Buenos Aires, 19/03/2024, edición Nº 4143
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Deportes

Organizaciones ayudan a que chicos que viven en villas practiquen deportes no convencionales

Practican críquet, béisbol y remo; el foco está puesto en la formación en valores y en la continuidad escolar.

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(CABA) En José León Suárez, provincia de Buenos Aires, Christian Castillo se calza todo el equipo de protección para iniciar una práctica del programa Cricket Sin Fronteras. Bate en mano, sólo quedan visibles su camiseta de San Lorenzo y sus ojos que, amparados en un casco verde, se preparan para jugar.

También hay equipo en el Bajo Flores donde, con un tinte más americano que inglés, Las Águilas Béisbol disputan un partido, coordinados por Michael Figi, fundador del proyecto. Y hay mucho remo entre Los Patinetas Cósmicas, que navegan todos los sábados las aguas del Riachuelo, en la villa 21-24 del barrio porteño de Barracas.

Estos son sólo algunos de los deportes “no convencionales” que tratan de ganarse un lugar entre potrero y potrero, entre el mito de que todo es fútbol en la Argentina.

Hay pelotas, bates, postas, más de 10 chicos de todas las edades preparados en la cancha, entrenadores y agua para refrescar las gargantas sedientas de los integrantes del equipo de José León Suárez, del programa Cricket Sin Fronteras. Christian, alias “el Pela” está a punto de batear.

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“Mi hijo juega este deporte y cuando lo iba a ver, no sabía qué hacer durante el partido. Ahí decidí aprender yo también. Después hice el curso de entrenador oficial y me pareció un buen deporte para hacerlo con los chicos más necesitados, porque es novedoso y llama la atención. Se lo comenté al padre José María «Pepe» Di Paola y así empezamos en la 21. La primera convocatoria fue rara, porque el críquet de por sí es un deporte raro”, admite Daniel Juárez, coordinador del proyecto que arrancó en 2009, y que dirige el sacerdote Di Paola. “Recorrimos las escuelas vestidos como para jugar al críquet, les explicamos a los chicos qué es lo que hacíamos y los invitamos a participar.”

Daniel nunca pensó que, tras la convocatoria, ese primer sábado iban llegar tantos chicos curiosos por saber más sobre este deporte. “Empezaron a aparecer de a poco y cuando nos dimos cuenta había como 20 pibes. Ahí se fueron enganchando y hoy tenemos más de 50 chicos entre las tres sedes”, relata Juárez.

Desde Cricket Sin Fronteras comentan que en sí este deporte funciona como excusa, como la punta del iceberg.

“Es un proyecto educativo de prevención e inclusión social, ya que el chico tiene que estar escolarizado para formar parte. Si no lo está vemos que ingrese al nivel escolar adecuado, y cada tres meses controlamos los boletines: los que andan medios flojos van a apoyo escolar en las distintas parroquias”, dice el coordinador del programa, que también funciona en Escobar y la villa 21-24.

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Y agrega: “Además este deporte es como un combo, funciona como el rugby, hay mucha transmisión de valores, hay respeto: el umpire [árbitro] es el umpire y no se cuestiona. No hay agresiones dentro de la cancha, como sí pueden haber en el fútbol”.

Antes de que el ex presidente Fernando de la Rúa dejara el país en helicóptero, pasaran cinco mandatarios en una semana y empezara la crisis de diciembre de 2001, Michael Figi recibió una señal “divina” en los Estados Unidos: venir a la Argentina.

Vendió el negocio de deportes que tenía en la localidad Madison, Wisconsin, y se encomendó “al Señor”. “No conocía nada, solamente que estaba en América del Sur y que hablaban en español. Tuve que buscarlo en el mapa –recuerda Michael, con un acento que aún delata que no juega de local-. ¡Tocando Enzo! ¡Vamos, concentración!”, interrumpe la charla el coach y se dirige al campo de juego.

Probó ayudando a niños en situación de vulnerabilidad a través del fútbol, pero no funcionó.

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“Un chico de cinco años sabía más que yo. Quería tener una influencia en sus vidas y con el fútbol venían, jugaban y salían. De béisbol no sabían nada: tenían que escuchar cada palabra. Así empecé y hoy son más de 35 chicos de ocho años para arriba”, cuenta el coordinador de Las Águilas Béisbol, proyecto que nació en 2009 y que integran los chicos de la villa Carlos Gardel, en Buenos Aires.

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El nombre de Los Patinetas Cósmicas también surgió de la fe, de la admiración por Maradona y la convicción de que se podía remar en las aguas del Riachuelo. “Soy cristiano, no fui un par de semanas a la iglesia y un vecino me dijo que estaba «patinando». Ahí quedó instalado que patinar era sinónimo de desobediencia. Una mañana que había problemas con los chicos me salió decirles que estaban «patinando». Y lo de cósmico viene por la frase de Maradona, «barrilete cósmico», como que nos sentimos identificados porque él también era villero”, explica Marcelo Guillenea, coordinador del grupo que empezó hace cinco años.

