Buenos Aires, 20/04/2024, edición Nº 4175
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Cultura

El horror de la inquisición, de paseo por Buenos Aires

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El garrote vil, el banco de estiramiento, el desgarra-senos, y el cinturón de castidad, entre otras, son algunas de las piezas que pueden verse en “Inquisición, antiguos instrumentos de tortura”, una exposición que puede visitarse hasta fines de noviembre en Buenos Aires.

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(Ciudad de Buenos Aires) La muestra, traída de Italia por un grupo de coleccionistas europeos, presenta en una galería privada (avenida Callao 836) más de 50 piezas originales, restauraciones y réplicas de instrumentos de tortura que fueron usados desde el siglo XIII hasta el XVII, ilustrando el oscuro clima que estableció el Tribunal Eclesiástico para inquirir y castigar los delitos contra la fe católica.

Entre esas increíbles piezas cuidadosamente instaladas en dos pisos, se pueden observar el quebranta-rodillas, usado para destruir definitivamente las articulaciones de quienes eran considerados herejes; o el rompe-cráneos, un casco de metal que se colocaba en la cabeza del acusado, con un sistema de presión que primero rompía la mandíbula y gradualmente desintegraba la masa ósea.

También, en la entrada, se destaca un instrumento impresionante: el banco de estiramiento, uno de los elementos de tortura más usado en todo ese periodo histórico, que consistía en una tabla de madera donde se extendía al condenado y se le ataba de pies y manos a unos troncos, estirando su cuerpo hasta que llegaba a desgarrarse.

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“Esta exposición ya recorrió gran parte del mundo y está bien completa -señaló  su curador, Marco Semprini-. La piezas están exhibidas con una explicación de su funcionamiento en español y en inglés, y tienen un tratamiento con cera y aceite para conservarlas”.

Según el curador italiano, “por el fanatismo religioso, en el pasado teníamos este tipo de torturas; hoy, por el mismo fanatismo, existen otras formas no tan evidentes, pero funcionales”.

“Son instrumentos muy fuertes para el ojo impresionable: está la silla inquisidora, por ejemplo, que tiene un trabajo artesanal enorme; se sentaba al acusado desnudo y cualquier movimiento que realizara, las púas se clavaban en su piel”, explicó el curador.

También, continuó, “algo muy llamativo, es que, a veces, el propio inquisidor, por la precisión de trabajo o por la artesanía tan particular de su invento, era acusado de estar bajo las órdenes del diablo y él mismo era torturado”.

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“Algo peculiar, también, era el estrangulamiento con cuerda, que luego fue suprimido por ser considerado inadecuado para la tortura, porque el asfixiamiento llevaba a un estado mental donde el acusado no podía percibir dolor”, indicó el curador, ilustrando la vocación por el sufrimiento que tenían los inquisidores.

Y, un clásico, “La Virgen de Núremberg”, “donde encerraban al acusado en una cámara con puntas filosas, pero que se clavaban en partes del cuerpo donde no se tocaban órganos vitales, para prolongar el sufrimiento”, explicó.

Además, en un apartado de la muestra, se puede ver una pintura, con una breve leyenda, de uno de los hombres más siniestros de ese periodo, Tomás de Torquemada (1420-1498), “El Primer Gran Inquisidor Español”, autor del Edicto de Granada, que ordenó la proscripción de todos los judíos de España para el 2 de agosto de 1492.

Según algunos historiadores, durante su mandato fueron quemadas más de diez mil personas y otras cien mil sufrieron todo tipo de torturas. Además, para evitar la propagación de las herejías, Torquemada promovió la quema de literatura no católica, en particular bibliotecas judías y árabes.

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Un detalle particular, como una última broma atroz, son las tarifas por tortura establecidas por el Arzobispo de Colonia, Alemania, en 1757, que los familiares de los condenados debían pagar a la Inquisición por el instrumento con el que eran torturados.

“Siempre me despertó mucha curiosidad la Inquisición -indicó Semprini-. La vengo estudiando desde hace muchos años; es muy interesante -y lamentable- pensar la influencia que ha tenido a través de los años. Queremos darle una divulgación no sólo porque ha costado mucho trabajo, sino, para transmitir un mensaje histórico, cultural y también pedagógico”.

La muestra, visitada por más de un millón de personas en países como Rusia, Ucrania, España, Francia, Portugal, Italia, Alemania, Suiza, Holanda, Dinamarca, Inglaterra y Brasil, puede ser recorrida hasta finales de noviembre en la avenida Callao 836, de lunes a sábados de 12 a 21.

Juan Rapacioli | Télam

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