Buenos Aires, 28/03/2024, edición Nº 4152
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Barrios

Festejo multitudinario de la comunidad coreana en Parque Chacabuco

Más de 70 mil personas fueron parte de la celebración de los 50 años de su arribo al país. Hubo comida, trajes, danzas, artes marciales, grupos de K-Pop y un cierre con Los Auténticos Decadentes.

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(CABA) Una gran parte de los 30 mil coreanos que viven en la Argentina, más otras 70 mil personas que quisieron ser parte del festejo en el Parque Chacabuco, celebraron ayer los 50 años del arribo al país de la primera oleada migratoria de ciudadanos coreanos. El parque, vecino a una de las zonas en las que esta comunidad se ha instalado en Buenos Aires, se colmó de gente, de música, de olores típicos coreanos y de los colores de esta colectividad que ostenta una severa ética del trabajo, “pero que a la hora de celebrar, lo hacemos aún con más intensidad”, como dijo a Tiempo Chan Sung Kim, el actor coreano conocido por su rol en la serie de tevé Graduados, y uno de los más activos para que se conozcan aquí las costumbres de ese país del Lejano Oriente. “Desayunamos con kim chi –ejemplifica Chan–, que es repollo fermentado picante, muy saludable pero con olores fuertes, ¡cómo no vamos a resultar extraños en un país acostumbrado al café con leche con medialunas!”

Buena parte de la comunidad coreana en Buenos Aires trabaja en el barrio de Once, pero son muchos más los que viven en el Bajo Flores: es allí donde se ubica el polo gastronómico. Hace rato que los argentinos se les animan a los platos de la cocina coreana, y ayer tuvieron la oportunidad de probarlos en unos 60 stands: además del kim chi y sopas picantes, se vendieron arroces (el famoso Bi Bim Bap), una suerte de sushi pero con más porte o cerdos en salsas rojas, parte del exquisito repertorio culinario coreano.

El festival arrancó al mediodía, y la cultura coreana se puso de manifiesto en decenas de actividades: danza, artes marciales, desfile de ropas tradicionales, juegos también tradicionales –entre ellos, una escenificación de peleas de guerreros en lo alto de estructuras armadas con troncos de árboles–, bandas en vivo de K-Pop –el famoso género musical de ese país, que mezcla pop con electrónica y una escenografía rutilante, y es furor entre los jóvenes coreanos- y hasta un sorteo de un 0 km al final de la celebración, ya entrada la noche, ofrecido por la marca Kia, antes de un cierre a puro baile con la música de Los Auténticos Decadentes.

Los festejos por el quincuagésimo aniversario de la inmigración coreana fueron organizados por la Comunidad Coreana en la Argentina, con apoyo de la Embajada de la República de Corea y la pujante Cámara de Empresarios Coreanos, con auspiciantes de algunas de las marcas más exitosas del planeta, como Samsung o Hyundai. “El megafestival tiene como propósito fortalecer el intercambio cultural, pero además intentar atenuar la nostalgia de las mujeres y hombres que llegaron hace medio siglo hasta aquí, y también la de los que llegaron hace unos diez años, y que se unen a la segunda generación de inmigrantes con orgullo y dignidad por nuestras costumbres”, dijeron desde la embajada.

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La cuota joven se saldó con la presencia de bandas K-Pop, la banda argentina Secret Weapon y varios intérpretes llegados desde Corea del SurAilee, Kim Kyungho y Jo Sungmo– que desataron la histeria entre las miles de adolescentes coreanas-argentinas. La caballerosidad que ostentan los coreanos quedó demostrada en las actividades llamadas “de fusión”, en las que reconocidos artistas argentinos interpretaron música con artistas coreanos: el bandoneonista Néstor Marconi interpretó tangos junto a los músicos Cristina Um (en violín), Hanel Yeon (piano), Diego Chang (batería), Gregorio Lee (bajo), con el coro de la Asociación Coreana en Argentina y la voz de Andy Cho, a quienes luego se unió el Coro de Mujeres Coreanas Hanulim, unas 30 señoras vestidas con ropa tradicional, y el baile folclórico coreano de la agrupación Gukakwon. En la noche fresca, y luego del ambiente que dejaron en el aire los Decadentes, explotaron en el aire fuegos artificiales, como cierre de una populosa jornada intercultural que unió a dos naciones a través de la historia de un puñado de migrantes y sus descendientes.