“Habrá sido Dios que nos puso. Rompimos esa pared que era «no poder remar» el Riachuelo. Fuimos los pioneros, lo que volvieron a remarlo, a derrumbar mitos”, cuenta con cierto orgullo Guillenea.

El grupo Los Patinetas Cósmicas nació primero como una colonia de vacaciones en la villa 21-24 que luego, por la demanda, se transformó en un proyecto de inclusión social.

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“Empezamos a tener nuestros propios botes y de a poco se fue transformando en una especie de club. Entrenamos todos los días en un parque, para poder venir al río (los chicos tienen que saber sí o sí nadar) y disfrutar de la actividad”, sostiene Marcelo.

Y añade: “A los chicos o les encanta o no les gusta, hay que tener constancia, tiempo -el que salió a bailar el viernes no rinde al otro día- y los que vienen lo hacen porque se sienten contenidos, tienen amigos, comen, porque les insisto mucho con el tema de la alimentación”.

¿Qué está bueno de remar? La tranquilidad -suelta Kevin Romero, de 17 años-. Estás vos, el bote, el agua y nadie se interpone. Es muy bueno. Empecé a los 12 y me gusta porque es algo distinto, en el medio de la villa cambia todo.”

“¡Te sale una reespalda! -dice entre risas Bautista Segovia (14), integrante de Los Patinetas Cósmicas-. Hay que hacer diferentes deportes, porque si no ya te aburrís del fútbol. El remo es como una vida aparte, porque en el fútbol perdés o ganás y acá no, disfrutás el deporte y podés ir a los Juegos Olímpicos.”

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Formación personal
Las Águilas Béisbol tienen tres pilares que, a simple vista, también comparten los otros dos deportes alternativos: “Disfrutar, escuchar al entrenador y respetar a tus compañeros en todo momento”.

“Otros deportes se enfocan más en el talento deportivo. Yo primero me enfoco en la formación personal del chico, en medio de las dificultades y el ambiente donde vive. Si el jugador tiene buena conducta, respeta al otro y se dedica a los estudios y al deporte, tendrá éxito en muchas áreas de su vida”, afirma Michael.

Como Kevin, que sí tuvo la oportunidad de competir con Los Patinetas Cósmicas y hoy sueña con incorporarse a la Fuerza Aérea Argentina. “Hay que probar a ver si te gusta remar, porque no hay que tener mucha fuerza ni ser especial. Hay gente que se lo toma como un hobby, sólo viene los sábados, y hay otros que no, que entrenamos y que queremos ir a competir”, dice.

En relación a los cambios actitudinales, desde Cricket Sin Fronteras sostienen que la evolución es lenta, no se puede observar de un día para el otro. “Es un proceso, lleva mucho trabajo -explica Daniel-. Lo que tratamos es de no borrarles la cultura que ellos traen, porque estos chicos vienen con la cultura de la calle. Están acostumbrados a sobrevivir en la villa.”

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“¿Qué cambios noto en los chicos durante estos años? A casi todos les cambia el carácter, su forma de actuar y pensar en sí mismos”, apunta Michael, quien comenta que no volvería a los Estados Unidos: “Dios me mandó acá en 2001. Hasta que Él me diga otra cosa, me quedo -hace una pausa-, pero extraño la pizza de pepperoni”.

El mensaje en todos los deportes lo resumen desde Cricket Sin Fronteras. “Nosotros tratamos de mostrarles que hay otro costado de la vida, que si se esfuerzan, ponen empeño y perseverancia pueden llegar”, afirma Juárez.

Y concluye: “No me preocupa el país que les dejamos a los chicos, me preocupa qué chicos les dejamos al país”.

Falta de apoyo estatal y de políticas públicas

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Según el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, de la UCA, en el período 2010-2015, el 58,1% de los chicos de entre 5 y 17 años no realizó actividad física extraescolar. Los chicos del estrato socioeconómico muy bajo registran casi el doble de probabilidad de no hacer deportes.

Desde Cricket Sin Fronteras apuntan a la falta de políticas públicas para apoyar deportes no convencionales. “Como lo que hacemos no es masivo, no recibe la atención que se merece. Y nosotros estamos incluyendo a través del deporte: con que salves a uno, vale la pena”, sostiene Juárez.

Entre idas y venidas burocráticas, Los Patinetas Cósmicas recién empezaron a remar a fin de septiembre. “Se tenían que poner de acuerdo las áreas de Cultura y Seguridad de la Nación. Sin la autorización de Prefectura no podíamos bajar los botes”, explican desde la entidad. NR

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