Buenos Aires, 28/03/2024, edición Nº 4152
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Besos peligrosos: se transfieren 80 millones de bacterias

En 10 segundos.

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Un estudio hecho por la Organización de Investigación Científica Aplicada asegura que en un beso de lengua de diez segundos viajan 80 millones de microorganismos.

besos

 

(CABA) Un buen beso en la boca puede desencadenar en todo el cuerpo una tormenta química: puede erizarte cada centímetro de piel y excitarte tanto como lo haría un beso en otra parte. Hay grandes besos en la historia del cine que son más eróticos que una escena sexual explícita, que te dan ganas de llorar, de besar, de que te besen y te desnuden debajo de la lluvia, y hay grandes besos largos y húmedos de adolescentes en una plaza que te dan ganas de volver a ser tan joven. Pero ¿cómo veríamos esos grandes besos de lengua si supiéramos su lado B? ¿Nos excitarían tanto si supiéramos que en cada beso de lengua viajan 80 millones de bacterias?

Eso acaba de mostrar un estudio hecho por la Organización de Investigación Científica Aplicada (TNO) de Holanda, publicado en la revista Microbiome. Los investigadores analizaron los efectos de los “besos íntimos” en 21 parejas, tanto heterosexuales como homosexuales, evaluando sus lenguas y muestras de su saliva antes y después de besarse durante 10 segundos. Así, encontraron que en cada beso largo se intercambian 160 millones de bacterias, 80 millones de cada lado. ¿Cómo lo comprobaron? Les dieron a uno de cada pareja un yogur probiótico –esos que contienen variedades de bacterias, incluyendo el Lactobacillus y la Bifidobacteria– y les pidieron que se besen. Así, tras analizar las muestras observaron que la cantidad de bacterias probióticas en la saliva del receptor del beso se triplicaron y calcularon que se transfirieron un total de 80 millones de microorganismos durante esos diez segundos.

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Pero además, encontraron que las parejas tienen más en común en su cuerpo de lo que creemos: como además de besos comparten estilos de vida y alimentación, las bacterias en las bocas de las parejas son mucho más parecidas entre sí que las bacterias que encontraron después del beso entre dos desconocidos. (En rigor, tampoco sucede en todas las parejas sino en las que todavía se besan: sólo en aquellas que se daban nueve besos cada día el microbioma salival se volvía similar).“El beso francés es un gran ejemplo de cómo estamos expuestos a un número gigante de bacterias en poco tiempo”, dijo Remco Kort, autor de la investigación.

En el cuerpo de un humano adulto y sano puede haber alrededor de 100 billones de bacterias, pero es en la boca donde hay mayor variedad de especies, unas 700. El estudio fue hecho en conjunto con Micropia, el primer museo de microorganismos invisibles al ojo humano que acaba de inaugurarse dentro del zoológico de Amsterdam. Es que allí no sólo se ocuparon de ver cómo viajan bacterias en los besos, sino cuántas viajan en teléfonos celulares, cuántos microbios llevamos en el cuerpo y para qué sirven.

No es la primera vez que una institución científica se pone a descifrar el lado B de los besos. Eso que solemos pensar –si besa mal puede ser un filtro para descartar a una pareja posible– fue investigado el año pasado por científicos de la Universidad de Oxford. Así fue que encontraron que el beso ayuda a evaluar a ese compañero o compañera potencial, es decir, interviene en la selección que hacemos de una posible pareja.

¿Qué pensaremos entonces la próxima vez que “un chape” nos sorprenda encendidos y extasiados? Que el pensamiento, ojalá, no tenga nombre de bacteria.

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Fuente: Clarín

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