Buenos Aires, 28/03/2024, edición Nº 4152
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Cultura

Comienza el festival de cine venezolano en Buenos Aires

El objetivo de la muestra, que comienza mañana, es traer al público local el nuevo cine de su tierra y ofrecer múltiples miradas sobre lo venezolano.

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(CABA) “En Venezuela hemos preguntado a los espectadores qué cine admiran además del norteamericano y respondieron que el argentino, el español y el francés, cosa que coincide con los festivales más veteranos allí”, cuenta Gastón Goldmann, director del Festival de Cine Venezolano de Buenos Aires, que se desarrollará del jueves 3 al miércoles 9 en la sala 6 del Hoyts Abasto. El objetivo es traer al gran público local el nuevo cine de su tierra y ofrecer “múltiples miradas” sobre lo venezolano “y no sólo los lugares comunes como la política, el trópico y Catherine Fulop”. La aspiración es que el Fecive atraiga a espectadores allende la comunidad venezolana en Argentina. Por eso en la programación destaca Desde allá, el film de Lorenzo Vigas que tuvo un exitoso recorrido por distintos festivales internacionales, en los que obtuvo –por ejemplo– el León de Oro de la Mostra de Venecia. Además, cada una de las nueve películas estará precedida por un cortometraje y al comienzo de cuatro de las siete jornadas de festival habrá charlas y conferencias con directores, actores, músicos, periodistas y productores de allí y de aquí, como la actriz Marisa Román o su colega Magdiel González.

La ocasión servirá como brújula para ver por dónde anda la producción venezolana contemporánea, dificultada desde varios frentes por las tensiones sociales y económicas que recorren el país. “La situación económica es apretada y eso hace mella en la producción, pero los creadores siempre encuentran cómo contar historias”, señaló Goldmann y destacó el “mucho relevo” que ofrece la Universidad de Cine de Mérida, las facilidades que ofrecen las nuevas tecnologías y el vuelco de algunos productores a las series web. “Con la situación actual estamos viendo un aumento de las producciones independientes, los directores ya no esperan las ayudas oficiales”, comenta el director de Fecive. La otra alternativa es la coproducción con estudios extranjeros, pues como advierten los actores Román y González, son muchos los artistas de las distintas ramas del cine que abandonaron Venezuela en los últimos años. La propia Román vive en Argentina desde hace un año y González llegó al país hace un mes y medio para avanzar en su formación.

Román, coprotagonista de La hora cero, comenta que el director del film, Diego Velasco, vive en Los Angeles desde hace años, que gran parte del equipo artístico de la película es el mismo que la de la multipremiada argentina El secreto de sus ojos y que la fotografía se hizo con profesionales colombianos. “Allá también funciona el proyecto de cine-átomo, en los que muy poca gente hace una película, yo participé en una donde no éramos más de seis u ocho”, cuenta la actriz.

González explica que la mayor parte de las oportunidades profesionales para la disciplina están en Caracas, la capital del país, que concentra gran parte de la vida cultural audiovisual venezolana. Sin embargo, considera que “está difícil ejercer nuestro arte allá, cualquier rol publicitario, en cine o teatro es más de sobrevivencia”.

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Las autoridades del festival confían en que el Fecive oficie de puente cultural entre los dos países. Su director, incluso, es hijo de Argentinos y está radicado en el país. Román también es hija de argentinos. “Para mí es un encuentro entre mis dos culturas, pues es mucho lo que tenemos en común y también lo que tenemos para aprender del otro: la liviandad del Caribe y la tenacidad del argentino”, dice ella.

Más allá de la “liviandad” que destaca Román, lo cierto es que buena parte de las películas que presentará el Fecive en esta segunda edición llaman la atención por sus temas fuertes. Como Liz en septiembre, de Fina Torres, que explora cuestiones de diversidad sexual (que también aparece en Desde allá) y del siempre controversal tópico de la eutanasia. O el documental El silencio de las moscas, de Eliézer Arias, que aborda el altísimo índice de suicidios en las comunidades agrícolas e la región andina de Venezuela.

También hay espacio para las historias vinculadas con la violencia. Es el caso de Hora cero (Diego Velasco), en el que un sicario toma un hospital durante una huelga para salvar la vida de su novia, o de El regreso, de Patricia Ortega, que cuenta la historia de una niña indígena desplazada de su comunidad por grupos guerrilleros. O El desertor, de Raúl Chamorro Guerra, que narra una historia de amor enclavada en los reclutamientos forzosos que se daban en la década del 80.

Es cierto que también hay lugar para las risas, como la sátira negra de Paquete #3, de Alfredo Hueck, suerte de comedia de enredos en el bajo mundo caraquense, en la que un inmigrante se involucra en una banda que se dedica a los asesinatos por encargo. La selección oficial de largometrajes se completa con dos musicales. El primero es Los 10 de C4Trío, de Hernán Jabes. Es un documental de la popularísima banda C4Trío, que rescató instrumentos típicos venezolanos, y que desde el festival comparan por su impacto social con la Orquesta Típica Fernández Fierro. El otro documental-musical es Una fábula muy trillada, de William Padrón, que explora a la banda de culto Dermis Tatú, parte crucial del panorama rockero venezolano (“nuestro rock no será tan conocido como el argentino, pero sí tenemos”, promete Goldmann).

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Entre los cortos la variedad también es regla e incluso habrá alguno animado. Minidocumentales, historias sobre migración, relatos históricos y hasta comedias absurdas antecederán a los largometrajes. Todo, claro, en un tono bien chévere.

FUENTE: PÁGINA/12

S.C.

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