corea parque

Viaje a las antípodas
1956-57 El gobierno de facto argentino permite el ingreso de los primeros 12 refugiados coreanos anticomunistas.
1962 Comienzan las relaciones diplomáticas entre Argentina y Corea del Sur.
1965 Ingresa un centenar de coreanos y coreanas al país, en su mayoría provenientes de Paraguay.
1965-1989 Unos 1000 coreanos de ambos sexos ingresaron anualmente en este período, 1989 marca un punto de inflexión. La situación económica del país hizo que se detuviera la oleada, y que miles de coreanos regresaran a su país, pero también a los Estados Unidos y Canadá.
2015 Según la embajada: los coreanos-argentinos visitan Corea, pero sus hijos y nietos han procurado educarse en los más prestigiosos colegios públicos nacionales y ya no quieren dejar el país.

Los vestidos y la guerra
Las cuatro mujeres llevan vestidos “con hanbok”, las tradicionales ropas coreanas, y suben al escenario montado por el gobierno porteño para deleite de las primeras generaciones de coreanos en el país. El padre de una de ellas, Sang Lee, murió en la cruenta Guerra de Corea, entre 1950 a 1953, que enfrentó en plena Guerra Fría a la occidentalizada Corea del Sur, apoyada por EE UU, contra su hermana del Norte, con ayuda de la Unión Soviética. El conflicto a dividió a la península por el Paralelo 38. “Debo decir que gracias a hombres como mi padre, Corea del Sur es un país donde existe libertad, y si bien debimos irnos de nuestro hogar por las condiciones económicas de ese entonces, hoy Corea crece día a día”, dice esta ama de casa de Floresta, casada y con dos hijas que estudian carreras universitarias.

Kim, pionero: “Este país es maravilloso”
Kim Sang Hyun, el esposo de Adela Marina Bisotti, fue homenajeado ayer: presidente de la Asociación Coreana, fue uno de los primeros en llegar a la Argentina. “Fue meses antes del año 1965; antes, por la guerra, había ido a Paraguay, donde todavía hoy existe una poderosa comunidad coreana, sobre todo en Asunción. Y trabajé de lo que pude. Me estabilicé trabajando de ‘sexador’ de pollos, que es seleccionar por el sexo a los pollos, y después fui creciendo en otros emprendimientos”, dice Kim. “Y ahora, para contarte lo buena que fue la integración, nuestro único hijo, Hernán Kim, corrió ya dos veces en el Dakar, representando al país“, añade su mujer, que es argentina. La Argentina le parece a Kim “maravillosa, un país libre que va a ser potencia, sólo falta más unión entre la gente”.

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“Ni chinos ni japoneses”
Rostros coreanos, en su mayoría de la segunda generación de inmigrantes, y los más pequeños, ya argentinos. Sun Hee y Ha Neul se llaman las mujeres. Taeyang, Hye y Choi, los hombres. Por lo general, los nombres evocan palabras (“aire”, “alegría”, “gobernador, o el que vigila la tierra y la montaña”), y remiten a las metáforas de un pueblo que fue tradicionalmente rural, cuya herencia fue evocada en el documental 50 Chuseok, que se proyectó ayer y muestra el modo en que los coreanos aún cosechan sus alimentos. “No somos ni chinos ni japoneses, y sí, a veces molesta que nos confundan, porque entre las tres comunidades existen abismos culturales y sociales. Nuestro idioma es único en el mundo y fue creado por el rey Sejong”, dice con orgullo Hye. “¿Comida china? Creo que nunca la comí. ¿Usted vio a un chino comiendo nuestro kim chi?”

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Fuente: Tiempo Argentino

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