Buenos Aires, 29/03/2024, edición Nº 4153
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El mejor amigo del hombre también es un gran terapeuta

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El uso de perros para acompañar a chicos y adultos con capacidades diferentes, y mejoran su calidad de vida, crece cada vez más y su efectividad se observa en el avance de los pacientes.

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(CABA) León y Sofía no tienen más de dos años y ya se sienten muy a gusto ayudando a otros. Son dos labradores negros que, después de dos años de entrenamiento, reconocen que sus nuevos “usuarios” humanos tienen limitaciones para caminar, socializar o hacer las actividades cotidianas más simples. Son dos de los cinco perros de asistencia que ya entregó Bocalán Argentina a chicos y adultos con autismo o una discapacidad física luego de que se “eligieran” mutuamente en varias sesiones de acoplamiento.

Otra es la especialidad del caniche toy gris acero Sombra y el resto del equipo canino del grupo de Terapia Ocupacional Asistida con Animales (Toaca) del Hospital Neuropsiquiátrico Braulio Moyano para mujeres con trastornos psiquiátricos o los golden retrievers del equipo de Terapias Asistidas con Perros en Pediatría (Etap) en la Casa Angelman, donde brindan la atención que necesitan los “angelitos“, como llaman allí a los chicos con un síndrome de origen genético y efectos neurológicos del que el centro ubicado en Tigre tomó su nombre.

Caniches, labradores, golden retrievers, malteses y mestizos con un caracter apto para estas tareas, integran estos equipos que logran resultados inimaginables. En el hospital neuropsiquiátrico Moyano, el trabajo de rehabilitación sostenido de las pacientes con esos verdaderos asistentes terapéuticos caninos se puede comprobar en 1as exhibiciones anuales abiertas a la comunidad que las voluntarias de Toaca realizan en el Club Bonanza, entre los pabellones del lugar.

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En el salón, las pacientes guían a los perros en las destrezas que trabajan juntos durante el año mientras familiares, otras pacientes y el personal profesional del hospital sacan fotos y aplauden cada ejercicio de la muestra que organizan las voluntarias y las tres terapistas ocupacionales a cargo de Toaca. La última exhibición fue en junio.

Desde hace seis años, el programa recibe a personas con padecimientos mentales de larga evolución y se amplió a las pacientes con recaídas internadas en el servicio de emergencias. Más de 120 pacientes ya se beneficiaron con el trabajo de Toaca.

Varios son los hospitales en los que se utiliza el contacto con un animal para curar la mente, el cuerpo y hasta el alma. La terapia asistida con animales o TACA se utiliza en la Unidad de Cuidados Paliativos del hospital Tornúhospital tornú, donde el contacto con los perros alivia el estrés emocional cuando la enfermedad avanzada deja poco tiempo por vivir. La visita de los perros aumenta el bienestar de los pacientes, la comunicación con los familiares y la elaboración del duelo, a la vez que disminuye la ansiedad y la depresión. La enfermedad y el dolor dejan de ser lo más importante.

El peto de León, un labrador negro que acompaña al pequeño Andrés, es azul. Esto quiere decir que el usuario padece autismo, según explica la instructora de Bocalán Argentina, Victoria Cisneros. En un bolsillo de ese “chaleco de trabajo”, hay un credencial que acredita que es un perro de asistencia, el carnet del usuario y una copia de la ley que autoriza su ingreso a todos los lugares y transportes donde está su dueño. “Para Andrés, un perro como León es un puente a la socialización y, además, es incondicional“, dice la mamá, Inés Bosch.

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El animal está entrenado para impedir una conducta súbita y preocupante para los padres, en especial en la calle: la fuga. El perro sabe que se tiene que sentar y echar si el chico, que camina unido al animal por una correa elástica, se mueve rápido en otra dirección. El año pasado, la revista Pediatrics publicó que el 75% de los chicos con autismo tiene comportamientos de fuga. “Esto genera en toda la familia de un chico con un trastorno del espectro autista en un estado de preocupación y desesperación muy grande. También, genera muchos accidentes“, precisa por vía telefónica Teodoro Mariscal, director internacional de la Fundación Bocalán, con sede en España.

Ese es un temor de la mamá de Andrés, que un día corrió hacia el medio de la calle. El perro bloquea la conducta de huida, lo que redirige el comportamiento. “Además, mejora las rabietas características del trastorno, el sueño y configura otros comportamientos. Las fugas desaparecen en un 100% y la estimulación sensorial que ofrece el perro facilita el aprendizaje de otras habilidades. Está comprobado que tener un perro de asistencia cuando es necesario reduce a casi el 50% los niveles de cortisol, una de las hormonas del estrés. Y cuando los chicos están más relajados, tienen más predisposición a aprender“, agrega Mariscal.

Fuente: La Nación

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