Buenos Aires, 19/04/2024, edición Nº 4174
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Barrios

Más de 200 chicos asisten a la escuela bilingüe chino-castellano que funciona en Parque Patricios

Con gestos, juegos, canciones y cuentos, aprenden ambos idiomas; el 50% de los chicos es de familia extranjera.

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(CABA) “Ojalá hubiese existido esta escuela cuando llegué a Buenos Aires. Habría sido mucho menos traumático.” Así describe Gabriela Wu sus días en la escuela a la que llegó desde China cuando tenía 5 años. A mediados de los 80, Gabriela dio sus primeros pasos en la escuela pública. Fueron “momentos difíciles” porque lidiaba con la mirada de los compañeros, que se le acercaban “para ver si era de verdad, si era persona”. Una escuela que le abrió sus puertas sin estar preparada para cubrir las necesidades de un inmigrante asiático y con un idioma del cual no sabía una palabra.

El desconocimiento idiomático le impidió comunicarse con sus compañeros y entender por qué su maestra de primer grado la retaba. Las adversidades la llevaron a pasar sus siguientes dos años “sorda y muda, sin abrir la boca”. En segundo grado, conoció a la maestra María Susana Pizagalli, que cambió su destino. La docente se acercó a hablarle y poco a poco logró que sus compañeros la integraran. Hoy, Gabriela es la coordinadora de chino en el Ministerio de Educación de la ciudad y define como “terapéuticas” sus visitas a la escuela primaria 28, de Parque Patricios.

Ante la creciente población china, se ideó en la ciudad la primera escuela pública bilingüe argentino-china. En 2014, se inauguraron las primeras dos salas de 5 años bilingües, anexadas en la Escuela Infantil N° 11. El colegio es de jornada completa y crecimiento vegetativo, es decir, incorpora grados en la medida en que avanza el proyecto pedagógico. A las salas de 5 años asisten 52 chicos y entre primero y tercer grado hay otros 173 alumnos.

En ambos niveles se aplica el modelo de inmersión recíproco. “Tiene que haber en las aulas un 50% de población sinoparlante y un 50% de hispanoparlante; la enseñanza y los docentes también tienen que distribuirse en 50 y 50. Eso explica que los maestros tengan que trabajar en parejas pedagógicas”, afirma Cristina Banfi, gerente operativa de Lenguas de ese ministerio porteño.

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Planificación conjunta
La preparación de las clases es una planificación conjunta de las parejas pedagógicas en la que ambas abordan el mismo tema, pero desde perspectivas distintas y cada una en su idioma. Los chicos aprenden todas las materias en ambas lenguas, pero en cada una se les enseña un aspecto distinto; así, lo aprendido en español se profundiza en chino y viceversa.

Las maestras hispanoparlantes de las salas de 5, Griselda de Donato y Claudia Villalba, explican que para enseñar chino usan “lo gestual”. Y ejemplifican: “Sacate la campera, con todo el gesto para que te comprenda”. Griselda sostiene, además, que este proyecto se apoya en soportes visuales: “Lo que se ve es lo concreto y es más sencillo para los chicos“. Para Claudia, en la Escuela Infantil N° 11, “los alumnos se ayudan entre sí; si hay alguno de los chicos que es bilingüe, él es quien ayuda al que no entiende el castellano”.

Además de juegos, canciones y cuentos en ambas lenguas, las maestras enseñan por medio de las tareas y conceptos usados en lo cotidiano, como “la hora de la merienda”, “por favor”, “gracias”, “disculpame”, y también desde “las necesidades que surgen entre pares y docentes”, añade Claudia.

El nivel primario representa un desafío en el aprendizaje y en la enseñanza. Helena Liu es maestra de chino y, junto con la docente hispanoparlante Zelma Zapata, conforma la dupla a cargo del segundo grado de la escuela ubicada en Los Patos 3042. Cuando Zelma está al frente de la clase, Helena corrobora que los alumnos que hablan chino mandarín entiendan, y lo mismo hace Zelma con los hispanoparlantes cuando Helena da su clase.

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Cuando Zelma se incorporó en el colegio reorganizó su manera de dar clases, porque de lo contrario la mitad de sus alumnos no iba a entenderla. Zelma destaca que con los chicos “se trabaja mucho lo gestual, las imágenes y, al principio, siempre con cosas simples”.

Las diferencias culturales de los alumnos generan que la enseñanza en esta escuela no se limite a los contenidos del diseño curricular de la ciudad. “Cuando Zelma enseñó sobre el 25 de Mayo, hizo referencia a las tortas fritas como algo que todos conocían y los chicos chinos nos miraban con una cara de «en mi familia no se come eso». Tuvimos que arrancar con lo lingüístico, lo cultural y lo cotidiano”, cuenta Helena.

Todas las fiestas
Como parte de la integración de ambas culturas, los alumnos participan de los actos patrios argentinos y de la celebración de festivales importantes para la comunidad china, afirma Adrián Rivadeneira, secretario de esta escuela, que destaca que los padres chinos tienen “gran disposición” por asistir a las reuniones y a los actos que suelen realizarse “a las 14, porque la mayoría tiene supermercado y cierra su comercio de 13.30 a 17”.

El chino mandarín es el idioma oficial de la República de China, la lengua más hablada del planeta -unos 1325 millones de hablantes- y hoy integra el programa de aprendizaje obligatorio de esta escuela a la que asisten alumnos provenientes de varios barrios porteños y de otras ciudades del conurbano bonaerense, como Morón y Avellaneda. NR

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Fuente: La Nación

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