Buenos Aires, 19/04/2024, edición Nº 4174
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Sociedad

¿Qué implica el “touch and go”?

En este tipo de encuentro, será fundamental tener en claro las reglas

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(CABA) Días pasados la atención estuvo centrada en el desarrollo de la Copa América, sin dudas una vez más el sentimiento nacional se traducía en alentar un equipo y millones de ciudadanos proyectaban anhelos de triunfo. Para muchos sigue abierta la herida porque la Selección no pudo alzar la copa; otros siguen minuto a minuto la decisión de “Lio”; conceptos futbolísticos son el eje en los medios masivos de comunicación, en las redes sociales, en reuniones familiares y en más de una ocasión enciende debates en la mesa de un bar y en el taxi.

Hay un vocablo de la jerga futbolística que se ha popularizado a tal punto que de un tiempo a esta parte se lo utiliza para caracterizar un tipo de relación humana. Luis Pentrelli, quien jugó en Racing entre 1955 y 1960, acuñó la frase “toco y me voy” para representar una jugada, sin imaginar que en pleno siglo XXI se incorporaría al lenguaje popular como sinónimo de “no comprometerse”.

Tocar y pasar la pelota en términos futbolísticos, o “touch and go” –como se dice en inglés- es uno de las expresiones más empleadas para explicar un tipo de vínculo en el que las premisas son el desapego, el encuentro íntimo ocasional y no hay lugar para el enamoramiento. Contactos más que relaciones, se suceden sin ataduras ni restricciones, persiguiendo la búsqueda de placer por el placer en sí mismo. A diferencia de la construcción de un lazo que se cultiva, que se teje artesanalmente día a día y, que requiere tiempos y espacios específicos para el conocimiento mutuo, la aceptación de las diferencias, el goce por las coincidencias y la invitación a diseñar un proyecto que perdure a lo largo del tiempo, la relación “toco y me voy” es parte de quienes desean “corresponderse” sabiendo que todo se desecha en poco tiempo y no hay expectativas para que la atracción inicial pueda ser reciclada en un vínculo posterior.

Afirmar que es un relación a la que adhieren los hombres con posturas machistas sería simplificar el análisis, pues como dice el refrán siempre “hay un roto para un descosido”, y en todas las relaciones ambas partes tienen grado de responsabilidad, pero lo cierto es que a la hora de cotejar heridas está comprobado que las mujeres son las que más lagrimas van a derramar. Si bien muchas, en el afán de explorar sensaciones nuevas, poner a prueba su capacidad de aceptación y su erotismo acceden esta forma de relación y salen airosas, por mandatos culturales, por sistemas de creencias que recorrieron generaciones atravesando todo el árbol genealógico, y porque la infancia de muchas mujeres estuvieron signadas por la Cenicienta, lo cierto es que a este tipo de citas no se puede acudir con la expectativa de que surja un historia de amor, mucho menos con los tules de novia en la cartera.

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Será fundamental tener en claro las reglas del juego y aceptar que una relación fundada en “toco y me voy” no implica posteriormente compartir cenas, paseos y mucho menos esbozar un camino común, sino que es un encuentro íntimo en el que se busca la autosatisfacción y pasar un buen momento, tal como dice la canción infantil “cada cual atiende su juego”; si lo que se pretende es amor y complicidad no es recomendable este juego de dos participantes con las características del “solitario”, pues como dijo Pablo Neruda: “algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.”. NT

Fuente: Rouge

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