ruidos, se asusta. Si no le ocasiona consecuencias mayores, se acostumbrará e ignorará por completo esos ruidos. Pero si los asocia con experiencias desagradables y siente que no puede escapar a ningún lado o que recibe una excesiva atención del propietario con el fin de calmarlo, reforzará el miedo y, con el tiempo, se transformará en una fobia.

En tanto que los gatos, no solo se pueden alterar por los destellos de los fuegos artificiales, también les afecta el ruido. Por eso conviene asegurarse que el gato esté adentro de la casa mucho antes que comiencen las celebraciones y mantenerlo en un lugar donde no sea posible que los visitantes lo dejen salir sin darse cuenta. Convendrá que en el ambiente donde se resguarde al animal haya cortinas para apaciguar la vista de los destellos, y es recomendable dejarles una bandeja de arena, alimentarlos previamente a la reunión, y su colchoneta preferida para que puedan descansar. Asi se evitará que el animal escape fuera de la casa por temor, y no se lo vuelva a encontrar.

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En el caso de los perros, convendrá dejarlos que se escondan en el lugar que ellos elijan como más seguro. Darles permiso, al menos en esos días. No obligarlos a participar del festejo, sobre todo si hay más gente que la habitual en la casa. En lo posible dejarlos en una habitación, con música o la televisión prendida, para atenuar los ruidos, y hacerles compañía tranquilizándolos. Evitar que puedan escaparse si algún invitado abre la puerta. Si asiste a otra casa con sus dueños, será conveniente tenerlo con la correa, para que se sienta más protegido y no escape desesperado. La reacción no es idéntica en todos los perros; algunos salen corriendo por la necesidad de escapar de la zona en que aún se pueden oír o ver las detonaciones, y no paran hasta que están lo bastante lejos para no percibirlas o hayan terminado. Esto puede ocasionar que se extravíen y los mate algún vehículo o no regresen más al hogar.

En todos los casos, la compañía del dueño es importante. No haciendo mimos y caricias, sino con su presencia, para tranquilizar al animal. También es conveniente, ante cualquier duda, consultar con tiempo al veterinario.

Tips

-Si hay niños en el hogar, el hecho de tener una mascota les enseñará valores tan necesarios como la responsabilidad y el afecto mutuo.

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-200 millones de células olfativas posee la nariz canina, mientras que la del ser humano tiene cerca de cinco millones de células olfativas.

¿Como perro y gato?
Si el perro y el gato crecen juntos, se harán inseparables y tan buenos amigos como los mejores. Si la convivencia comienza en la edad adulta, todo dependerá del carácter de cada uno.

¡Qué nunca les falte!
Los canarios necesitan agua fresca diariamente para sobrevivir. Conviene cambiársela a diario aunque aún les quede, y limpiar su bebedero.

¿Por qué les afecta el ruido?
Un ruido excesivo o fuerte puede crear lo que se conoce como estrés acústico, que afecta a los felinos, en particular, ya que estos pueden oír los tonos muy altos, alrededor de 1,6 octavas más alto que los seres humanos y una octava por encima de los perros.

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Los seres humanos oyen en el intervalo de aproximadamente 20-25,000 Hz, mientras que los perros lo hacen de 67-45,000 Hz y gatos en el intervalo de 45-64,000 Hz. Las voces de las personas vienen en aproximadamente en el rango de 300-3,000 Hz. Esto significa que hay un montón de sonidos estridentes que pueden realmente afectar a perros y gatos.

En los animales de compañía pueden darse desórdenes emocionales e incluso, pueden padecer depresiones y estrés. Las grandes ciudades suponen, en ocasiones, una prueba muy dura para los nervios de las mascotas, sobre todo durante las épocas festivas. No es difícil darse cuenta de cuáles son las reacciones más repetidas a los ruidos extremos. Por ejemplo en los perros, aumento de la presión sanguínea, respiración más acelerada de lo normal, pupilas que se dilatan, un incremento en la salivación, temblores momentáneos, cansancio repentino. El cuerpo del perro queda en tensión y éste puede desde ponerse a ladrar y empezar a moverse de un sitio a otro e incluso buscar refugio saltando sobre su dueño, hasta esconderse utilizando el cuerpo de su dueño como escudo. Además pueden sufrir náuseas, temblores, jadeo, salivación, insuficiencia respiratoria, estrés, vómitos, convulsiones e incluso infarto en animales afectados de problemas cardiacos, aparte de la sobreexcitación habitual en estos casos.

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